El Macba revisa el lado oscuro de los alegres a?os ochenta
Una exposici¨®n ofrece una lectura no oficial de la d¨¦cada
La Espa?a de los ochenta se asocia con la movida, la modernidad, el entusiasmo generalizado y la explosi¨®n creativa; un periodo en el que la dictadura deja de ser una sombra, con algunos sobresaltos como el golpe de Estado de 1981, y pasa a ser un recuerdo en un pa¨ªs que la mod¨¦lica Transici¨®n abri¨® al exterior. Esa es la historia oficial de un periodo lleno de subhistorias que reflejan las fisuras de este periodo que pas¨® a los libros como uno de los mejores de la historia reciente de Espa?a, pero los hechos demuestran que no lo fue tanto. Por ejemplo, hasta 1995 Espa?a cont¨® con una Ley de Peligrosidad Social, que mucho ten¨ªa en com¨²n con la franquista de ¡°vagos y maleantes¡±, tajante con homosexuales, toxic¨®manos o deficientes mentales, molestos para la sociedad normal. Antes, en 1987 la sala barcelonesa de la Scala fue destruida en un incendio que tambi¨¦n acab¨® con la vida de cuatro personas. Fueron acusados miembros de la CNT y la FAI pero, a d¨ªa de hoy, sigue sin aclararse, pese a que no se descarta que fuera terrorismo de estado contra el movimiento libertario.
Una revisi¨®n a estos alegres, o no tanto, a?os ochenta de Espa?a, es lo que se propone la exposici¨®n Gelatina dura. Historias escamoteadas de los 80 que puede verse en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona hasta el 19 de marzo pr¨®ximo en la que se han reunido unas 200 obras, entre fotograf¨ªas, recortes de prensa, v¨ªdeos, programas de televisi¨®n, obras de arte y c¨®mic, entre otros formatos bien diversos, el 60% de los cuales forman parte de la colecci¨®n del museo, que han sido seleccionadas por la conservadora del centro Teresa Grandas, una de las que mejor conoce las piezas.
¡°Polifon¨ªa de las voces¡±
Densa y llena de historias, esta exposici¨®n requiere la atenci¨®n del espectador. Tanto que la entrada es v¨¢lida para poder visitarla tantas veces como haga falta durante un mes. ¡°Esta muestra es una polifon¨ªa de las voces disidentes que cuestionaron el relato amable de los a?os ochenta¡±, asegura Ferran Barenblit, director del Macba.
La exposici¨®n, de todas formas, es muy entretenida al estar llena de proyecciones e instalaciones que retrotaen a esa ¨¦poca, evocando jornadas luctuosas como el atentado de Atocha de 1977, los Pactos de la Moncloa, la labor de la Copel con los presos pol¨ªticos, programas como La Clave y, m¨¢s reciente, Operaci¨®n Palace de Jordi ?vole, el nacimiento de la Feria Arco en 1982 fruto de la modernidad que se anhelaba en ese momento o rescatando los ambientes en los que se mov¨ªa el recordado Oca?a.
¡°Hubo desmemoria y olvido y no quer¨ªa dejar de remarcar ciertas operaciones de enmascaramiento de una sociedad que quiz¨¢ fue incapaz de enfrentarse a sus contradicciones o que no estaba interesada en hacerlo¡±, remarca Grandas. Seg¨²n la comisaria, la exposici¨®n no pretende llegar a conclusiones, sino ¡°abrir nuevos interrogantes¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.