Un ¡®blues¡¯ de septiembre
La inminencia impracticable de una ruptura del Estado de Derecho no parece quitarle el sue?o a casi nadie. Es m¨¢s, tal vez podr¨ªa hablarse de s¨ªntomas de amnesia
Es extra?a la sensaci¨®n de regresar a Barcelona a finales de agosto y reencontrarse con que, antes de las vacaciones, el presidente de la Generalitat y la mayor¨ªa que lo sustenta en el parlamento auton¨®mico ya hab¨ªan decidido saltarse el Estado de Derecho. Hab¨ªamos olvidado aquel panorama de declaraciones unilaterales, insumisi¨®n y desplantes al Estado mientras lo que fue el potente grupo parlamentario de CiU en el Congreso de los Diputados queda relegado a los esca?os del gallinero con Homs de estratega. Para una clase pol¨ªtica que generalmente desacierta, septiembre ser¨¢ un mes de bluespor mucho que se extrapolen al alza los datos de la asistencia a las convocatorias de la Diada, un acontecimiento que despu¨¦s del auge secesionista muchos ven como un recordatorio de tiempos mejores, cuando la independencia estaba a la vuelta de la esquina. Ahora la pregunta suele ser: ?Y qu¨¦ hace Artur Mas?
Como anexo a la crisis migratoria europea, el impacto del terrorismo islamista, el Brexit o el agujero negro turco, ah¨ª tenemos una crisis espec¨ªfica que afecta a la ciudadan¨ªa de Catalu?a, en la l¨ªnea melanc¨®lica del blues pre-oto?al. Este blues queda inmerso en la cacofon¨ªa de tantas crisis que se encabalgan o de alguna manera pretenden identificarse como crisis particularista. No sabemos si las crisis europeas tienen o no que ver con una crisis de Catalu?a que ha ido desfigur¨¢ndose y perdiendo la identificaci¨®n un¨ªvoca con la causa de una esencia hiperemancipada, al tiempo que uno puede ir por ah¨ª quemando constituciones sin que logremos distinguir entre la ley y el pulso ¨¢tono del pueblo que regresa de vacaciones y parece haberse olvidado de que est¨¢bamos en plena mutaci¨®n catalana.
En este trance algo fl¨¢cido, lo que pueda estar haciendo Artur Mas tiene una relevancia muy reducida. Ahora la pol¨ªtica catalana vacacional no da ni para uno de los tradicionales suquets que se escenificaban como una variante del famoso oasis. Todo eso genera la melancol¨ªa de las empresas imposibles. Cada vez parece m¨¢s insustancial lo que pueda hacer la presidenta del parlamento de Catalu?a o lo que haga la CUP con las efigies de la historia sagrada. Incluso Gr¨¤cia parece no estar para algaradas y m¨¢s bien busca la oportunidad de lucir el bronceado y dejarse de maltratar cajeros autom¨¢ticos.
La inminencia impracticable de una ruptura del Estado de Derecho no parece quitarle el sue?o a casi nadie. Es m¨¢s, tal vez podr¨ªa hablarse de s¨ªntomas de amnesia generada por las sedimentaciones de la desmemoria colectiva. ?De qu¨¦ va el 11 de Septiembre? ?Cu¨¢ntos patriotas se inmolar¨¢n este a?o en el Fossar de les Moreres? El blues de septiembre comienza. Artur Mas consulta la br¨²jula del destino de Catalu?a y todo parece fuera de lugar. Estamos en una fase desubicada, vertiginosamente caduca. Quien sabr¨¢ si ese blues de Catalu?a acaba en ensimismamiento aut¨®ctono o si tiene algo que ver con los ciclos cr¨ªticos de nuestros d¨ªas. Hablamos de malestar de la democracia, de malestar europeo, de malestar de Espa?a pero habr¨ªa que ver si el malestar de Catalu?a no va por su cuenta, a tientas y a ciegas, al margen.
Van y vienen los ujieres del Tribunal Constitucional con la documentaci¨®n de desacatos. Cabe preguntarse c¨®mo hemos llegado a esto. Lo m¨¢s ex¨®tico es que parece no importarle a nadie. El talante de desconexi¨®n no hace saltar fusibles. Asombra que toda una circunstancia sobrecargada ¡ªte¨®ricamente¡ª de historicismo nacionalista carezca de sentido hist¨®rico. Ahora mismo, despu¨¦s de vacaciones, es como si estuvi¨¦ramos de nuevo en la tertulia del casino republicano-federalista, explicando que Catalu?a ha ganado los Juegos Ol¨ªmpicos o que Abraham Lincoln era oriundo de Vic. TV3 y Catalunya R¨¤dio acogen esa tertulia y la propagan a diario, con significativas bajas de audiencia. Los medios de comunicaci¨®n de la Generalitat y su entorno digital van a resistirse al blues porque instintivamente intuyen que han llegado al todo o nada. Seg¨²n parece, el secesionismo pensante no va a reconocer sus excesos dial¨¦cticos y su manipulaci¨®n de la historia, a pesar de que incluso el Abad de Montserrat haya dado un giro. Aquella conspiraci¨®n montserratina de la que tanto hablaban Pla y Tarradellas queda en el alero, tal vez por agotamiento. Como dice el blues, casi ya no se sabe quien pens¨® que de un plumazo se puede constituir un nuevo Estado miembro de la Uni¨®n Europea desgajado de Espa?a.
Valent¨ª Puig es escritor
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