Dal¨ª ¡®vuelve¡¯ a Barcelona
El historiador Ricard Mas reconstruye en un libro la intensa relaci¨®n del pintor con la ciudad durante toda su vida
Tres de las cuatro ramas familiares del pintor Salvador Dal¨ª (Figueres, 1904-1989) eran barcelonesas. Su primera exposici¨®n individual se celebr¨® en 1926 en las Galer¨ªas Dalmau de esta ciudad. Muchos de sus amigos de toda la vida fueron de Barcelona. Durante d¨¦cadas, siempre que Dal¨ª iba y ven¨ªa a Estados Unidos pasaba unos d¨ªas en esta ciudad, aloj¨¢ndose en el hotel m¨¢s lujoso de entonces que era el Ritz ¡ªsu cuartel general en la ciudad desde 1935¡ª, adem¨¢s de m¨²ltiples estancias durante una o varias jornadas para impartir conferencias, asistir a inauguraciones, participar en actos p¨²blicos, cenas o espect¨¢culos en el Liceo o el Palau de la M¨²sica, pero tambi¨¦n en tablaos flamencos, plazas de toros, cabarets, circos, discotecas de moda o en el zoo, donde se retrat¨® con el gorila blanco Copito de Nieve.
La geograf¨ªa de Dal¨ª est¨¢ llena de referencias a la capital catalana, pero, hasta ahora, estas intensas vivencias no estaban recogidas en ninguna publicaci¨®n monogr¨¢fica. Dal¨ª i Barcelona, del historiador y cr¨ªtico Ricard Mas pone fin a este vac¨ªo con un libro ¡°un atlas cartogr¨¢fico de vida¡± lleno de historias y de an¨¦cdotas protagonizadas por Dal¨ª en esta ciudad que acab¨® convirti¨¦ndose, junto a Nueva York y Par¨ªs en un escaparate donde dio a conocer, la mayor¨ªa de veces de forma multitudinaria, su obra y sus vivencias. Mientras que Figueras, Cadaqu¨¦s y Portlligat fueron sus lugares de trabajo, su vivienda y su mausoleo.
Sin calle ni plaza
¡°En septiembre de 1975 un periodista de France Press le pregunt¨® a Salvador Dal¨ª sobre las ejecuciones franquistas de cinco prisioneros pol¨ªticos y el pintor acab¨® asegurando que, en realidad se necesitaban tres veces m¨¢s ejecuciones. Eso le acab¨® reportando un alejamiento definitivo de la intelectualidad catalana¡±, explic¨® ayer Mas durante la presentaci¨®n de su enorme e ilustrado volumen de 555 p¨¢ginas y m¨¢s de 400 fotograf¨ªas editado por el Ayuntamiento de Barcelona; un libro ¡°de artista¡± que ha contado con el dise?o de Jes¨²s Gald¨®n que ha hecho una relectura destacando frases, textos e im¨¢genes de la presencia del genio de Figueres en esta ciudad. Sus declaraciones sobre el terror del franquismo y el hecho de que ignorara a Barcelona y Catalu?a en sus ¨²ltimas voluntades en favor del Estado siguen pesando en la imagen negativa que todav¨ªa se tiene de ¨¦l. Tanto, que pese a que han pasado casi 30 a?os de su fallecimiento Dal¨ª no tenga una calle, avenida o plaza en Barcelona. ¡°Se le ha negado el pan y la sal de cualquier distinci¨®n, por esas desagradables declaraciones¡±, explic¨® Mas.
¡°Barcelona es una ciudad infradalinizada¡±, asegur¨® Mas, que ha enumerado la escasa y poco conocida presencia de sus obras en esta ciudad: menos de media docena de obras en el MNAC y una c¨²pula en el Palacete Alb¨¦niz por la que el Ayuntamiento pag¨® tres millones de pesetas. ¡°Un precio de risa comparado con lo que se estaba pagando por su obra¡±, explica Mas, pese a la polvareda que gener¨® cuando trascendi¨® el precio.
El libro recorre ¡°de forma detectivesca¡± y analiza, a partir de las publicaciones de prensa, libros y revistas y de entrevistar a m¨¢s de 50 personas que conocieron y compartieron momentos con Dal¨ª, la genealog¨ªa barcelonesa del pintor, todas y cada una de las exposiciones, sus conferencias, ente ellas las pol¨¦micas de 1930 y 1950 en el Ateneu Barcelon¨¨s, sus estancias en Barcelona con su gran amigo Federico Garc¨ªa Lorca, rastreando los lugares que ellos visitaron, como el Teatro Goya donde el granadino estren¨® su primer ¨¦xito teatral, Mariana Pineda, en 1927, con decorados y vestuario de Dal¨ª. Tambi¨¦n c¨®mo Dal¨ª era un gaudiniano convencido y se dedic¨® a reivindicar a este arquitecto y al Modernismo en general cuando casi nadie cre¨ªa en ¨¦l y siempre que pod¨ªa se retrataba en la Pedrera, la Casa Batll¨® y el Parc G¨¹ell.
M¨¢s de 50 entrevistas
Los espect¨¢culos, el arte, el comercio y la gastronom¨ªa, con sus rutas por los mejores restaurantes de la ciudad, acompa?ado por una cohorte de seguidores. Las personas entrevistadas por Mas para reconstruir este puzle en el que ha empleado m¨¢s de dos a?os y medio, son casi tan variadas como los mundos en los que se mov¨ªa Dal¨ª: estilistas, cantantes, ch¨®feres, neur¨®logos y m¨¦dicos en general, pilotos de helic¨®pteros, madames de prost¨ªbulos, escultores, travest¨ªs, editores, pintores, anticuarios, adem¨¢s de los familiares vivos del pintor. Todos aportan su experiencia y sus vivencias con Dal¨ª. ¡°Pese a que han pasado muchos a?os, todos los recuerdan como divertido, genuino y ocurrente¡±, record¨® Mas.
¡°Lo curioso es que siempre sal¨ªa en las p¨¢ginas de Sociedad, nunca en las de Cultura¡±, puntualiz¨® el autor que cree que su libro puede dar origen a nuevas publicaciones desarrollando cada uno de sus 12 cap¨ªtulos. ¡°O una tesis sobre Dal¨ª y la prensa¡±.
Barcelona fue de los ¨²ltimos lugares en el que se vio vivo al pintor, cuando sali¨® de la cl¨ªnica Quir¨®n en 1988, dos meses antes de fallecer. En el ep¨ªlogo el libro se cuenta c¨®mo la ciudad intent¨® enmendar la plana antes de que fuera demasiado tarde, viajando el alcalde Pasqual Maragall con la Medalla de Oro de la Ciutat para coloc¨¢rsela antes de ser enterrado, ¡°para no quedar mal con la historia¡±. Despu¨¦s de su trabajo para Mas no hay duda de que el balance entre Barcelona y Dal¨ª es, ¡°de momento, negativo¡±.
El consolador de los Beatles
El libro est¨¢ lleno de an¨¦cdotas, casi todas verificadas. Una que el autor reconoce que no ha podido comprobar es la que sit¨²a a Dal¨ª en el restaurante Reno con los Beatles. Mientras cenaban envi¨® al chofer a por unos regalos a la calle del Tigre, que al poco rato vino con cuatro cajas de enormes lazos. Cuando el cuarteto abri¨® sus cajas vieron, estupefactos que conten¨ªan enormes consoladores ¡°hechos a mano¡±.
Las historias sobre sexo abundan en el libro. Una es la que cuenta c¨®mo en 1962 o 1964 Dal¨ª, amante de visitar burdeles, se present¨® en uno con un grupo de mujeres y un pato. Tras degollar con un cuchillo al ave, las se?oras le ayudaron a desabrocharse el pantal¨®n y a introducir su miembro en el ano del pobre animal. Lydia Artigas, Se?ora Rius, narra para Mas como vio dos veces al Divino, que as¨ª se hac¨ªa llamar. Preguntada por la escena del pato asegura: "No lo v¨ª, hab¨ªa mucha gente y me tapaban".
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