Pir¨®mano de masas
?xito del bailaor Joaqu¨ªn Cort¨¦s con su espect¨¢culo, Esencia
Joaqu¨ªn Cort¨¦s ha vuelto al teatro T¨ªvoli despu¨¦s de tres a?os para estrenar Esencia, una pieza que pretender ser, seg¨²n palabras del propio autor, un regalo para sus seguidores. Seguidores que la noche del pasado jueves llenaron a rebosar el teatro de la calle Caspe y que al terminar la funci¨®n ovacionaron y aplaudieron a este fascinante bailaor que les hab¨ªa hechizado desde el minuto uno del espect¨¢culo. Esencia estar¨¢ en el T¨ªvoli hasta el d¨ªa 21 de mayo. Si son admiradores de Cort¨¦s compren una entrada, no les defraudar¨¢.
Cort¨¦s concibe sus trabajos como aut¨¦nticos shows de baile, sonido y luz para el gran p¨²blico y Esencia es as¨ª, pero no tiene la calidad art¨ªstica de Gitano, el ¨²ltimo espect¨¢culo que present¨® en Barcelona, a nivel de bailarinas, sin ellas el show funcionar¨ªa igual o incluso mejor. Lo maravilloso del espect¨¢culo es la calidad de los m¨²sicos, cantaores y cantaoras. La colorista y vital partitura formada por la fusi¨®n entre m¨²sicas afro, flamenca y jazz se convierte en la mejor aliada de este espect¨¢culo.
Esencia comenz¨® con la presencia del artista en un palco lateral haciendo ejercicios de calentamiento para empezar su baile, mientras explicaba al p¨²blico como so?aba con ser bailar¨ªn cuando era ni?o. Cort¨¦s es un gran comunicador y con su sonrisa cautivadora se puso al p¨²blico en el bolsillo r¨¢pidamente.
Ya en la escena interpret¨® un d¨²o con un discreto bailar¨ªn de contempor¨¢neo, Nicol¨¢s Rambaud. Entre ellos no hubo complicidad y la interpretaci¨®n no fue relevante.
Realmente el teatro se incendi¨® cuando Cort¨¦s, convertido en un aut¨¦ntico animal esc¨¦nico, empez¨® a bailar flamenco y a sudar. Le sobran unos kilos, los pantalones le apretaban pero esto fue lo de menos ante su zapateado felino y sensual. Sus pies vers¨¢tiles e insolentes chocaron una y otra vez contra el suelo a una velocidad electrizante y derrochando un caudal de registros imparable.
El bailar¨ªn exhibi¨® con generosidad y entrega su heterodoxo baile de raza. Y consciente de su fuerza esc¨¦nica clav¨® en cada uno de sus giros la mirada en la del p¨²blico, seguro de su aprobaci¨®n. Una mirada que con los a?os ha perdido arrogancia y ha ganado en seducci¨®n. El baile de Cort¨¦s eclips¨® a las guapas bailarinas en escena que aparecen a sus pies con el torso desnudo.
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