El legado de la mejor pianista
El fondo documental de la vida de Alicia de Larrocha ser¨¢ accesible al p¨²blico
?¡°Aunque sea tan baja (1,49m) que apenas pod¨ªa llegar a los pedales, cogi¨® el mando del teclado como un hombre, lanzando sus peque?as manos furiosamente sobre las teclas para emitir las notas como una f¨¢brica brillante de colores y sonoridades¡±. La cita es de una cr¨ªtica que public¨® la revista Time el 15 de diciembre de 1967 de un recital de la pianista Alicia de Larrocha, el primero que hizo en el Carnegie Hall de Nueva York. Una de las decenas de cr¨ªticas de sus conciertos que a lo largo de su vida musical de 70 a?os destacaban dos cosas: la perplejidad por la fuerza de una mujer aparentemente fr¨¢gil y el perfeccionismo y sentimiento de sus interpretaciones. A De Larrocha (Barcelona, 1923-2009) no le gustaba ser el foco de nada, ni de la prensa ni de todo el ruido que hab¨ªa a su alrededor. Y mucho menos quer¨ªa que se escribiera un libro sobre ella estando en vida: ¡°No, cuando yo ya no est¨¦, haced lo que quer¨¢is¡±, espetaba a su familia. Siete a?os despu¨¦s de su muerte se ha editado Alicia de Larrocha. Notas para un genio (Alba), una biograf¨ªa escrita por la periodista musical M¨°nica Pag¨¨s que pretende llenar un vac¨ªo sobre lo que fue la vida de una de las pianistas m¨¢s importantes de buena parte del siglo pasado con una ampl¨ªsima proyecci¨®n internacional. Un texto muy documentado en el archivo familiar que se conserva y se est¨¢ organizando a conciencia ¡ªpara que sea accesible en la p¨¢gina web¡ª en el mismo piso de Sarri¨¤ en el que la pianista vivi¨® desde 1976 hasta que muri¨®.?
Aunque, en el caso de Alicia de Larrocha, el tiempo que pasaba en su casa era m¨¢s bien escaso: el poco que le quedaba entre las interminables giras por Europa, Estados Unidos, Asia¡en todo el mundo. Ni m¨¢s ni menos que 4.400 conciertos y un centenar de grabaciones en 70 a?os de carrera. Un piso, reformado por su hija, Alicia Torra, que est¨¢ impregnado de ella: recuerdos, fotos, cartas, recortes de prensa, todos los programas de mano de sus conciertos, discos, premios ¡ªuna cincuentena nacionales y de todo el mundo¡ª y, por supuesto, su piano de cola Steinwey. ¡°Entonces el piano estaba junto a la sala. Cuando estaba en casa en cuanto pod¨ªa cerraba la puerta corredera para tocar¡±, explica su hija. Para no ¡°molestar¡± a los vecinos le pon¨ªa sordina: cojines y mantas que amortiguaban el sonido. Lo mismo hac¨ªa en los hoteles en los que sol¨ªa pedir un piano para practicar, practicar y practicar.
Todo en la vida de la pianista estaba supeditado a la m¨²sica. Su familia, primero la de sus padres y hermanos y, luego, la suya propia lo asimilaron desde el primer momento. Naci¨® en una familia con cultura musical: su madre fue disc¨ªpula de Enrique Granados y su padre sol¨ªa tocar el viol¨ªn. Su t¨ªa Carolina, con la que ten¨ªa una estrecha relaci¨®n era profesora de piano. ¡°Todas las circunstancias eran propicias para que fuera pianista¡± dec¨ªa la propia De Larrocha en un documento que recoge el libro. Aprendi¨® las notas antes que las letras. Un d¨ªa, despu¨¦s de escuchar en una de las clases de su t¨ªa interpretar La primavera de Edvard Greig, Alicia se sent¨® al piano y la toc¨® de memoria. La familia decidi¨® llevarla a la Academia Marshall, la escuela continuadora de la Academia Granados. A los cuatro a?os, una Alicia con un bucle sobre la frente y las piernecitas colgando toc¨® en una sala de audiciones de esa academia. Dos a?os m¨¢s tarde tuvo su primer concierto en uno de los palacios de la Feria de la Exposici¨®n de Barcelona. De esa ¨¦poca es una divertida foto publicada en el libro en el que se ve a Alicia con una partitura apoyada en una caja en la que ?toca el piano? Con siete a?os, en 1930, debut¨® en el Palau de la M¨²sica de Barcelona y ese mismo a?o el Ayuntamiento de Barcelona le concedi¨® una subvenci¨®n de dos mil pesetas ¡°para contribuir a que siga sus estudios de piano¡±.
Fotos, cartas, recortes de prensa, todos los programas de mano de sus concentramos y discos conforman el fondo documental de De Larrocha
Fueron sus padres, primero, los que recogieron todos los testimonios documentales de los conciertos de la peque?a Alicia que evolucion¨® musicalmente con la ense?anza de Frank Marshall, su maestro al que veneraba, seg¨²n queda claro en las decenas de cartas que le escrib¨ªa cuando estaba de gira fuera de Barcelona y Espa?a. ¡°Se podr¨ªa decir que estaba pose¨ªda por el piano¡±, explica la autora del libro, M¨®nica Pag¨¨s que conoci¨® a Alicia personalmente.
¡°Espero tener otra vida para poder dedicarme plenamente a la m¨²sica¡±, escribi¨® De Larrocha y que abre el libro. Plenamente o no, lo cierto es que en la que le toc¨® vivir, la m¨²sica fue su gran pasi¨®n. ¡°Nunca he pensado en nada, mi ¨²nico ideal es la m¨²sica y hacer m¨²sica, para m¨ª es como el alimento de mi vida¡±, explicaba la pianista en una entrevista. Lo aplic¨® a rajatabla, incluso a costa de su familia. Se cas¨® con otro pianista, Juan Torra. ¡°Ya era un admirador de ella antes de conocerle personalmente y cuando se ennoviaron mi padre ten¨ªa una veneraci¨®n total por ella. En los primeros a?os llegaron a tocar juntos pero enseguida ¨¦l se dio cuenta de que era ella la que despuntaba, que era un genio¡±, subraya su hija. ¡°Alicia era un chica independiente y apasionada, a veces muy fr¨¢gil, a veces muy segura de s¨ª misma¡±, escribe Pag¨¨s.
Despu¨¦s de unos prometedores a?os treinta, en ¨¦poca de La Rep¨²blica, en los que la pianista enlazaba conciertos y recitales por Espa?a, la guerra civil impuso un forzado par¨¦ntesis y es a partir de los 40 cuando se inicia su carrera internacional. Que fue imparable. Torra, su todav¨ªa novio, fue su primer agente y despu¨¦s el que se entend¨ªa con los representantes de la artista. Tambi¨¦n fue el que continu¨® con la labor de documentalista: a Alicia le encomend¨® que le enviara dos programas de mano de cada uno de sus conciertos. Para tener registro de sus actuaciones, un amigo de la pareja, Constantin Malaxa, mel¨®mano impenitente, portaba un magnet¨®fono con micro y grababa los conciertos de la pianista en norteam¨¦rica. Centenares de esas cintas tambi¨¦n fueron al archivo familiar ¡°ahora las hemos digitalizado todas¡±, cuenta su hija abriendo un caj¨®n repleto de CD's.
La tambi¨¦n pianista Rosa Sabater, Victoria de los ?ngeles ¡ª eran coet¨¢neas¡ª Frederic Mompou, Xavier Montsalvatge, Carles Surinach, Eduard Toldr¨¤ fueron algunos de sus amigos. Su universo de relaciones tambi¨¦n giraba en torno a la m¨²sica. Arthur Rubinstein explicaba en una entrevista en 1974 que en una de sus visitas a la academia de Frannk Marshall, con quien le un¨ªa amistad, escuch¨® tocar a Alicia cuando ten¨ªa seis a?os: ¡°La escuch¨¦ interpretar un nocturno de Chopin mientras sus piernecitas bailaban en el aire. Su forma de sentir la m¨²sica es algo que ni se ense?a ni se aprende¡±. Otro de los grandes pianistas, Arturo Benedetti Michelangeli, tambi¨¦n qued¨® asombrado con una interpretaci¨®n de una joven De Larrocha ¡ªa los 20 a?os¡ª en un concurso en Ginebra. La pianista comparti¨® escenarios con todos los grandes m¨²sicos y voces de la ¨¦poca: el pianista Andr¨¨ Previn ¡ªcon quien coincidi¨® en 30 conciertos y que escribe el pr¨®logo del libro¡ª , el violonchelista Mstislav Rostrop¨®vitx o el violinista Itzhak Perlman, por citar solo a unos cuantos. A la soprano barcelonesa Victoria de los ?ngeles la conoci¨® en 1940 cuando grabaron juntas un disco de promoci¨®n de un concurso patrocinado por el co?ac Los tres Cosacos de Radio Barcelona. Y se hicieron amigas aunque tuvieron que pasar 31 a?os hasta que compartieran escenario en el Hunter College de Nueva York.
¡°Durante siete a?os no tuvieron hijos. Al principio no los buscaron y cuando los quer¨ªan, no ven¨ªan. Le operaron de ap¨¦ndice y poco despu¨¦s se qued¨® embarazada. Ella dec¨ªa que algo hab¨ªan hecho, adem¨¢s de extraerle la ap¨¦ndiz¡ Mi hermano Kiko naci¨® en 1957 y yo dos a?os m¨¢s tarde¡±, comenta Alicia. De Larrocha se tom¨® un corto par¨¦ntesis profesional, de apenas tres meses, cuando tuvo a los dos hijos. ¡°Era mi padre quien asumi¨® la crianza de los dos. Fueron unos adelantados a su tiempo e intercambiaron los papeles¡±, a?ade la hija que reconoce la dureza de tener a la madre casi siempre lejos. Tambi¨¦n lo fue para la pianista: ¡°La nena tiene un grano en la cabeza, ?es muy grande? Me parece que voy a tomar el primer tren..¡±, escrib¨ªa una angustiada Alicia a su marido en una carta del 26 de agosto de 1959 desde Santiago de Compostela.
Estaba convencida de que eran
los condicionamientos sociales
y familiares los que imped¨ªan
el desarrollo de la mujer
En una entrevista que le hicieron en 1970, la artista fue preguntada sobre si ser mujer era una ventaja o desventaja: ¡±Para m¨ª no es el hecho de ser mujer, sino la posici¨®n de la mujer, o sea, el hecho de que la mujer se casa, tiene familia, tiene un marido, un hogar. ?sa es la dificultad¡±. Estaba convencida de que eran los condicionamientos sociales y familiares los que imped¨ªan el desarrollo de las mujeres. Ella agradec¨ªa a su entorno, su familia, el poder haberse dedicado a su ¡°vocaci¨®n¡±. ¡°Se escrib¨ªan cartas cada d¨ªa y mi padre se quejaba de que le explicaba pocas cosas. Nosotros tambi¨¦n le escrib¨ªamos. Luego ya lleg¨® el tel¨¦fono¡±, recuerda su hija.
Peque?a de estatura y de menudas manos, no cesaba de ejercitar, precisamente para poder llegar a la octava y sobrepasarla hasta la d¨¦cima ¡ªdos notas m¨¢s¡ª , algo que no era problema para pianistas con manos m¨¢s grandes. ¡°Yo la recuerdo siempre estirando la palma de la mano, haciendo ejercicios en la mesa en casa, en los restaurantes, en cualquier sitio¡±, dice su hija. ¡°Este dedo me?ique es lo que me salva¡±, explicaba la artista porque su longitud era m¨¢s larga de lo normal.
¡°Las cartas y los programas han sido las principales fuentes de informaci¨®n para afrontar la biograf¨ªa, las que mantuvo primero con sus padres y su t¨ªa, luego con su novio y marido, con su maestro Frank Marshall, con sus amigos y con sus representantes, especialmente con Felicitas Keller¡±, afirma Pag¨¨s que ha estado trabajando cuatro a?os en el texto. El libro es, sobre todo, un documento que refleja la vertiginosa carrera profesional de De Larrocha a quien llegaron a bautizarla como Lady Mozart.
Su primer concierto en Estados Unidos fue en Los ?ngeles en 1954. Su amigo y m¨²sico Carles Suri?ach le advirti¨® que sin la etiqueta de Nueva York ¡°no te quieren en ninguna parte. Por lo tanto hay que pagarse el concierto¡±, escrib¨ªa en una carta que conclu¨ªa: ¡°no tengas miedo de Am¨¦rica, te cuidaremos bien¡±. Las giras por Europa y Espa?a ¡ªen Barcelona su escenario m¨¢s habitual fue el Palau de la M¨²sica y posteriormente tambi¨¦n el Auditori¡ª se suced¨ªan. En el verano de 1961 toc¨® varios conciertos en Argentina. Alb¨¦niz, Falla, Granados, Mompou, Turina, Montsalvatge, Mozart, Beethoven, Chopin, Rajm¨¢ninov ¡ su repertorio era ampl¨ªsimo. A De Larrocha no le gustaba que le encasillaran como pianista espa?ola: ¡°soy una pianista de Espa?a¡±, aclaraba la artista para poner ¨¦nfasis en que iba m¨¢s all¨¢ de la m¨²sica de compositores espa?oles.
Con 47 a?os hab¨ªa dado la vuelta al mundo. Le encantaba viajar y no tuvo ning¨²n reparo hacerlo sola, toda una rareza en aquellos a?os. Cuando llegaba al destino le iba a buscar su representante o amigos. ¡°En el avi¨®n estoy como en casa¡±, recuerda Alicia que dec¨ªa su madre. Las d¨¦cadas de los 70, 80 y 90 fueron las m¨¢s centradas en las giras internacionales, especialmente en Estados Unidos donde lleg¨® a actuar 16 veces en Nueva York en un a?o. En esa ciudad tuvo un apartamento en el que no faltaba un Steinwey que le cedi¨® la marca para que practicara y que luego, al morir la artista, regal¨® a la familia.
¡°Cuando enferm¨® nuestro padre se tom¨® un par¨¦ntesis para estar con ¨¦l, que muri¨® en 1982. Nosotros ya ¨¦ramos mayores y ella volvi¨® con m¨¢s dedicaci¨®n si cabe a sus giras y conciertos que no abandon¨® hasta que casi tuvo 80 a?os¡±, recuerda Alicia. ¡°Requer¨ªa aud¨ªfonos para seguir tocando. Sus manos se resent¨ªan de tanto trabajo acumulado¡±, precisa Pag¨¨s en el libro. La gira de despedida de los escenarios empez¨® en 2002 y sus hijos, Kiko y Alicia, se presentaron en Jap¨®n, donde estaba actuando, para darle una sorpresa el d¨ªa que cumpl¨ªa 80 a?os. El 29 de noviembre de 2003 en Jerez la artista escribi¨® en el programa de mano: ¡°?ltimo concierto de mi vida¡±. Se inici¨® entonces una vida familiar que, en realidad, nunca hab¨ªa tenido, rodeada de sus hijos y de su nieta. El uno de octubre de 2004 se rompi¨® el f¨¦mur ¡°aquello fue el principio del final¡± apunta Pag¨¦s en el libro. La pianista fue perdiendo progresivamente sus facultades por una degeneraci¨®n neurol¨®gica. ¡°A m¨ª se me hac¨ªa muy raro verla en casa¡±, dice su hija en el piso familiar en el que ella vive ahora rodeada del esp¨ªritu de su madre y, sobre todo, de su m¨²sica.
Un cr¨¢ter en Mercurio y sin calle en Barcelona
En el planeta Mercurio hay un cr¨¢ter que desde junio de 2013 se identifica como Alicia de Larrocha ¡°pianista espa?ola¡±, seg¨²n la ficha de la International Astronomical Union de la NASA. Una de las avenidas de la ciudad de M¨¢laga lleva el nombre de la pianista y de la uni¨®n de dos colegios p¨²blicos en Alcal¨¢ de Henares se construy¨® un nuevo CEIP que abri¨® sus puertas en 2013 con el nombre de Alicia de Larrocha, un episodio que no estuvo exento de pol¨¦mica porque los padres de los ni?os hab¨ªan pensado en otro nombre. ¡°A m¨ª me lleg¨® todo por una alerta en Google que me avisa de cualquier cosa que lleve el nombre de mi madre y as¨ª me enter¨¦ de la avenida de M¨¢laga y del colegio de Alcal¨¢ de Henares que me invita cada a?o a la semana cultural que hacen. Yo voy encantada y me asombra ver los trabajos que hacen los ni?os sobre ella. Hasta el coro lleva su nombre¡±.
?Y Barcelona? La ciudad en la que naci¨® y le concedi¨® una subvenci¨®n para ayudar a su formaci¨®n musical cuando era una ni?a, le concedi¨® la Llave de la ciudad en 1968, la Medalla de oro al m¨¦rito art¨ªstico en 1980 y el Premio Ciutat de Barcelona en 2000 no la ha tenido en cuenta en su nomencl¨¢tor. "La verdad es que nos cuesta un poco entenderlo. Lo llegamos a hablar con el regidor de Cultura Jaume Ciurana, en la ¨¦poca de Xavier Trias. Nos comentaron que hab¨ªa una lista de nombres en espera para calles nuevas porque cambiar el nombre de alguna que ya existe es algo complejo", explica su hija sin evitar un gesto de decepci¨®n. Ahora lo que m¨¢s preocupa a la familia es concluir el archivo que realizan dos documentalistas que acuden al piso de Sarri¨¤ casi cada d¨ªa y que sea accesible a todo el que lo quiera consultar online. "Hemos decidido hacerlo y pagarlo nosotros mismos porque si lo hubi¨¦ramos donado a alguna instituci¨®n seguro que hubiera ido a un almac¨¦n en cajas por falta de recursos. Adem¨¢s, no es lo mismo organizar un fondo conociendo bien a la persona y sus circunstancias que se encargue alguien sin esa percepci¨®n", a?ade. Dice que cuando est¨¦ listo los originales s¨ª que los ceder¨¢n a la Biblioteca de Catalunya. Pero, de momento, quieren preservar por si mismos el legado de la pianista. Siguiendo con esa idea, tambi¨¦n han apoyado un documental de su vida en el que participan TV3 y Televisi¨®n Espa?ola.
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