Pas¨¢rselo bien y contagiarlo
En el segundo concierto en Barcelona de 'El Gusto es nuestro: 20 a?os', Ana Bel¨¦n, Serrat, R¨ªos y V¨ªctor Manuel demostraron de nuevo su gran complicidad
A veces la primera impresi¨®n es la buena. Nada m¨¢s aparecer los cuatro protagonistas sobre el escenario el supuesto ambiente de concierto de tiros largos se esfum¨® completamente. Hoy puede ser un gran d¨ªa no son¨® en ese momento por casualidad, era una aut¨¦ntica declaraci¨®n de intenciones: no solo pod¨ªa ser un gran d¨ªa, iba a serlo. Los cuatro cantando, por supuesto, pero tambi¨¦n movi¨¦ndose, riendo, intercambiando miradas de complicidad. Aquello parec¨ªa m¨¢s una fiesta entre colegas dispuestos a pas¨¢rselo lo mejor posible que un concierto.
Ana Bel¨¦n, Joan Manuel Serrat, Miguel R¨ªos, V¨ªctor Manuel: El gusto es nuestro, 20 a?os.
Palau Sant Jordi, 13 de octubre.
Y la primera impresi¨®n se fue confirmando a lo largo de las tres horas y cuarto de fiesta compartida porque lo m¨¢s importante es que, ya casi desde el primer momento, contagiaron esas ganas de pas¨¢rselo bien al personal que llenaba el Sant Jordi por segunda vez. El inicio de la gira de conmemoraci¨®n de los veinte a?os de El gusto es nuestro pas¨® por Barcelona a principio del verano y el Sant Jordi agot¨® el papel. Ahora, cerrando la gira, han regresado al mismo recinto y las entradas se agotaron todav¨ªa m¨¢s r¨¢pido. Sin duda el boca-oreja funcion¨® mejor que cualquier publicidad.
A pesar de estar todo vendido, a las nueve en punto el polideportivo presentaba un pobre aspecto. En el exterior, sin embargo, se viv¨ªa un desconcierto descomunal con centenares de coches a la b¨²squeda de aparcamiento sorteando los ya habituales problemas de la monta?a agravados por nuevas normas de seguridad, una tormenta impresionante y el rally Catalunya Costa Daurada que imped¨ªa el acceso desde la plaza de Espa?a. Ante tama?o dislate externo los m¨¢s de veinte minutos de retraso se vivieron con bastante naturalidad aunque, eso s¨ª, entrecortados por algunos conatos de protesta.
A las 21.21 aparecieron los m¨²sicos sobre un escenario todav¨ªa en tinieblas, con las primeras notas de m¨²sica se hizo la luz y all¨ª estaban ellos. Comenz¨® Serrat y ya estaba todo ganado. Dos grandes pantallas laterales iban presentando primeros planos y una gigantesca posterior intercalaba im¨¢genes que iban de lo po¨¦tico a lo expl¨ªcito. Una banda numerosa (doce m¨²sicos y dos coristas) con bastantes pesos pesados de nuestro panorama y un magn¨ªfico sonido redondearon una propuesta pensada hasta en los m¨ªnimos detalles.
Tras el festivo inicio cada prota tuvo su espacio personal recuperando fragmentos de su historia que, en el fondo, eran fragmentos de la historia de la mayor¨ªa de asistentes. Y fueron surgiendo canciones tan clavadas en la memoria colectiva como Solo pienso en ti, Cantares, Santa Luc¨ªa, Asturias, Bienvenidos, Lia o El hombre del piano. Y tambi¨¦n fueron apareciendo los primeros d¨²os Insurrecci¨®n, M'en vaig a peu, Contam¨ªname, Soy un coraz¨®n tendido al sol.
Hubo palabras de recuerdo para el Nobel que acaba de llegar, Bob Dylan, y para el que se acaba de ir, Dario Fo, muchas bromas personales, algo de reivindicaci¨®n social y bastante buen humor. Hasta se hizo la ola animada por Miguel R¨ªos. Todo se desbord¨®, no pod¨ªa ser de otra manera en Barcelona, con un espl¨¦ndido Serrat recuperando Mediterr¨¢neo, Pare, Para la libertad y el ya cl¨¢sico d¨²o con Ana Bel¨¦n en Paraules d'Amor que esta vez tambi¨¦n cant¨® todo el Sant Jordi y aparecieron cientos de lucecitas en las gradas (antes eran velas o encendedores, ahora son m¨®viles pero el efecto se mantiene).
Y de ah¨ª a la recta final, ya en plena fiesta y con los cuatro sobre el escenario: de Esos locos bajitos al Himno a la alegr¨ªa (volvieron a encenderse las luces de los m¨®viles) con gui?os tanto a Elvis Presley como al D¨²o Din¨¢mico. Y, al final, para dejar claro que la primera impresi¨®n era la buena: Fiesta. El Sant Jordi ya se hab¨ªa venido abajo y esa fue la puntilla, pero a¨²n quedaba, ?c¨®mo no?, La Puerta de Alcal¨¢. En el exterior persist¨ªa la tormenta pero a nadie pareci¨® ya importarle.
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