Normalizar, sin miedos, el castellano
Afortunadamente, el uso social del catal¨¢n ha avanzado much¨ªsimo en las ¨²ltimas d¨¦cadas, gracias sin duda al papel principal¨ªsimo de la ense?anza
Si en algo estamos todos de acuerdo es que el debate sobre la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica est¨¢ cargado de propaganda. Hoy por hoy se ha convertido en una trinchera pol¨ªtica infranqueable que hace imposible entablar un debate racional y sosegado, como ya expuso hace meses Ignacio Mart¨ªn Blanco (Per un debat racional sobre la immersi¨®, 9/09/2016). El ¨²ltimo art¨ªculo de Rudolf Ortega sobre esta cuesti¨®n, publicado el pasado 17 de noviembre en Quadern, constituye un ejemplo m¨¢s de esta dificultad para ponernos de acuerdo, ya no solo sobre lo que sus diversos defensores pretenden con este modelo, sino incluso sobre la definici¨®n de lo que es la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica. Ante las cr¨ªticas contundentes que recibe, Ortega, en lugar de responder a cuestiones concretas, realiza una defensa siguiendo el principio de elevaci¨®n universal: opta por negar que el modelo sea singular o excepcional y, con ello, restarle al mismo tiempo dramatismo. Se trata, la suya, de una curiosa interpretaci¨®n que todav¨ªa no hab¨ªamos escuchado. La inmersi¨®n, nos dice, es el sistema ling¨¹¨ªstico de ense?anza ¡°m¨¢s extendido en todo el mundo, con diferencia¡±. O sea, que no es un invento catal¨¢n copiado del Quebec, como hasta ahora cre¨ªamos todos, y sus defensores relataban con orgullo, sino la trasposici¨®n del modelo de escuela monoling¨¹e que existe en la inmensa mayor¨ªa del planeta. En definitiva, sostiene Ortega, en todas partes se hace inmersi¨®n, ni m¨¢s ni menos, eso s¨ª, en la lengua dominante o hegem¨®nica en cada sitio. Fin del problema. A quien no le guste que empiece por cuestionar lo que se hace en Francia o Burkina Faso, remata citando unos casos dif¨ªcilmente comparables con nuestra realidad.
La falacia universalista es una burda manera de eludir las objeciones conceptuales, pedag¨®gicas y sociales que se plantean al modelo de inmersi¨®n en Catalu?a. Porque parece bastante l¨®gico interrogarse sobre si la exclusi¨®n del castellano como lengua vehicular de la ense?anza no se da de bruces con el car¨¢cter estructuralmente biling¨¹e de la sociedad catalana. ?No deber¨ªa tener el castellano un mayor peso en la educaci¨®n obligatoria por razones tanto pedag¨®gicas como de reconocimiento social hacia la lengua materna de la mitad de los catalanes? Por otro lado, ?qu¨¦ sentido tiene la inmersi¨®n para los j¨®venes de familias y entornos mayoritariamente catalanohablantes? y ?acaso no supone tambi¨¦n una discriminaci¨®n para esas clases medias y populares que no pueden llevar a sus hijos a las elitistas escuelas triling¨¹es? ?Alguien puede creerse de verdad que los j¨®venes catalanes que solo reciben dos horas semanales de castellano puedan tener el mismo dominio de la lengua de Cervantes que en el resto de Espa?a donde la escuela es solo en castellano, como se afirma tantas veces desde la Generalitat? Todav¨ªa m¨¢s delicada es la sospecha de que la vehicularidad exclusiva del catal¨¢n est¨¦ incidiendo de forma negativa, junto a otros factores socioecon¨®micos, en el menor rendimiento escolar de un porcentaje significativo de alumnos de familias castellanohablantes, seg¨²n se desprende de un informe de una instituci¨®n tan poco sospechosa de antinacionalismo como la Fundaci¨® Jaume Bofill (Equitat educativa a Catalunya, 2009).
Estas y otras muchas cuestiones revelan que estamos ante un modelo cargado de ideolog¨ªa. Se pretende que el castellano acabe siendo considerado como una lengua impropia entre catalanes. Por eso se le priva de vehicularidad educativa y se limita su uso con la ciudadan¨ªa por parte de las Administraciones a situaciones excepcionales. Que no exista un conflicto ling¨¹¨ªstico perceptible es debido principalmente a la proximidad de ambas lenguas. Los problemas de comunicaci¨®n b¨¢sica son escas¨ªsimos. Pero tambi¨¦n porque los castellanohablantes por razones sociales, pol¨ªticas y culturales no practican una actitud militante en relaci¨®n a sus derechos ling¨¹¨ªsticos.
Pese a la incomunicabilidad de las posiciones cuando el encendido debate no es pedag¨®gico, creo que en realidad estamos en disposici¨®n de construir un nuevo consenso ling¨¹¨ªstico. Primero, porque hace a?os que nadie defiende una doble l¨ªnea escolar en catal¨¢n y castellano y, segundo, porque todo el mundo acepta ¡ªincluido el Tribunal Constitucional¡ª que el catal¨¢n, en tanto que lengua con menos hablantes, debe seguir disfrutando de una posici¨®n central en la ense?anza. A partir de ah¨ª, el resto cae por su propio peso. Se trata de eliminar la exclusi¨®n dogm¨¢tica del castellano como lengua vehicular y aplicar porcentajes variables (con un m¨ªnimo del 25% de horas lectivas en castellano) en funci¨®n de la composici¨®n socioling¨¹¨ªstica del territorio y del proyecto educativo del centro. Afortunadamente, el uso social del catal¨¢n ha avanzado much¨ªsimo en las ¨²ltimas d¨¦cadas, gracias sin duda al papel principal¨ªsimo de la ense?anza. La realidad es que el viejo discurso de la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica parece superado. Hoy lo que toca es normalizar sin miedos el uso del castellano en la escuela y la administraci¨®n para ser coherentes con los elogios un¨¢nimes que recibe el car¨¢cter biling¨¹e de la sociedad catalana.
Joaquim Coll es historiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.