El primer adi¨®s (sin l¨¢grimas, con emoci¨®n)
Raimon celebr¨® este viernes en el Palau de la M¨²sica el primero de los 12 conciertos con los que ha querido despedirse del p¨²blico barcelon¨¦s
Pasaban tres minutos de las diez de la noche y hasta las 18 musas modernistas del escenario del Palau parec¨ªan inquietas. En la gran sala el murmullo expectante, que hab¨ªa ido creciendo en intensidad, se cort¨® de repente. Las luces se apagaron y todo el p¨²blico puesto en pie salud¨® con una ovaci¨®n de esas que solemos calificar como de gala la aparici¨®n de Raimon sobre la tarima. Camisa roja, pantal¨®n oscuro, guitarra en la mano. Raimon aplaudi¨® a su p¨²blico y su p¨²blico le aplaudi¨® a ¨¦l: "Gracias por venir". Pod¨ªa parecer la rutina de cualquier concierto del cantautor valenciano pero en la noche de ayer todo era diferente. Cada gesto, cada palabra, cada canci¨®n, cada aplauso ten¨ªa un significado muy especial: para muchos de los presentes iba a ser la ¨²ltima vez que le ver¨ªan cantando sobre un escenario.
Entre la nota i el so marc¨® el inicio del primero de los doce conciertos con los que Raimon ha querido despedirse del p¨²blico barcelon¨¦s. Y los que le conocen, aunque sea solo un poco, ya saben que si Raimon dice adi¨®s, es un adi¨®s de verdad. Nunca ha jugado a las medias verdades y nada parece indicar que la cosa vaya a cambiar precisamente ahora. Los que abarrotaban el Palau lo sab¨ªan (como lo sabr¨¢n los que lo llenar¨¢n en los once conciertos restantes para los que pr¨¢cticamente ya no quedan entradas) y, sin duda, disfrutaron intensamente cada segundo. No hubo l¨¢grimas pero una sensaci¨®n de congoja recubri¨® la l¨®gica euforia de lo que fue un concierto sensacional.
Raimon hab¨ªa dicho que quer¨ªa despedirse en forma (finire in bellezza fueron sus palabras exactas) y ayer demostr¨®, una vez m¨¢s, que sin duda sus 76 a?os pesan ("Amb m¨¦s records que projectes", canta en una de sus ¨²ltimas composiciones) pero para nada se notan ni en su voz ni en su poder¨ªo esc¨¦nico. A lo largo de dos horas ininterrumpidas, treinta y seis canciones, se pase¨® arriba y abajo con aplomo pero tambi¨¦n con una emoci¨®n no siempre contenida por un repertorio que es tan suyo como nuestro.
Som, la segunda canci¨®n que escribi¨®, son¨® como un trallazo. Napolitana per a tu, in¨¦dita en Barcelona, como una suave, danzante y, sobre todo, amorosa caricia (la ¨²ltima canci¨®n de Raimon vuelve a ser un canto de amor para su esposa Annalisa). Y entre medio pas¨® toda una vida, la suya y la de ese p¨²blico que salt¨® de su asiento como movidos por un resorte para ovacionar con un calor desbordado Indesinenter, Al meu pa¨ªs la pluja, Quan jo vaig n¨¤ixer, 18 de maig a la Villa o La nit. Que puntu¨® acaloradamente alguna de las estrofas de Jo vinc d'un silenci o volvi¨® a emocionarse con T'he conegut sempre igual o Veles e vents, que volvi¨® a sonre¨ªr con ("una canci¨®n que parece reci¨¦n escrita) Elogi del diners de Anselm Turmeda o que, sin darse cuenta, canturre¨® por lo bajo La Internacional mientras sonaba Punxa de temps.
Raimon, acompa?ado por su cuarteto habitual (no hubo fastos artificiosos en la despedida, no eran necesarios) puso su pie derecho sobre la silla que nunca puede faltar junto al micr¨®fono y tom¨® su guitarra para alguna de su canciones m¨¢s emblem¨¢ticas, incluso se le enganch¨® una u?a entre las cuerdas (no pas¨® nada, volvi¨® a comenzar). Como cosa excepcional recuper¨® un par de canciones que pr¨¢cticamente nunca han sonado en sus recitales: Pensament, sobre una m¨²sica de Frederic Mompou, o su recordada traducci¨®n de V¨ªctor Jara Et recorde Amanda.
El escenario oscurecido y su pu?o alzado como colof¨®n de una de sus m¨¢s bellas canciones, Com un puny, cerr¨® oficialmente un espect¨¢culo redondo y que para nada invitaba a un retiro inmediato. Y a¨²n quedaban lo seis bises que convirtieron el recinto en una olla a presi¨®n a punto de estallar. En realidad estall¨® y todo el mundo cant¨® Diguem no y D'un temps, d'un pa¨ªs.
Y todo acab¨®, como no pod¨ªa ser de otra manera, justo donde hab¨ªa empezado m¨¢s de medio siglo antes: Al vent atron¨® en el Palau. El primer adi¨®s. Un adi¨®s sin nostalgia, sin l¨¢grimas, pero cargado de emoci¨®n, de pasi¨®n.
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