El dinosaurio dej¨® la huella de sus escamas
Hallada en el prepirineo catal¨¢n la excepcional impresi¨®n de la piel de un gran saur¨®podo de hace 66 millones de a?os
¡°Cuando despert¨®, el dinosaurio todav¨ªa estaba all¨ª¡±. Nada como el famoso microrrelato de Monterroso para tratar de explicar la maravillosa sensaci¨®n que produce contemplar, e incluso tocar, la impresi¨®n en relieve de su cuerpo que dej¨® uno de esos extintos animales (y uno muy grande, seguramente un titanosaurio) al sentarse, reclinarse o caerse en suelo fangoso hace 66 millones de a?os. La piel del dinosaurio qued¨® grabada en la blanda superficie que luego se rellen¨® de arena y se petrific¨® conservando por un rar¨ªsimo azar el relieve exacto en negativo de la superficie cubierta de escamas. Qued¨® para la posteridad ¨Cpara nosotros- el ins¨®lito testimonio directo del paso por el mundo de una bestia portentosa cuya familia se acercaba entonces a su extinci¨®n.
Observar en un remoto y peque?o barranco del prepirineo catal¨¢n, donde ha sido hallada, esa roca con la huella de la piel escamosa del dinosaurio es como mirar el flanco de un drag¨®n de verdad. Entre unos peque?os pinos y abetos, haciendo equilibrios en una pendiente de tierra arcillosa de color bermell¨®n sangre, se llega a la pared donde brota un granulado p¨¦treo de unos 26 cent¨ªmetros de largo: se observan perfectamente una treintena de grandes escamas poligonales, pentagonales y hexagonales; otras tantas est¨¢n menos definidas. A un metro y medio de esta primera impresi¨®n hay una segunda, m¨¢s peque?a (unos 5 cent¨ªmetros) y menos clara, con solo siete escamas. El excepcional f¨®sil (¨²nico en Europa de su clase) lo hall¨® V¨ªctor Fondevilla, del departamento de Geolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, y su estudio, publicado en el Geological Magazine lo firman el propio Fondevilla, su colega ge¨®logo Oriol Oms y los investigadores del Instituto Catal¨¢n de Paleontolog¨ªa Miquel Crusafont y del Museo de la Conca Dell¨¤ Bernat Vila y ?ngel Galobart.
Fondevilla y Galobart presentaron el descubrimiento el martes in situ (aunque el lugar exacto ha de quedar en secreto para evitar el hurto y el vandalismo) en su agreste paraje a cerca de1.500 metros de altura en las proximidades de Vallcebre (Alt Bergued¨¤), para¨ªso de senderistas, buscadores de setas y paleont¨®logos. Para hacer boca y contextualizar el hallazgo primero nos llevaron frente a la impresionante pared gigantesca del vecino yacimiento de Fumanya Sud (en el municipio de F¨ªgols), cubierta de rastros de pisadas (icnitas) de dinosaurios. Una pirueta geol¨®gica ha colocado en vertical las huellas, igual que lo ha hecho m¨¢s all¨¢ con la impronta de la piel. Hace millones de a?os la zona era un paraje costero inundable, un pantano junto al mar, y luego la desembocadura de un r¨ªo. Los dinosaurios proliferaban aqu¨ª y eran a su manera felices. Una felicidad que no durar¨ªa mucho (en t¨¦rminos amplios). Estos dinosaurios catalanes, que medraban al final del Cret¨¢cico Superior, fueron, seg¨²n los especialistas, de los ¨²ltimos que pisaron la Tierra. Sus vidas se desarrollaron muy cerca del l¨ªmite de la extinci¨®n a partir de la cual dejaron de existir todos los dinosaurios.
¡°No sabemos c¨®mo y con qu¨¦ parte del cuerpo hizo la marca el dinosaurio, quiz¨¢ al agacharse, seguro que no con las extremidades delanteras o traseras¡±, explica Fondevilla, un joven que ha tenido, como su colega la prevenci¨®n de llevar un buen forro polar para la ocasi¨®n, no como otros. ¡°Es una marca puntual, no muri¨® all¨ª, solo toc¨® con el cuerpo en el suelo embarrado¡±.
¡°En esta zona nos encontramos hace 71-66 millones de a?os, justo antes de la extinci¨®n de los dinosaurios¡±, contin¨²a, y se oye a lo lejos un gemido quejumbroso que nos suena a todos muy spielbergiano. Resulta ser una vaca. ¡°Que sepamos se trata de la impronta de piel de dinosaurio m¨¢s moderna del mundo¡±, subraya el investigador. El hallazgo de la impronta fosilizada de una piel no es tan relevante como hallar la piel misma fosilizada ¨Co el Grial paleontol¨®gico de las momias fosilizadas de dinosaurio, como Dakota o Leonardo-, pero es muy inusual. ¡°Aqu¨ª tenemos muchas pisadas, huesos, huevos, pero jam¨¢s hab¨ªamos encontrado algo as¨ª como esta impronta. En Norteam¨¦rica y en Asia s¨ª se han hallado, pero en toda Europa muy pocas y ninguna del Cret¨¢cico Superior¡±. La relevancia de las fechas estriba en su cercan¨ªa a la extinci¨®n. El dinosaurio que se recost¨®, o cay¨®, era de los ¨²ltimos que pisaron la Tierra. Es bastante seguro que se tratara de un titanosaurio, el enorme saur¨®podo cuellilargo ¨Cherb¨ªvoro- que med¨ªa entre 15 y 20 metros. No solo por el tama?o de las escamas sino porque cerca de la marca se ha hallado una pisada de la misma especie y porque los titanosaurios eran muy habituales en Fumanya. Tambi¨¦n hab¨ªa hadrosaurios (dinosaurios picos de pato), pero sus escamas son m¨¢s peque?as.
Fondevilla resalta que la impresi¨®n evidencia algo fascinante: ah¨ª estuvo el dinosaurio vivito y coleando. Una evidencia mucho m¨¢s directa que los huesos. Galobart aprovecha para hablar del fin de los dinosaurios, mientras en unos riscos en la distancia pueden verse las siluetas de unos buitres. ¡°Hay diferentes teor¨ªas. Una propone que ya estaban tocados por fen¨®menos como el vulcanismo antes del impacto del asteroide, que habr¨ªa sido el golpe de gracia. Pero lo que vemos aqu¨ª en esta ¨¦poca final es una gran diversidad de dinosaurios, lo que parece contradecir su declive y que pasaran un mal momento: tres o cuatro especies de hadrosaurios, otras tantas de ter¨®podos (carn¨ªvoros), entre ellos unos peque?os cazadores del tipo de los velocirraptores, y dos de saur¨®podos ¡°. De la impresi¨®n f¨®sil se ha hecho un molde y est¨¢ por decidir si el original se extrae para impedir que alg¨²n canalla lo robe o da?e.
El trayecto en el coche 4X4 junto a los dos investigadores hasta la impresi¨®n de la piel result¨® muy excitante, digno de Parque Jur¨¢sico. En el camino, Galobart se?al¨® en otra pared un rastro de un saur¨®podo adulto y otro juvenil que hab¨ªan caminado juntos cuando Raquel Welch era joven. Llegamos a la zona secreta, un mini Olduvai, y Fondevila se encaram¨® por el resbaladizo terrapl¨¦n para se?alar la marca de la piel del dinosaurio. Explic¨® que al verla por casualidad durante un registro geol¨®gico enseguida comprendi¨® lo que era. Los p¨¢ridos en los ¨¢rboles callaban mientras tanto ante el p¨¦treo testimonio del ancestro. Trep¨¦, en un revoltijo de bloc, bol¨ªgrafo y nervios, hasta llegar al lado del descubridor. Me sujet¨® con el brazo. Alargu¨¦ la mano y toqu¨¦ la fr¨ªa superficie del grumo cret¨¢cico. Las escamas. Cerr¨¦ los ojos y en un fogonazo el paisaje devino c¨¢lido y extra?o. La roca pareci¨® palpitar bajo mis dedos y Monterroso dir¨ªa que el dinosaurio despert¨®.
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