Un muerto y una cr¨®nica
El periodismo de sucesos versa en realidad sobre lo que mueve al ser humano: el amor, el dinero o el poder
¡°?Trabajas?¡±. Cuando recibo el mensaje, cojo aire: es domingo 1 de enero a las diez de la noche, mi ¨²ltimo d¨ªa de vacaciones. Con resignaci¨®n, cierro el Ipad donde ve¨ªa la serie The Oa. Al principio, la informaci¨®n es difusa: un tiroteo con uno o m¨¢s muertos en la entrada de la avenida de Meridiana de Barcelona. El regreso al trabajo es atropellado, anticipado y con deudas, entre ellas esta cr¨®nica.
Hay quien habla de una pelea en un bar que acaba a tiros. Pero la due?a enseguida lo niega. En poco m¨¢s de una hora, lo m¨¢s b¨¢sico queda claro: un hombre de 32 a?os ha sido asesinado, otro de unos 30 est¨¢ herido cr¨ªtico, y una joven de 22 ha recibido el rebote de una bala en la pierna. Les han disparado cuando iban en coche. Son todos dominicanos.
El d¨ªa siguiente es un d¨ªa de calle. De la avenida de Meridiana, donde dos j¨®venes me mienten cuando dicen que no conocen a las v¨ªctimas. Los dem¨¢s son vecinos que solo oyeron gritos o vieron a una joven sangrando. Algunos explican como propio lo que han dado en televisi¨®n. Otros te animan a que leas a alg¨²n medio de la competencia, ¡°que ya lo cuenta todo¡±.
De all¨ª, al Instituto de Medicina Legal, donde tras varias intentonas, nadie te recibe. Se prueba suerte esperando en la puerta, por si alguno de los que sale es el m¨¦dico forense. No caer¨¢ esa breva. Una fortuna similar se corre en los juzgados. La jueza que estaba de guardia el domingo acaba de irse. Bingo. Por no mencionar lo del secreto de sumario. En el hospital tampoco hay nada: ni en urgencias, ni en el bar, ni en planta, ni en ning¨²n sitio hay rastro de familia, amigos o conocidos de las v¨ªctimas.
Vuelvo a la redacci¨®n con la libreta llena de ¡°no tengo ni idea¡±; ¡°solo pasamos por aqu¨ª¡±, ¡°no te puedo decir nada¡±, ¡°estoy de vacaciones¡±¡ Pero el diario vive ajeno a mi fracaso. Todo son felicitaciones de a?o nuevo, besos, abrazos y alguna noticia de mi inter¨¦s. En mi ausencia, desde Madrid han publicado un tema en el que yo trabajaba. Bien. Tampoco se tuvo en cuenta otro tema que deb¨ªa haber salido. Bien tambi¨¦n.
El martes lo veo clar¨ªsimo. Despu¨¦s de dos desayunos, 12 conversaciones telef¨®nicas, y una sugerente llamada de mi jefe, ¡°cuando puedas hablamos de los temas de la semana¡±, lo que necesito es correr. Me calzo las bambas y bajo hasta la playa, donde me cruzo con varios grupos que ruedan m¨¢s r¨¢pido y mejor. Pienso en Murakami, no en lo de que no le hayan dado el Nobel, sino en lo de por qu¨¦ corremos.
Regreso dispuesta a rastrear a todos los dominicanos de Barcelona, de Espa?a y, por qu¨¦ no, de parte del extranjero. Salto de la muerte de El Turco, asesinado en una discoteca latina el 22 de abril en Barcelona, al caso en noviembre de otro dominicano, hallado muerto con varios balazos dentro de un coche en Hospitalet. Los Mossos sospechan que lo de la Meridiana es una venganza.
Sigo d¨¢ndole vueltas. Pienso en el v¨ªdeo con los dos hombres desplomados dentro del coche, que alguien colg¨® justo despu¨¦s del crimen. Decidimos no publicarlo. Encuentro otro v¨ªdeo en el que salen las tres mujeres justo despu¨¦s del tiroteo. Gritan, lloran, llaman por tel¨¦fono¡ Tampoco lo difundimos.
¡°Se te ve muy tranquila, ya debes tener escrita la cr¨®nica¡±, me interrumpe con socarroner¨ªa un compa?ero. Lo miro por encima del ordenador y le sonr¨ªo pensando en aquella ya m¨ªtica frase de la Pantoja (¡°dientes, dientes¡±). Es ya mi¨¦rcoles. No avanzo en el caso de la Meridiana. No avanzo en la cr¨®nica. No avanzo corriendo. Cojo las cosas y me voy. De camino al ascensor, me encuentro a mi mentor: ¡°?Qu¨¦? ?Tienes ya la cr¨®nica?¡±, me pregunta sonriente. Clavo la mirada en el suelo y dejo que las puertas se cierren.
El jueves es el d¨ªa. ¡°Tienes una apertura esper¨¢ndote¡±, me recuerda mi jefe. Y no es ni el crimen de la Meridiana, ni es la cr¨®nica, ni es el tercer tema que cre¨ª tener atado hasta que descubr¨ª con sonrojo que lo hab¨ªa publicado ya otro medio. Corro de nuevo. Esta vez pienso en los sucesos.
?Qu¨¦ es el periodismo de sucesos? Una amiga muy dada a mezclar a gente variopinta usa siempre la misma f¨®rmula para presentarme, a su entender muy exitosa: ¡°Es periodista, escribe de los asesinatos y desgracias que pasan. Preg¨²ntale lo que quieras, lo sabe todo¡±. Yo prefer¨ªa cualquier otra presentaci¨®n. Incluso que no me presentase.
El periodismo de sucesos versa en realidad sobre lo que mueve al ser humano: el amor, el dinero, el poder¡ Detr¨¢s de lo que se titula Tiroteo en la Meridiana, Macroperativo antidroga en La Mina o Redada contra la prostituci¨®n en La Rambla hay personas, con una historia pasada que explican una realidad presente. Un terreno inequ¨ªvocamente resbaladizo, donde cabe una informaci¨®n seria y rigurosa. ?Interesa el periodismo de sucesos? A juzgar por las audiencias (que no lo son todo), s¨ª.
Y sigo corriendo, ya de camino a la redacci¨®n, con las energ¨ªas renovadas y las preocupaciones intactas. ?Y la cr¨®nica? ?Y la apertura? ?Y Delmy? ?Qui¨¦n es en realidad Delmy? ?Por qu¨¦ nadie quiere hablarme de ¨¦l?
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