Jueces y periodistas
De la misma manera que hoy ya nos es imposible creer en la imparcialidad de la justicia, el peso de las l¨ªneas editoriales acaba desvirtuando el contenido de los medios
La justicia espa?ola ha conseguido una haza?a memorable. Con el tes¨®n que les caracteriza, los jueces patrios han logrado que muchas de sus actuaciones se perciban como arbitrarias. Sabemos que hay secciones de la polic¨ªa que pueden elaborar y filtrar informes falsos, conocemos las ¨ªntimas relaciones entre partidos y cuerpos y fuerzas de seguridad y vemos actuaciones judiciales con un revuelo medi¨¢tico tan poco casual que pensar en que existe complicidad es lo m¨¢s normal del mundo.
Hay ¨¢mbitos como el de las normas, las leyes y las reglas, que soportan pocas excepciones. La p¨¦rdida de credibilidad de quienes viven de ellas afecta al sistema de manera letal. La manida frase de no poner la mano en el fuego por nadie, tan aplicada para pol¨ªticos, afecta tambi¨¦n hoy a jueces y a fiscales. Vemos c¨¢maras en las actuaciones judiciales, comprobamos coincidencias reiteradas en calendarios procesales y constatamos una vez tras otra que hay detenciones y puestas en libertad que son tan r¨¢pidas como sorprendentes.
La justicia espa?ola ha llegado a normalizar la sospecha sobre sus actuaciones, ha creado una atm¨®sfera en la que la sensaci¨®n de prevaricaci¨®n es permanente. Llegar a ese punto no es nada f¨¢cil, hay que mantener una constancia digna de encomio. Hay que llevar adelante casos como el del Yak-42 y mantener en buena forma instituciones tan politizadas como el Tribunal Constitucional.
Los despliegues espectaculares y las puestas en libertad masivas se acaban percibiendo como la operaci¨®n escarmiento, el reverso de la operaci¨®n di¨¢logo. Que detengan a dieciocho personas, para soltarlas a la ma?ana siguiente sin tan siquiera pasar por delante de juez convierte en sospechosa habitual a la propia justicia. M¨¢s que a justicia, suena a castigo.
Pero, claro, la cosa no acaba ah¨ª. La justicia tiene un eco medi¨¢tico que tampoco ayuda a que la mujer del C¨¦sar parezca honrada. Sixte Cambra y yo nos parecemos como un huevo y una casta?a pero, aunque sea poco fan suyo no puedo evitar pensar en la escena en la que alguien lee en la prensa digital que est¨¢ detenido. Antes de que sucediese. Hay digitales y sectores de la polic¨ªa que obran as¨ª y hay prensa seria que publica veinte noticias en la misma direcci¨®n pero que despu¨¦s ni tan solo se cuestiona si ha sido utilizada. Quiz¨¢s hoy su funci¨®n es, precisamente, ser ¨²til y ser utilizada. Puede que de ah¨ª provenga el sesgo de las l¨ªneas editoriales, que se acaban confundiendo con la selecci¨®n de noticias que se publican. La justicia no es la ¨²nica instituci¨®n que vive de su credibilidad.
De la misma manera que hoy ya nos es imposible creer en la imparcialidad de la justicia, el peso de las l¨ªneas editoriales acaba desvirtuando la palabra de los medios. Cuando la l¨ªnea editorial coincide con una desproporci¨®n de noticias publicadas de su cuerda, aunque estas sean ciertas, ?no se est¨¢ expulsando a una parte del p¨²blico y de la realidad? ?No es prensa para convencidos?
La justicia espa?ola hace tiempo que hace lo mismo. La descripci¨®n que ha hecho Antoni Vives de su detenci¨®n es para escucharla en la Facultad de Periodismo, al lado de las noticias publicadas. D¨ªganme ingenuo, pero la prensa deber¨ªa estar ah¨ª para hacer de contrapeso, aunque Vives no sea santo de su devoci¨®n.
La desproporci¨®n y la animosidad del lado que se escoge crea paisajes uniformes, sin contraste ni contrapoder. Obliga a blancos y negros que empiezan a situar la opini¨®n como ¨²nico espacio de divergencia frente a la informaci¨®n. La mezcla de presiones judiciales y medi¨¢ticas, la aparici¨®n de informes falsos, la defensa corporativista que siguen algunos ministros y la combinaci¨®n de intereses estrat¨¦gicos en los cargos de las llamadas puertas giratorias hace que el valor de la noticia se deval¨²e. Que no se compre el peri¨®dico, vaya.
Con todo, me parece la mar de bien que los mejores y m¨¢s potentes focos se centren en el movimiento independentista, por algo ser¨¢. Sucede que luego algunas noticias como los supuestos pagos de los servicios de inteligencia a las supuestas amantes de la monarqu¨ªa quedan en la penumbra. Mejor darle fuerte a Irene Rigau que hacer un buen seguimiento de la sentencia de las cl¨¢usulas suelo. ?Qu¨¦ peligro, el banquillo del 6-F, comparado con el de las cloacas del Estado! ?Y qu¨¦ silencios sobre los bancos, sobre los que de verdad desobedecen el Estado de derecho! La justicia, aqu¨ª, no es ciega, es algo peor: la justicia se nos ha hecho periodista.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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