El piloto que deb¨ªa atacar Nueva York para Hitler
Se publican las memorias de Peter Brill, aviador alem¨¢n de la II Guerra Mundial que residi¨® en Barcelona
No conozco personalmente a mucha gente que haya tratado de bombardear Nueva York para los nazis. De hecho solo a una: el aviador alem¨¢n Peter Brill, que sirvi¨® de joven en la Luftwaffe y al que visit¨¦ una vez en su casa de Barcelona, hace diez a?os. Viv¨ªa entonces al lado de los Pujol, en General Mitre; hoy alguno pensar¨¢ que puestos a bombardear pod¨ªa haberlo hecho m¨¢s cerca.
He tenido la fortuna de tratar a un buen pu?ado de pilotos de caza, e incluso de entablar amistad con varios de ellos. No precisamente con Brill, que era ¡ªfalleci¨® el 22 de febrero de 2013 en Palma de Mallorca¡ª un hombre sobrio y circunspecto, poco amigo de la broma, como puede esperarse de alguien que ha tenido en la cola un Mustang P-51 y ha sobrevivido a tres a?os de cautiverio en Rusia regresando con 45 kilos de peso y una hepatitis cr¨®nica.
El piloto de caza del que guardo mejor recuerdo y del que conservo incluso un par de cartas es el escritor James Salter, con el que pas¨¦ una tarde inolvidable hablando de la guerra de Corea en la que hab¨ªa luchado a los mandos de un F-86 Sabre (derrib¨® un Mig-15). Otro tipo estupendo al que conozco (a¨²n vive) es Chuck Yeager, el primer hombre que rompi¨® la barrera del sonido e inspir¨® Lo que hay que tener de Tom Wolfe, que ya es t¨ªtulo. Yeager, que me dedic¨® amablemente su foto junto al Bell X-1 Glamorous Glennis, el avi¨®n con el que bati¨® el r¨¦cord, hab¨ªa volado en un Mustang P-51, precisamente, y logr¨® 11 victorias y media (?), una de ellas al abatir un dif¨ªcil de pillar reactor Me-262. Luis Lavin, Antonio Nieto Sandoval, el conde Orssich, Jos¨¦ Luis Mil¨¢, Pedro Benito, y el a?o pasado, a bordo del portaviones USS Truman en el Golfo P¨¦rsico, el capit¨¢n topgun Winston Scott, en el aire Adversary, son otros de los pilotos de caza que he tenido la suerte de conocer.
Brill sospechaba que dada la falta de autonom¨ªa del He-177 (los alemanes nunca tuvieron un bombardero de largo alcance verdaderamente operativo) la misi¨®n era llegar, lanzar las bombas y luego sacrificar el avi¨®n y esperar a ser recogidos por un submarino en medio del Atl¨¢ntico.
Pens¨¢ndolo bien, podr¨ªa a?adir al teniente Eduardo Laucirica, estrellado en 1940 a los mandos de un Me-109, por la intimidad que da, al hallarlo en 2002, haber tenido en mis manos uno de sus calcetines dentro del que se conservaban a¨²n los huesos de su pie.
Peter Brill tambi¨¦n vol¨® el Messerschmitt Bf-109, que fue la columna dorsal de la Luftwaffe en la II Guerra Mundial. Que conoc¨ªa bien el aparato me lo dej¨® muy claro aquella tarde en la terraza de su casa, de la que sal¨ª sabi¨¦ndolo pr¨¢cticamente todo del caza y su manejo. Cosas como que era muy dif¨ªcil despegarlo y aterrizarlo por que ten¨ªa un tren de aterrizaje muy estrecho y te la pegabas con frecuencia. Para despegar, me detall¨®, hab¨ªa que dar gas muy despacio, bloquear la rueda de cola y levantar el avi¨®n del suelo con suavidad. Me interes¨® c¨®mo volar el Me-109, aunque no creo que haga mucho uso y, sinceramente, hubiera preferido un t¨¦ con pastas. En cambio le cost¨® un mont¨®n al viejo aviador explicarme que derrib¨® (y mat¨®) a cuatro pilotos sovi¨¦ticos con su querido Messerschmitt.
Brill es noticia p¨®stuma porque se han publicado sus memorias. Lo han hecho el investigador Pere Cardona y el cineasta Laureano Clavero en un libro, El diario de Peter Brill (Dstoria Edicions), que incluye un DVD con un documental de 31 minutos sobre el aviador v que se present¨® el otro d¨ªa en la L'Aeroteca, la librer¨ªa de aviaci¨®n barcelonesa. Fue all¨ª precisamente donde vi por primera vez a Brill, en 2006, cuando participaba en la presentaci¨®n de una novela, Operaci¨®n Hagen, que contaba una peripecia similar a la suya.
Las memorias de Brill, que dej¨® un extenso material documental incluidas cartas y filmaciones, son muy interesantes (m¨¢s en el aspecto t¨¦cnico que en el humano), aunque demuestran que el autor era mejor volando con la Luftwaffe que escribiendo. Explica sus or¨ªgenes familiares y su juventud en la Alemania nazi. Su hermano mayor era miembro de las SA y Brill apunta de pasada que le parece que fue jefe de un distrito de la Polonia ocupada, lo que suena bastante siniestro. Por si acaso, nunca hablaban del tema. El propio Brill marca mucho las distancias con los nazis, aunque admite que todos los alemanes "perdimos el norte". ?l era de los que ni vieron ni supieron nada. Esa mayor¨ªa para la que Hitler no era lo bastante expl¨ªcito (y mira que se esforzaba el t¨ªo). Su pasi¨®n siempre fue volar y empez¨® en las Juventudes Hitlerianas (cuyo himno nunca olvid¨® y cuyo carnet conservaba). En 1941, con 17 a?os, entr¨® voluntario en la Luftwaffe. Vio una vez a Goering y la impresi¨®n que le caus¨® "no fue favorable", lo que desde luego le honra.
Con 19 a?os lo enviaron, y esto es lo m¨¢s excepcional de las experiencias b¨¦licas que contaba, a un grupo especial para pilotar un bombardero Heinkel He-177 Greif. La misi¨®n a la que estaba destinado era ?bombardear Nueva York! Pero el trasto no lleg¨® a funcionar bien y la operaci¨®n se cancel¨®. Nunca les explicaron detalladamente en qu¨¦ consist¨ªa el plan, pero Brill sospechaba que dada la falta de autonom¨ªa suficiente del He-177 (los alemanes nunca tuvieron un bombardero de largo alcance verdaderamente operativo capaz de ir a EE UU y volver) la misi¨®n era llegar, lanzar las bombas y luego sacrificar el avi¨®n y esperar a ser recogidos por un submarino en medio del Atl¨¢ntico. Cu¨¢nto hab¨ªa de fantas¨ªa y de realidad en el relato de Brill es dif¨ªcil de decir. En el interesant¨ªsimo Luftwaffe over America (2016), el especialista Manfred Griehl deja claro que los nazis en realidad jam¨¢s pudieron bombardear EE UU, m¨¢s all¨¢ de alg¨²n ataque testimonial (como hicieron los japoneses), que pod¨ªa haberse organizado con hidroaviones o repostando en vuelo. Ganas no les faltaban: Hitler se pon¨ªa como una moto imaginando Nueva York en un mar de fuego, los rascacielos como torres en llamas ¡ª?lo que hubiera disfrutado con el 11-S!¡ª. Ni ideas (incluida la coheter¨ªa y aviones tan extravagantes como las alas voladoras de los hermanos Horten).
Guardo un recuerdo ambivalente de Brill. Fue apasionante pasar la tarde con ¨¦l, admirar sus bonitas maquetas de aviones y o¨ªrle hablar del He-177, de Johannes Steinhoff, uno de mis aviadores favoritos y que fue comandante en el Jagdgeschwader 77 (JG 77), la escuadrilla de caza en la que vol¨® ¨¦l; o de su participaci¨®n en la casi suicida Operaci¨®n Bodenplatte, el 1 de enero de 1945. Pero para m¨ª que el viejo piloto guardaba demasiados buenos recuerdos de todo aquello. Adem¨¢s, ?c¨®mo sentir mucha afinidad por alguien que de haber podido llegar a Manhattan nos hubiera dejado sin el Metropolitan, los dinosaurios del Museo de Historia Natural, la librer¨ªa Strand y las incomparables hamburgesas de The Spotted Pig?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.