Las mil batas de Amancio Ortega
Despu¨¦s de que una exposici¨®n rescatase del olvido una de las prendas en las que ciment¨® su imperio Inditex, numerosas mercer¨ªas gallegas descubren en la trastienda m¨¢s vestigios del pasado del hombre m¨¢s rico de Espa?a
Si regenta usted uno de esos negocios que llevan escrito en el r¨®tulo, desde hace m¨¢s de 40 a?os, algo como "mercer¨ªa", "paqueter¨ªa", "confecciones", "novedades", "creaciones", dir¨ªjase raudo a la trastienda. Procure abrirse paso hacia las capas m¨¢s profundas. Proceda con precauci¨®n, para que no se le venga encima una avalancha textil. Y busque entre las reliquias de otros tiempos, bajo la ¨²ltima caja de la en¨¦sima pila, una etiqueta que diga GOA en tipograf¨ªa oriental, el mensaje cifrado que esconde la f¨®rmula secreta de la fortuna infinita, el mapa de la isla del tesoro. Es muy posible que, prendidas de esa etiqueta, localice varias batas de guata, de Terlenka llamativamente estampada o de pa?o Pirineo. Sepa que tiene entre sus manos una pieza de museo, el s¨ªmbolo de un imperio, los blandos y c¨¢lidos cimientos forrados en poli¨¦ster de la hucha desaforada del hombre m¨¢s rico de Espa?a.
GOA es Gaona Ortega Amancio, el nombre a la inversa del espa?ol que mide sus ceros a la diestra con Bill Gates o Carlos Slim, y tambi¨¦n el embri¨®n de Zara e Inditex, un cigoto fecundado con el incesante aguijoneo de un par de m¨¢quinas de coser en un modesto bajo de A Coru?a. Una exposici¨®n que relata la historia de Galicia a trav¨¦s de cien objetos (Galicia Cen) rescat¨® en mayo una de estas batas GOA y record¨® a todo el mundo la humilde y esforzada prehistoria de la m¨¢s poderosa empresa que ha tenido nunca esta tierra. Los organizadores contaron lo dif¨ªcil que hab¨ªa sido encontrarla, as¨ª, sin estrenar. Y entonces muchos merceros se preguntaron si a ellos tambi¨¦n se les habr¨ªa quedado alguna joya olvidada en la parte de atr¨¢s.
Despu¨¦s de que la exposici¨®n se trasladase de Santiago a A Coru?a, desde octubre y hasta ahora por tiendas de toda la comunidad van aflorando batas, pero tambi¨¦n camisones y pijamas de 30, 40 y hasta 50 a?os. Todo ello impecablemente conservado en su caja, a¨²n con el precio en pesetas ¡ª600, 1.200¡ª, y a veces indicando que la firma ya empezaba a exportar a Europa. Hoy, en el tiempo del usar y tirar, de las vol¨¢tiles tendencias, la ropa de temporada y la deslocalizaci¨®n, todos los que se reencuentran con las primeras confecciones de Ortega (salidas al principio, desde los a?os 62 y 63, de las propias manos costureras de su primera esposa, Rosal¨ªa Mera, y la esposa de su hermano Antonio) se sorprenden por la calidad.
La bata roja de tejido Pirineo que levant¨® la veda, es decir, la que se expone en Galicia Cen, fue localizada por su comisario, Manuel Gago, en la septuagenaria mercer¨ªa Mar¨ªa Victoria de Porto do Son (A Coru?a). Parec¨ªa que iba a ser la ¨²nica, un aut¨¦ntico prodigio, hasta que Juan Cabrera, otro comerciante de la misma provincia, esta vez de Boiro, revel¨® que se hab¨ªa topado con otras dos, gayas, guateadas, y sali¨® ense?¨¢ndolas en la tele. Al d¨ªa siguiente le telefone¨® un hombre misterioso y le pidi¨® que pusiera el precio que quisiese, que le compraba una.
Enseguida se supo que el objeto de deseo ten¨ªa en realidad una gran familia de primas y hermanas repartidas por tiendas antiguas, negocios traspasados o heredados: batas de invierno y de verano, de ni?a y de se?ora, alegres y hasta estrafalarias, chillonas o de luto, adem¨¢s de ma?anitas, camisones y pijamas. La mercer¨ªa Pestonit de Noia (tambi¨¦n en A Coru?a) guardaba sin sospecharlo 12 prendas intactas; La Bienvenida, de Pontevedra, otras dos; y Confecciones Carlos, de Vigo, un n¨²mero todav¨ªa por determinar, porque lleva 15 descubrimientos (todo ropa nueva y empaquetada) desde finales de octubre y contin¨²a buscando.
Sus filones est¨¢n en un desv¨¢n y en un garaje a los que iba a parar el g¨¦nero que pasaba de moda y del que nunca se deshac¨ªa porque no es "partidario, como otros, de vender a los feriantes". Cuenta que la m¨¢s veterana de todas es una bata verde "de m¨¢s de 42 a?os, fijo", y que en general son tan buenas y duran tanto que sus hijas usan desde tiempos de Maricasta?a media docena de ejemplares que jam¨¢s se ajan ni dejan de abrigar.
En este suma y sigue, Carlos Est¨¦vez, ya jubilado, ostenta por ahora el r¨¦cord y de su arsenal lencero espera m¨¢s sorpresas. Hace una semana, sin ir m¨¢s lejos, ha hallado la rareza m¨¢s exquisita localizada hasta el momento en esta fiebre arqueorteguiana que surca las viejas paqueter¨ªas galaicas: dos camisas de ni?o, de la talla 3, que no se comercializaban con la marca GOA, sino con la etiqueta F¨ªos ("Hilos" en gallego). Pero en d¨ªas anteriores Carlos tambi¨¦n ha desenterrado prendas masculinas, batas y pijamas, que GOA Confecciones vend¨ªa con el nombre comercial de Noite ("Noche").
El ¨²ltimo en levantar la mano para decir "y yo tambi¨¦n" ha sido Tom¨¢s Fern¨¢ndez, de Vilar de Barrio (Ourense), que ha topado en su tienda cuatro batas de los 70: una de ni?a, otra de mujer de color fucsia y dos oscuras, "las m¨¢s demandadas en el pueblo por eso de las cocinas de le?a". Unas prendas sufridas para el d¨ªa y la noche, la casa y la r¨²a, que "si no se vendieron fue porque resultaron peque?as" para sus vecinas. "Eran buenas y ten¨ªan salida", recuerda este comerciante que, buscando buscando, tambi¨¦n ha rescatado ropa y zapatos "de la postguerra". "Entonces los precios eran tan ajustados que no se hac¨ªan rebajas". Todo lo que quedaba? iba a parar al museo de la trastienda.
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