Cervantina
El l¨ªder provisional del PP, Garc¨ªa Albiol, propone que el Estado contraataque con dos medidas: que ¡®la Roja¡¯ juegue m¨¢s en Catalu?a y trasladar el Instituto Cervantes a Barcelona
Admit¨¢moslo: su situaci¨®n no es c¨®moda. Investido por ¡°dedazo¡± l¨ªder provisional del Partido Popular de Catalu?a en julio de 2015, Xavier Garc¨ªa Albiol suma ya un a?o y medio de interinidad; y, de cara al congres o que el PPC celebrar¨¢ por fin en marzo, a¨²n no tiene la plena seguridad de que, siguiendo las m¨¢s ancestrales costumbres de la casa, las jerarqu¨ªas madrile?as no vayan a buscarle hasta el ¨²ltimo minuto un recambio menos bronco, con mejor imagen social: aquel m¨ªtico mirlo blanco que llevan persiguiendo desde los tiempos de Fraga.
Adem¨¢s, y en las ¨²ltimas semanas, a Garc¨ªa Albiol le ha surgido un problema adicional, que se llama Enric Millo. La anterior delegada del Gobierno central, la se?ora Llanos de Luna, con su mentalidad estrictamente funcionarial y su alergia a las entrevistas, suscit¨® en el mundo independentista grandes antipat¨ªas a base de repartir denuncias y multas, pero no generaba un discurso pol¨ªtico que ocupase espacio en el supermercado de los partidos. En cambio, Millo es un parlamentario con m¨¢s de dos d¨¦cadas de experiencia y un importante cambio de trinchera (de CiU al PP) a sus espaldas. Y, desde que tom¨® posesi¨®n, no ha cesado de prodigarse en los medios, defendiendo con tes¨®n las tesis dialoguistas de Mariano Rajoy y tratando de trasladar a la opini¨®n la idea de que, aqu¨ª, los que no quieren dialogar son los Puigdemont, Junqueras y compa?¨ªa.
As¨ª las cosas, ?qu¨¦ le queda por decir a Garc¨ªa Albiol, una vez excluida la posibilidad de que la culpa de todo la tengan, como en Badalona, los gitanos rumanos? Seguramente nervioso ante tal panorama, el exalcalde intenta evitar que le eclipsen del todo lanzando, de vez en cuando, alguna ruidosa andanada verbal con la que procura diferenciarse del lenguaje ¡°diplom¨¢tico¡± de Millo. El pasado s¨¢bado, en una entrevista a Europa Press, denunci¨® que ¡°una parte de la escuela p¨²blica se ha convertido en un instrumento de adoctrinamiento a favor del sentimiento independentista y en contra de lo que significa Espa?a¡±.
Por descontado, esta grav¨ªsima imputaci¨®n contra decenas de miles de docentes de este pa¨ªs, y la amenazadora exigencia de ¡°medidas correctoras¡± al respecto, no iban acompa?adas de ninguna prueba, de ning¨²n ejemplo concreto: ni un centro, ni una asignatura, ni un manual escolar, ni el enunciado de un ejercicio o examen en los que fuese patente la voluntad de adoctrinamiento independentista y antiespa?ol. Tal vez consciente de lo gaseoso de su denuncia, Garc¨ªa Albiol quiso mostrarse tambi¨¦n propositivo; las instituciones del Estado ¡ªanunci¨®¡ª contraatacar¨¢n redoblando su presencia en Catalu?a (los dirigentes del PPC han anunciado esto mismo una decena de veces en el ¨²ltimo lustro), y ¨¦l propone dos medios para hacerlo: celebrar m¨¢s partidos de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol en Catalu?a, y trasladar a Barcelona el Instituto Cervantes.
Ateo como soy de la religi¨®n del f¨²tbol, me confieso incapaz de calibrar el impacto de dos o cuatro partidos de la Roja en estadios catalanes sobre los resultados de los siguientes sondeos del CEO o del CIS. En cambio, no puedo m¨¢s que aplaudir la idea de la mudanza del Cervantes. Antes, sin embargo, ser¨ªa prudente preguntar c¨®mo lo ven los funcionarios madrile?os de aquella instituci¨®n; no vaya a ocurrir lo mismo que cuando el ministro Montilla quiso trasladar a Barcelona la Comisi¨®n Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones, y una buena parte del personal se le sublev¨® contra semejante ¡°deportaci¨®n¡±.
Una vez resuelto este detalle, bienvenido sea el Instituto Cervantes a la Ciudad Condal. Es cuesti¨®n de ponerse a buscar enseguida una sede dotada de empaque (a la actual, el edificio de las Cari¨¢tides en la calle de Alcal¨¢, el empaque le sobra, de manera que no nos vale un principal del Eixample). Cuando el inmueble barcelon¨¦s est¨¦ a punto, sugiero encarecidamente poner a su entrada este texto, en letras bien grandes: ¡°Los corteses catalanes, gente enojada, terrible y pac¨ªfica, suave; gente que con facilidad da la vida por la honra, y por defenderlas entrambas se adelantan a s¨ª mismos, que es como adelantarse a todas las naciones del mundo¡± [Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Segismunda, Libro Tercero, cap¨ªtulo XII].
Tal vez as¨ª, cuando las autoridades inauguren la sede, lo leen y se enteran de algo. A no ser, claro, que tambi¨¦n consideren al Pr¨ªncipe de los Ingenios un adoctrinador independentista.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.