Los dilemas de cerrar la Modelo
La remodelaci¨®n de la antigua c¨¢rcel deber¨ªa ser un modelo de transformaci¨®n pero tiene visos de acabar siendo una soluci¨®n por decreto
En las afueras de Dublin se alza la Kilmainham Gaol, una prisi¨®n monumental constru¨ªda en 1792 y reformada en el siglo XX para alojar a los protagonistas de las luchas por la independencia. Cerr¨® cuando Irlanda se convirti¨® en Estado y en 1960 abri¨® como memorial, adem¨¢s de servir de plat¨® a algunas grandes pel¨ªculas testimoniales. En el nombre del padre es la primera que viene a la cabeza cuando se entra en el patio cubierto, tan blanco, flanqueado de celdas repartidas en varios pisos. Los cub¨ªculos tienen en la puerta la placa del h¨¦roe que lo ocupara y algunos est¨¢n decorados con pinturas religiosas y na¨ªf a la manera de la capilla gitana de Helios G¨®mez en la Modelo. La visita sobrecoge. Son espacios de sufrimiento. Algo vivo sigue encerrado entre esos muros.
Lo primero que plantean la Modelo o Kilmainham es el problema de la periferia. La izquierda del Eixample, en 1900, era tierra de nadie y por eso se le dieron equipamientos como el matadero y la prisi¨®n. Hoy se va a Kilmainham en tranv¨ªa, pero sigue desconectada del centro de la ciudad, y nosotros mandamos la Modelo a la Zona Franca.
Todas las ciudades ubican sus nimby en las afueras, como si eso no castigara el futuro de una zona concreta: pensemos en la desembocadura del Bes¨°s, con sus artefactos energ¨¦ticos, o esa l¨ªnea de mar de Sant Adri¨¤ todav¨ªa colonizada por naves industriales obsoletas. Precisamente el F¨°rum reivindic¨® con orgullo que Barcelona asum¨ªa la depuradora y la integraba en su barrio emergente y discutible.
Por eso resulta curioso que un Ayuntamiento que quiere ser de ruptura insista en poner la c¨¢rcel donde no se vea, donde el conflicto que entra?a no moleste, como sus antecesores. La Zona Franca, que poco a poco va cambiando de nombre para dar paso a barrios en vias de consolidaci¨®n, no tuvo ocasi¨®n de opinar: no sabemos hacia d¨®nde quer¨ªan crecer, o c¨®mo. Lo que se nos dice es que se ha cambiado el uso en unos terrenos industriales, sin gente.
El segundo dilema es si una ciudad con grandes necesidades tiene que afrontar la inversi¨®n descomunal del traslado de la Modelo. Ya s¨¦ que entre Ayuntamiento y Generalitat han permutado parcelas y edificios como por arte de magia para presentar un resultado presupostario cero, pero aunque as¨ª fuera ¡ªlas permutas las carga el diablo¡ª el gasto de adecuar la Modelo ser¨¢ elevado.
Es obvio que l'Esquerra de l'Eixample merece tanta atenci¨®n como cualquiera, no ser¨¦ yo quien diga que los barrios de clase media pueden pasar con lo que tienen: vivo en Les Corts y s¨¦ de qu¨¦ hablo. Pero la Modelo llevaba encallada tantos a?os. Claro que al final ser¨¢ mucho m¨¢s espectacular y tangible el cambio de la calle Enten?a que cualquier logro del Pla de Barris, y eso tambi¨¦n pesa sobre las prioridades. Todo el mundo pasa por delante de la Modelo, pero mucha gente no ha ido jam¨¢s al barri Bes¨°s.
Queda otro tema dif¨ªcil: ?qu¨¦ preservar exactamente? La Modelo es un edificio feo, antip¨¢tico, gubernamental, represivo. Pero est¨¢ podrido de historia, y no s¨®lo de antifranquismo. ?O nos olvidamos de la lucha de los presos comunes de la COPEL subidos a los tejados, ahora que un pobre desgraciado ha vuelto a hacerlo para proclamar que su vida es una mierda? Ha habido m¨¢s presos comunes que pol¨ªticos, en la Modelo, pero apuesto a que se impondr¨¢ la hegemon¨ªa de la memoria dogm¨¢tica. Sigamos. Es obvio que hay que guardar la galer¨ªa central, el invento del pan¨®ptico, y sin duda uno de los brazos, esos pasillos cercados de rejas. Pero ?m¨¢s? No es ni la estructura ni la textura para transformarse en un instituto o una guarder¨ªa o una residencia. Abajo las murallas.
Habr¨¢ en esto un acuerdo ¡ª?qui¨¦n est¨¢ titulado para opinar?¡ª y eso plantea el ¨²ltimo dilema. La lista de equipamientos que se hizo hace veinte a?os puede haber caducado, no porque la ciudad haya cambiado, sino porque se han modificado nuestras expectativas sobre la ciudad. Le pedimos otras cosas.
En definitiva, la Modelo plantea todos los interrogantes que abre el hecho simple de hacer ciudad: centro-periferia, memoria, futuro, espacio p¨²blico, participaci¨®n. Sinceramente, yo no veo que el debate se est¨¦ produciendo ¡ªo propiciando¡ª fuera de los diarios. ?Ser¨¢ otro proceso de participaci¨®n nominal, sin eficacia ni sinceridad? La Modelo deber¨ªa ser un modelo de transformaci¨®n y tiene visos de acabar siendo una soluci¨®n por decreto. Y con medallas.
Patricia Gabancho es escritora.
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