?Cuestionarse o ganarse la confianza?
El gobierno tiene que reformular las relaciones con la CUP, aproximarse a los Comuns y, sobre todo, terminar con el guirigay del proc¨¦s
Cuando el presidente Carles Puigdemont decidi¨® someterse a una cuesti¨®n de confianza tras el veto de la CUP y el fiasco del proyecto de ley de presupuestos para 2016, sab¨ªa que si no propon¨ªa retirar o frenar la hoja de ruta pactada al inicio del mandato obtendr¨ªa los mismos resultados que en su investidura: el apoyo de Junts pel S¨ª y de la CUP, y el rechazo de las dem¨¢s formaciones pol¨ªticas. Y parece que as¨ª ser¨¢. Por lo tanto, la cuesti¨®n no es saber si la CUP sigue secundando los objetivos pactados en su d¨ªa, puesto que nunca ha dicho lo contrario e incluso utiliz¨® el argumento de ser fieles a lo acordado para rechazar los presupuestos de 2016.
Y es que la cuesti¨®n de confianza no es tanto una modalidad de control donde los parlamentos pueden exigir responsabilidades pol¨ªticas a los gobiernos, como un instrumento en manos del poder ejecutivo para provocar la atenci¨®n medi¨¢tica y social y presionar a los grupos parlamentarios. Cuando un presidente de gobierno presenta una cuesti¨®n de confianza es para ganarla, sacar pecho y mejorar su valoraci¨®n social.
El presidente Puigdemont deber¨ªa proponerse un triple reto en la cuesti¨®n de confianza del mi¨¦rcoles: iniciar una nueva etapa en las relaciones con la CUP, conseguir que el entorno social de los Comuns apoye sin fisuras el refer¨¦ndum y ampliar la confianza de la sociedad catalana.
El rechazo de la CUP a los presupuestos puso al descubierto una mala metodolog¨ªa de negociaci¨®n entre el gobierno y los anticapitalistas. La ambig¨¹edad del texto del acuerdo de estabilidad entre Junts pel S¨ª y la CUP que facilit¨® la investidura de Puigdemont requer¨ªa planificar mejor la coordinaci¨®n parlamentaria para ¡°hacer efectivo el mandato democr¨¢tico de creaci¨®n de un Estado catal¨¢n independiente en forma de Rep¨²blica¡±, como se?ala la resoluci¨®n del Parlament de 9 de noviembre de 2015. Puigdemont debe restablecer cuanto antes la confianza bidireccional entre Junts pel S¨ª y la CUP, que es el ¨²nico soporte para lograr cumplir con los objetivos gubernamentales.
El gobierno tambi¨¦n sabe que los partidos sat¨¦lites de los Comuns son fundamentales para presionar en favor del refer¨¦ndum. Puigdemont deber¨ªa aprovechar la cuesti¨®n de confianza para clarificar y unificar las interpretaciones sobre el proceso para conseguir la independencia de Catalu?a, enfatizar la v¨ªa del refer¨¦ndum y, apelando a la mayor¨ªa social que lo respalda, pedir a los Comuns que acepten, como defensores del derecho de autodeterminaci¨®n, ¡°no cerrar la puerta a la independencia de Catalu?a si la sociedad catalana as¨ª lo manifiesta de forma mayoritaria¡± o ¡°si persiste la negativa estatal a modificar la situaci¨®n actual¡±, como ya se aprob¨® en el documento program¨¢tico de la Convenci¨®n Nacional de ICV en febrero de 2015.
Todas las hojas de ruta para la independencia tienen como denominador com¨²n la necesidad de sumar una mayor¨ªa social favorable al llamado derecho a decidir que conf¨ªe en el gobierno que lo lidera. El independentismo sigue contando con un amplio apoyo popular, pero la confianza hacia el gobierno y su presidente no parecen gozar de la salud necesaria para erigirse como paladines de un cambio radical de las estructuras pol¨ªticas. Es urgente e imprescindible para Puigdemont y su ejecutivo ganarse la confianza de m¨¢s catalanes.
Casi en el ecuador de los dieciocho meses previstos para que el gobierno ¡°lleve a Catalu?a a las puertas de un nuevo Estado¡±, la mayor¨ªa de los catalanes, seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro del CEO, suspende la gesti¨®n (4,35) del gobierno de Catalu?a y aprueba por los pelos (5,05) la actuaci¨®n pol¨ªtica de Puigdemont. Son cifras muy bajas para un gobierno que necesita agrandar su credibilidad social.
Resulta especialmente significativo que ¨²nicamente los que votaron Junts pel S¨ª el 27-S valoren positivamente la gesti¨®n del gobierno y con una puntuaci¨®n inferior a 6 sobre 10, que una sexta parte de los que afirman que votar¨ªan Junts pel S¨ª desconf¨ªen del gobierno catal¨¢n o que los catalanes menores de cincuenta a?os suspendan la actuaci¨®n de Puigdemont. Y resulta inquietante para el independentismo que los catalanes conf¨ªen m¨¢s en la polic¨ªa nacional espa?ola y la guardia civil (4,71) que en el gobierno de la Generalitat (4,41).
El gobierno tiene que reformular las relaciones con la CUP, aproximarse a los Comuns y, sobre todo, terminar con el guirigay del proc¨¦s, clarificar sus objetivos y formular propuestas de futuro veros¨ªmiles. Puigdemont debe dedicar la cuesti¨®n de confianza a gan¨¢rsela.
Jordi Matas Dalmases es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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