Una ¡®Yerma¡¯ colectivizada

Entrar en el teatro de Garc¨ªa Lorca es abrir la puerta de un jard¨ªn, cerrar la cancela y tirar la llave. Un jard¨ªn encantador, laber¨ªntico y peligroso. Colores vibrantes, aromas embriagadores. Y tambi¨¦n veneno acechando a sus v¨ªctimas en p¨¦talos, hojas y n¨¦ctares para hacer perder la raz¨®n, y espinas que abren heridas y dejan la ropa hecha jirones, y fangos inesperados que hacen del enso?ador paseo una expedici¨®n pesarosa. En este jard¨ªn se ha metido Marc Chornet con su joven compa?¨ªa para poner en escena su adaptaci¨®n de Yerma, una tragedia sobre la maternidad insatisfecha, o sobre la insatisfacci¨®n a secas. Una propuesta sobre la aridez existencial de una relaci¨®n sin deseo que invade el escenario con la simbolog¨ªa directa de la arena.

Aunque no emerge indemne de la visita al laberinto, la funci¨®n que ocupa el Teatre Akad¨¨mia es una mirada viva sobre la obra de Lorca, sobre todo por la naturalidad con la que Chornet construye las escenas que incitan a la complicidad entre los personajes. La comunicaci¨®n f¨ªsica que crea entre las mujeres es franca, con un lenguaje corporal que conecta con una femineidad que evita los lugares comunes y los clich¨¦s lorquianos. M¨¢s aliadas que amigas cuando toca compartir una posici¨®n en la vida en la que parten con desventaja. El ¨²nico c¨ªrculo donde romper silencios e intercambiar desencantos, con el sexo como fracaso com¨²n. Una Yerma colectivizada ¡ªcon un macho que se vislumbra sexualmente incompetente en las entrel¨ªneas de este montaje¡ª, aunque siempre quedan los momentos de frustraci¨®n ¨ªntima y solitaria, excelentemente interiorizados por Alba Jos¨¦, que en esas frases de secreto desconsuelo se desprende de extra?os acentos rurales para confesarse sin liarse en la estranguladora enredadera de la l¨ªrica lorquiana.

Por p¨¢nico a no caer en la trampa asfixiante del esteticismo de un poema teatralizado se han producido precisamente los mayores ara?azos de esta atractiva propuesta esc¨¦nica. Una incomprensible huida para caer en brazos de un impostado neorrealismo atemporal con los acentos arraigados en una tierra de t¨®picos. Entonces hablan raro, con la dicci¨®n de un paisaje marchito entre Arag¨®n y Extremadura, de boina lavada de Mart¨ªnez Soria. Una melod¨ªa agreste tan artificial como las ¡°yermas¡± que parecen sacadas de un cuadro de Romero de Torres, con esa piel de impoluto bronce manierista. Es un adorno adem¨¢s innecesario que Chornet hace desaparecer de sus actores y actrices cuando los sentimientos y los pensamientos se vuelven serios y profundos. Entonces todo suena claro y verdadero, en sinton¨ªa con el discurso expresado con los cuerpos, especialmente por el elenco femenino, reivindicando plaza del oprimido de las mujeres del mejor cine italiano, desde Arroz Amargo a Bell¨ªsima.