Bryan Hymel luce agudos brillantes en Peralada
El tenor comparte protagonismo con su mujer, la soprano Irini Kyriakidou
Los recitales no siempre muestran la verdadera personalidad de un cantante. Todo depende de la elecci¨®n del repertorio; en el caso del tenor estadounidense Bryan Hymel, muy cotizado por su dedicaci¨®n a los papeles m¨¢s heroicos del repertorio rom¨¢ntico franc¨¦s, las obras que cant¨® el viernes en su deb¨²t en el Festival Castell de Peralada (Girona), junto al pianista brit¨¢nico Julius Drake, ofrecieron un retrato parcial de su vocalidad. El deseo de dar m¨¢s protagonismo a su mujer, la soprano griega Irini Kyriakidou, puso l¨ªmites a un programa de corte m¨¢s l¨ªrico que s¨®lo desat¨® pasiones cuando Hymel luci¨® su brillant¨ªsimo y s¨®lido registro agudo.
Acert¨® el tenor al abrir la velada con un repertorio adecuado a la atm¨®sfera de la iglesia del Carme de la localidad ampurdanesa: Cuatro himnos del compositor brit¨¢nico Ralph Vaugham Williams, escritos originalmente para tenor, viola y piano, que cant¨® con vehemencia. El resto de la primera parte corri¨® a cargo de Kyriakidou, que interpret¨® con musicalidad y discreto brillo tres de las canciones del ciclo Les nuits d¡¯¨¦t¨¦, de Hector Berlioz. No fue una buena elecci¨®n, porque, a pesar del buen hacer de Julius Drake, sin la refinada orquestaci¨®n de Berlioz, este ciclo pierde mucho encanto.
Desbordante pasi¨®n
La pareja reserv¨® sus armas oper¨ªsticas para la segunda parte. Quienes esperaban mayores bravuras tuvieron que conformarse con los acentos intensos de la ¨²nica incursi¨®n de Hymel en el verismo italiano, la despedida de Turiddu, de Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni, que el tenor interpret¨® con desbordante pasi¨®n. Tambi¨¦n impactaron sus agudos en el aria m¨¢s famosa de Romeo y Julieta, de Charles Gounod, pero la interpretaci¨®n fue algo mon¨®tona, sin la variedad de matices y la suprema elegancia en la l¨ªnea que exige este repertorio.
Kyriakidou complet¨® el programa con una buena interpretaci¨®n de la bell¨ªsima aria de Rusalka, de Antonin Dvor¨¢k, y alcanz¨® sus mejores momentos en el d¨²o de Micaela y Don Jos¨¦, de Carmen, de Georges Bizet, uno de los t¨ªtulos que m¨¢s fama ha dado a Hymel. Probablemente, la interpretaci¨®n m¨¢s completa, el ¨¦xito m¨¢s rotundo de la noche lleg¨® en el turno de propinas, un aria de H¨¦rodiade, de Jules Massenet, que Hymel canto con intenso sentido dram¨¢tico y agudos de estremecedora fuerza.
Ante tan sensacional triunfo tenoril, palidecieron un poco las dos famosas p¨¢ginas de Pucccini que cerraron la velada, la encantadora Oh mio babbino caro, de Gianni Schichi y el emblem¨¢tico Nessum dorma, de Turandot, la ¨®pera escogida por Peralada para celebrar sus 30 a?os con un nuevo montaje dirigido esc¨¦nicamente por Mario Gas con dos funciones programadas el s¨¢bado y el lunes.
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