Los lenguajes de Puigdemont
Cuando el President va a Madrid y ofrece di¨¢logo y conciliaci¨®n, ?espera que su auditorio haga abstracci¨®n de lo que todos los d¨ªas dice en Catalu?a?
Que el actual presidente de la Generalitat considere leg¨ªtimo saltarse la ley ya se ha hecho una costumbre aunque no por eso es menos grave. En Barcelona habla de un refer¨¦ndum s¨ª o s¨ª y en Madrid sugiere la posibilidad de pactar el c¨®mo y el cu¨¢ndo de la consulta. Eso no es ofrecer pactos sino hechos consumados. A continuaci¨®n se niega a fijar un porcentaje m¨ªnimo para la validez de la consulta. C¨®mo m¨¢ximo, asume que con un 20% de participaci¨®n ser¨ªa una derrota. Es un porcentaje bastante m¨ªnimo considerando que la sociedad catalana est¨¢ dividida por la mitad. Todo eso no es obst¨¢culo para ir exigiendo di¨¢logo. Lo mismo se dijo al dar por supuesto que una Catalu?a independiente segu¨ªa en la Uni¨®n Europea. Ahora ha sido inevitable reconocer que eso no ser¨ªa as¨ª. En consecuencia, aparece un nuevo giro del lenguaje: en realidad, Catalu?a puede estar mejor fuera de la Uni¨®n Europea que dentro.
Siendo Puigdemont el m¨¢ximo representante de Estado en Catalu?a, constatar que no aspira a una formulaci¨®n denotativa en la que se pueda decir lo mismo en Catalu?a que en el resto de Espa?a es una dislocaci¨®n del sentido plausible de las palabras. El populismo engendra populismo. Si hablamos de calidad institucional, se hace dif¨ªcil saber hasta qu¨¦ punto el lenguaje de Puigdemont tiene rigor sem¨¢ntico o m¨¢s bien es un surtido de esl¨®ganes sin ilaci¨®n con la realidad. Recientemente, el actual presidente de la Generalitat ha dicho que el fraude fiscal es lo propio de la idiosincrasia carpetovet¨®nica y que cuando se produzca la secesi¨®n, el fraude desaparecer¨¢ de Catalu?a. Deducimos que as¨ª no har¨¢n falta jueces ni fiscales.
El doublespeak que Orwell describi¨® en 1984 consiste en una distorsi¨®n deliberada de los significados, una manipulaci¨®n del sentido. Es el caso de la contraposici¨®n entre democracia y ley, derecho y voluntad del pueblo. 1984 transcurre en una sociedad totalitaria y es conveniente aclarar que la circunstancia de Catalu?a no es equiparable. M¨¢s all¨¢ de la espiral del silencio, es m¨¢s que inexacto aplicar a la sociedad catalana toda interpretaci¨®n que la identifique con las formas totalitarias. Ah¨ª tambi¨¦n es un deber ser precisos. Pero el abuso del doublespeak por parte del secesionismo deja de interesar a los habituales del caf¨¦ en el Tupinamba de la esquina. Lo hace m¨¢s obsoleto, con la consiguiente fatiga de sectores sociales significativos. Ya es tan obsoleto en Barcelona como en Madrid, pero Puigdemont insiste una y otra vez, no se sabe si por un fundamentalismo arcaico o por la inercia de un discurso que desde sus inicios se nutre de la emocionalidad, un componente pol¨ªtico que sube y baja, como la fiebre.
La pregunta, ya proverbial, se refiere a cu¨¢l Puigdemont tiene que creerse la ciudadan¨ªa. ?Cu¨¢ndo matiza algo en Madrid o cuando es tan rotundo en Barcelona? Intriga que se pueda ser la m¨¢xima representaci¨®n del Estado en Catalu?a y a la vez reincidir en la pr¨¢ctica del doublespeak, en sus momentos m¨¢s sutiles. Es decir, no cuando sostiene que la Espa?a de hoy es como la del 23-F. ?Sabe el m¨¢ximo representante del Estado en Catalu?a lo que fue el 23-F?
Cuando Carles Puigdemont va a Madrid y dice lo que dice, ?espera que su auditorio haga abstracci¨®n de lo que todos los d¨ªas dice en Catalu?a? En t¨¦rminos econ¨®micos, el empresario que estudie la posibilidad de invertir en Catalu?a, ?deber¨ªa escuchar al Puigdemont conciliador en Madrid o al Puigdemont que en el parlamento auton¨®mico est¨¢ en manos anti-sistema de la CUP? La CUP ya le rechaz¨® unos presupuestos y ¨¦l tuvo que recurrir a la moci¨®n de confianza. Ahora ha dicho a la CUP que sin presupuestos no hay refer¨¦ndum. Es de suponer que no habr¨¢ ni presupuestos ni refer¨¦ndum.
Entre los propagandistas m¨¢s asiduos de la secesi¨®n, la tesis del juste milieu ¡ªmoderaci¨®n, pacto y nuevo posibilismo¡ª provoca horror e histeria, entre otras cosas porque les priva de la transitoria satisfacci¨®n de sentirse conciencia de Catalu?a y rescinde su rol como vigilantes sabelotodo de la pureza de causa. Sin embargo, la historia progresa y regresa, del mismo modo que la acci¨®n humana puede ser imprevisible, sobre todo en momentos de inc¨®gnita como vive la sociedad catalana. Hay quien sigue emulando a Ibarretxe cuando probablemente fuese mejor asegurarse un Urkullu.
Valent¨ª Puig es escritor.
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