El eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil
La abstenci¨®n patri¨®tica del PSOE est¨¢ a punto de certificarse, pero a un alto coste, que demuestra que briosas estrategias pueden tener catastr¨®ficos efectos colaterales
Y la voluntad de los poderosos se hizo carne. La misma noche del 20-D, cuando las urnas nos regalaron un mapa multipartidista, empez¨® a propagarse el mensaje de que el PP y el PSOE ten¨ªan que encontrar la manera de ponerse de acuerdo. El bipartidismo hab¨ªa sido desafiado. Se percib¨ªa una disimulada inquietud en el mundo dinero, acostumbrado al orden sin sorpresas del r¨¦gimen a dos. Y en los medios de comunicaci¨®n se generaliz¨® la separaci¨®n entre partidos constitucionalistas y no constitucionalistas, como si no hubieran llegado todos respetando las mismas reglas del juego. Y as¨ª el terreno se iba estrechando: s¨®lo PP, Ciudadanos y PSOE eran habilitados para gobernar. Despu¨¦s del 26-J, la consigna se hizo m¨¢s precisa: tiene que gobernar el PP y el PSOE hacerlo posible. La abstenci¨®n patri¨®tica del PSOE est¨¢ a punto de certificarse, liquidado el ¨²ltimo resistente: Pedro S¨¢nchez.
El largo tiempo que se habr¨¢ necesitado y los altos costes que habr¨¢ tenido, empezando por el desmantelamiento del PSOE, la otra columna del r¨¦gimen bipartidista, demuestra que las m¨¢s briosas estrategias pueden tener catastr¨®ficos efectos colaterales. Parec¨ªa que el PSOE se hundir¨ªa si apoyaba Rajoy y ahora resulta que se ha quebrado antes de dar el paso. Hay mucha gente dispuesta, queriendo o sin querer, a ganar batallas para Rajoy para que ¨¦ste pueda salirse con la suya sin hacer nada.
Para los amantes de las teor¨ªas conspirativas hay pocas dudas: esta operaci¨®n ha sido orquestada desde las m¨¢s altas estancias del poder econ¨®mico y medi¨¢tico y s¨®lo pod¨ªa acabar triunfando. Pero su poder no ser¨¢ tan fuerte como se cree -o como ellos creen- si ha sido tan costoso alcanzar el objetivo. Lo cual indica que es posible responder y contrarrestar determinadas estrategias si hay voluntad pol¨ªtica y apoyo ciudadano. Por poco que las cosas se hubiesen hecho bien -por ejemplo, sin desde?ar las opciones que urdi¨® Pedro S¨¢nchez inicialmente- todo pod¨ªa haber sido distinto. Pero S¨¢nchez no os¨® desafiar las l¨ªneas rojas impuestas como verdades colectivas (no a Podemos, no a los soberanistas) por miedo a la revuelta interior en el partido y no por ello la ha evitado.
Ciertamente ha habido campa?a, ciertamente ha habido presiones poderosas, pero el desenlace no ha sido s¨®lo fruto de grandes conspiraciones. La hegemon¨ªa ideol¨®gica en este pa¨ªs sigue estando decantada a la derecha y cuando las alegr¨ªas del cambio han demostrado sus debilidades se ha producido un movimiento a favor de la moderaci¨®n tranquila (como nos se?alan las casos de Feijoo y Urkullu) y el PSOE se ha visto en fuera de juego. Pedro S¨¢nchez ha querido emprender una ambiciosa operaci¨®n de convertir al PSOE en alternativa real al PP, despu¨¦s de haber sido incapaz de derrotarle en las elecciones, a pesar del cruel balance de la derecha, pero no ha subido sumar fuerzas por la ambig¨¹edad de su proyecto (un d¨ªa con Ciudadanos, otro con Podemos) y por falta de determinaci¨®n. Una parte del PSOE, obsesionada en mantener sus mermadas cuotas de poder, no ha calculado que la debilidad del partido -viejo y anquilosado doctrinalmente- es tal que cualquier maniobra es de riesgo: queriendo salvar el estatus quo han quebrado el partido. Y Podemos, que consigui¨® romper el juego bipartidista, no ha tenido la lucidez estrat¨¦gica ni la solidez organizativa para hacer avanzar sus propuestas de cambio y arrastrar al PSOE. Y as¨ª lleg¨® la hora de la verdad. Y todo se rompi¨® por el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil. Y este era el PSOE.
De modo que el hist¨®rico partido socialista ha sido la primera v¨ªctima del impulso renovador que surgi¨® del 15-M. No anticip¨® el cambio, lleg¨® ya debilitado al nuevo escenario, no supo moverse en ¨¦l (s¨®lo un 30% de sus votantes tienen menos de 40 a?os) y se descompuso antes de que ¨¦ste llegara. Un golpe palaciego que muestra a un partido dividido, impotente y sin norte, firma la sentencia. La consigna de los poderosos puede acabar triunfando, pero el coste habr¨¢ sido alto. El PSOE queda brutalmente herido y el pa¨ªs m¨¢s descompensado. Las teor¨ªas conspirativas tienen ¨¦xito porque dan sentido a situaciones absurdas y evitan que cada cual tenga que asumir sus responsabilidades. Y en el PSOE son muchos los que deber¨ªan dar explicaciones y no solo del lado de Pedro S¨¢nchez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.