Un tesoro al lado del mar
Sant Salvador, un lugar donde no hacer nada es sin¨®nimo de bienestar, donde los tel¨¦fonos m¨®viles se transforman en fijos
¡°El Caribe o cualquier playa paradis¨ªaca es alucinante. Pero esto es un tesoro¡±. Mi sobrina expres¨® su ¡°felicidad¡± al volver a la playa de veraneo de mi familia. Un tesoro al norte de la Costa Dorada llamado Sant Salvador.
Sube al coche y coge la autov¨ªa de Castelldefels. Garraf, Sitges, Vilanova, Cubelles, Cunit y Calafell quedan atr¨¢s cuando llegas al Pla de Mar del Baix Pened¨¨s. A¨²n conserva el verde de los vi?edos a pesar del crecimiento urban¨ªstico que ha sufrido esta zona vitivin¨ªcola. A la derecha, Sant Vicens de Calders y Vendrell. Al fondo, Coma-ruga y Franc¨¤s. A la izquierda, el mar, a veces gris y otras azul radiante. Y a sus pies, la playa. Respiras fuerte, el olor y el sonido del mar te dan paz.
Este barrio mar¨ªtimo de Vendrell es mi espacio de libertad. Rinc¨®n al que voy cuando huyo de Barcelona. Un lugar donde el tiempo se detiene y los m¨®viles son fijos. Donde no hacer nada es sin¨®nimo de bienestar, de descanso. Tambi¨¦n es la poblaci¨®n de Pau Casals y merece la pena visitar su casa-museo frente al mar. O disfrutar de los conciertos en el auditorio dedicado al m¨²sico universal en los terrenos donde estaba su finca.
MENJAR, DORMIR I VISITAR
UN LLOC PER VISITAR
La casa Museu Pau Casals.
UN LLOC PER MENJAR
Aperitiu a? Can 60.
DONDE DORMIR
Dormir o hacer la cabezada bajo de un toldo encima de la arena o encima las barcas.
Sant Salvador es la cuna del Vendrell. Una parroquia con dos iglesias se crea hacia 1038 en esta zona de la Catalunya Nova. Una de ellas es una ermita rom¨¢nica a 500 metros del mar rodeada de marismas, que no se eliminan hasta mediados del siglo pasado. Tierra rica en pesca, cereales, olivos, algarrobas y vi?edo, pero tambi¨¦n en mosquitos, que traen paludismo y malaria. Un lugar ¡°¨¢spero y desierto, yermo y poco sano¡±, seg¨²n describi¨® el obispo de Barcelona, que impulsa su traslado al actual n¨²cleo de la localidad 300 a?os despu¨¦s. Pero los vendrellenses dedican el nuevo templo al mismo santo y prometen recordar sus or¨ªgenes visitando la ermita cada a?o en procesi¨®n. Cada 6 de agosto a¨²n se cantan los goigs a Sant Salvador.
Playa de arena fina
En la playa la arena?¨¦s fina, la onada rient la pren per joguina, escribi¨® Apel¡¤les Mestres, ilustre veraneante como ?ngel Guimer¨¤. Ahora, sin embargo, ya no es blanca ¡°com flonjo tapis por peus de sultana¡±. La construcci¨®n del puerto de Coma-ruga en un arenal en los setenta, ?qu¨¦ gran idea!, modific¨® la l¨ªnea de la costa al vaciar de arena la playa, que se acumula en la vecina. Una dragadora vaci¨® a diario la bocana de levante y el puente a los muelles acab¨® por ser derruido porque ya no pasaba sobre el mar. Pero en vez de devolver la arena a su sitio, Fomento llen¨® con arenisca de otro lugar ¡ªsucia, polvorienta y marr¨®n¡ª, lo que hab¨ªa sido una maravillosa playa de arena fina y blanca. Han pasado dos d¨¦cadas y la naturaleza lo va devolviendo a su estadio natural y en la orilla volvemos a disfrutar del tacto de la arena perdida, pero en distinto color.
Durante el siglo XVIII tambi¨¦n es el tercer puerto de Catalu?a en exportaci¨®n de vino. A Espa?a, Europa y Am¨¦rica. Estamos en la playa de Vendrell que fa olor mesclada de garrofa i vi novell, seg¨²n Josep Carner. Los buques fondean para no encallar en el banco de arena o sacallets, que decimos en esta franja del litoral tarraconense que mira al sur. En invierno ver¨¢s como el sol se levanta y se acuesta sobre el mar.
En esta playa ¡ªrica en peces, cangrejos y conchas, deliciosas tallarinas que com¨ªa de ni?a¡ª conviven pescadores y boters, la otra industria de la comarca. Las botas de vino acababan en los barcos de un comercio que mengu¨® con la llegada del ferrocarril, cuando apenas despuntaba el turismo con las primeras casetas de ba?o. Entonces, mi bisabuelo convenci¨® a su mujer, pubilla de una familia de comerciantes de Vendrell, para transformar un almac¨¦n frente al mar en ocho apartamentos. Ella no lo vio claro. Y ¨¦l argument¨®: ¡°Muy mal tendr¨¢ que ir el pa¨ªs para que los cr¨ªos no jueguen en la playa¡±. Los ni?os a¨²n chapotean en la orilla, nadan, hacen castillos, se rebozan de arena y los pescadores plantan ca?as. Los profesionales desaparecieron pero recuerdo, antes de que construyeran el paseo mar¨ªtimo, a Indalecio, Lola y Pilar, que viv¨ªan debajo de casa. Ellas reparando redes; ¨¦l arrastrando la barca hasta las terrazas al atardecer, no sea que un temporal se la lleve mar adentro.
Estamos al lado de Les Madrigueres, los ¨²nicos 500 metros del litoral de la comarca que no han sido engullidos por el urbanismo. Un espacio protegido entre la actual y la antigua desembocadura de la riera de La Bisbal, donde anidan aves. M¨¢s all¨¢, cerca de Calafell, se divisa el edificio racionalista del sanatorio de Sant Joan de D¨¦u ¡ªhoy hotel Ra¡ª construido en los a?os veinte para sanar a los ni?os tuberculosos con las propiedades curativas del sol y de las aguas yodadas de la zona.
A algunos les da por recorrer el mundo de vacaciones. Yo planto la ca?a en Sant Salvador. Como canta Joan Issac ¡°si un d¨ªa he d¡¯anar-me¡¯n, deixeu lliure una cadira, si pot ser amb el sol de cara, que jo vull quedar-me aqu¨ª¡±.
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