Un racionalista apasionado
Macron sabe que llegar al cerebro es llegar al coraz¨®n. Est¨¢ en un momento de ¨¦xito, pero ser¨ªa ciego si no viera que s¨®lo han votado el 44% de los franceses
Quiz¨¢s no somos del todo conscientes de lo que supone el fen¨®meno Macron. Pongamos de relieve algunos aspectos.
El primero y m¨¢s obvio, su repentino ascenso: de ser un completo desconocido hasta hace tres a?os ha pasado a convertirse en presidente de la rep¨²blica francesa con un apoyo popular excepcional. Cualquier estudioso de la ciencia pol¨ªtica sostendr¨ªa que es un caso que no puede suceder, no entra dentro de los esquemas de la normalidad. Ahora, a toro pasado, se inventar¨¢n muchas teor¨ªas para justificar el fen¨®meno que nadie antes fue capaz de prever.
Pero, adem¨¢s, fij¨¦monos en su curr¨ªculum. Un joven de 39 a?os con una trayectoria curiosa y brillante: primero se licencia en filosof¨ªa, despu¨¦s estudia ciencias pol¨ªticas y, como tantos altos cargos p¨²blicos franceses, acaba ingresando en la Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA) para llegar a ser inspector de finanzas. Un gran curr¨ªculum, pero tampoco anormal entre los pol¨ªticos franceses.
Con este bagaje, se convierte en alto ejecutivo de la Banca Rothschild y permanece all¨ª cuatro a?os. Justo despu¨¦s, pasa a ser asesor del presidente Hollande quien, al poco, dando un giro radical a su pol¨ªtica econ¨®mica, le designa ministro de Econom¨ªa, sucediendo nada menos que a Arnaud Montebourg, del ala izquierda del partido socialista, estatalizador y proteccionista. En ese cargo, durante dos a?os, Macron lleva a cabo pol¨ªticas basadas en ajustes fiscales y reducci¨®n del gasto, las denominadas pol¨ªticas de austeridad y, peyorativamente, con desprecio, de austericidio.
?C¨®mo un hombre que toma decisiones en principio tan impopulares y que procede de la Banca Rothschild, llega adonde ha llegado, a romper con el viejo sistema de partidos, a agrupar una mayor¨ªa de procedencia muy diversa y alcanzar unos resultados electorales inesperados? A mi modo de ver por su capacidad de an¨¢lisis, por la universalidad de sus ideas y valores, por su honradez moral e intelectual y por su energ¨ªa en convencer a los dem¨¢s al saber explicar su proyecto de manera clara y sencilla.
Efectivamente, en agosto pasado, poco antes de dimitir, declara: ¡°La honestidad me obliga a deciros que ya no soy socialista¡±. ?Qu¨¦ quer¨ªa decir con ello? ?Hab¨ªa pasado del socialismo al neoliberalismo, a las pol¨ªticas desreguladoras de Thatcher y Reagan? No, las razones eran otras.
Macron se distancia del socialismo franc¨¦s por disentir, no de sus finalidades igualitarias, sino del m¨¦todo para alcanzarlas. ?l cree, al contrario que los socialistas franceses, en la superior eficacia de la empresa privada sobre la p¨²blica, del librecambismo frente al proteccionismo, del mercado y la competencia frente a la planificaci¨®n. Resumiendo, en la necesidad de generar la riqueza necesaria para que, v¨ªa impuestos, sea posible que las instituciones dedicadas al bienestar social (educaci¨®n, sanidad, pensiones, seguridad social, asistencia) cumplan con sus finalidades.
Macron se inspira en sus discursos y programas en el liberalismo igualitario, en las ideas de Rawls y Amartya Sen, en una pol¨ªtica liberal cuyo fin sea conseguir la ¡°igual libertad¡± de todos a trav¨¦s de la igualdad de oportunidades y la limitaci¨®n de las desigualdades econ¨®micas mejorando la situaci¨®n de aquellos a los cuales la vida no les ha dado las ventajas y capacidades de partida (educaci¨®n y cultura familiar, patrimonio heredado, inteligencia natural, etc.) de que gozan otros.
Estas son las ideas b¨¢sicas que Macron ha expuesto y argumentado en los m¨ªtines-conferencias de su campa?a electoral, dirigidas a convencer a personas de un amplio abanico ideol¨®gico. El gran valor de Macron, a mi modo de ver, es que se trata de un pol¨ªtico con ideas largamente meditadas en oposici¨®n a las ideas dominantes, con capacidad de trasmitirlas porque est¨¢ profundamente convencido de las mismas y con la honestidad de hacer todo eso sin complejos. Esto es lo que han apreciado los franceses que le han votado, sean de derechas, de centro o de izquierdas. No es demagogo, ni panfletario, ni populista: es un racionalista apasionado que sabe que llegar al cerebro es tambi¨¦n llegar al coraz¨®n.
Est¨¢ en un momento de ¨¦xito, no hay duda. Pero ser¨ªa ciego si no supiera ver su parte de fracaso: la abstenci¨®n ha alcanzado el 56% del censo; s¨®lo han votado el 44% de los franceses. Ha convencido a muchos, m¨¢s que los otros partidos, pero a¨²n quedan muchos por convencer. Esta es la dif¨ªcil tarea que le aguarda en sus pr¨®ximos, y muy dif¨ªciles, cinco a?os.
Francesc de Carreras es es profesor de Derecho Constitucional
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