Mozart siempre gana

Entretenido, muy atractivo visualmente y defendido con pasi¨®n por un equipo de cantantes de primera fila y una orquesta en buena forma bajo la sutil e inspirada direcci¨®n de Josep Pons. Con estos mimbres musicales, el montaje high-tech de Don Giovanni firmado por el director de escena dan¨¦s Kasper Holten -estrenado hace cinco a?os en la Royal Opera House, Covent Garden de Londres-, conquist¨® al Liceo por su calidad y un espectacular uso de las nuevas tecnolog¨ªas. Hay escenas brillantes, otras caprichosas cuando no banales, pero al final, el genio de Mozart siempre gana la partida al entretenimiento en una de las ¨®peras m¨¢s perfectas de la historia.

Parece muy innovadora pero en su esencia teatral la propuesta de Holten, con Amy Lane como responsable de la reposici¨®n liceista, es un especie de thriller victoriano bastante convencional en la direcci¨®n de actores y algo confuso en su pretensi¨®n de dejar al descubierto la mente de Don Juan a trav¨¦s de palabras, dibujos e im¨¢genes proyectadas en un videomapping que invade la escena y representa sus anhelos e instintos m¨¢s negros. Al final no muere el cuerpo sino el alma del libertino. Nada que ver con la radical est¨¦tica de Calixto Bieto, cuyo pol¨¦mico montaje sacudi¨® el Liceo en 2002 y 2008.

La producci¨®n, de impecable factura t¨¦cnica, aporta un eficaz uso de proyecciones en un gran casa-cubo giratorio; la escenograf¨ªa de Es Devlin, llena de escaleras, tabiques y puertas que no conducen a ninguna parte, impacta al principio, pero va perdiendo encanto a medida que se repiten los efectos.

El bar¨ªtono l¨ªrico polaco Mariusz Kwiecien se deja a piel en un retrato del burlador de imponente presencia; tiene el f¨ªsico y la voz ideal para hacer cre¨ªble al burlador en todos sus gestos, movimientos y matices teatrales y musicales. Y la voz, muy l¨ªrica y de gran belleza, es de primera. Triunf¨® a lo grande Kwiecien y tambi¨¦n caus¨® sensaci¨®n, por perfecci¨®n t¨¦cnica y brillantez en la emisi¨®n, la soprano rusa Julia Lezhneva con una Zerlina de gran pureza e intensidad, algo fr¨ªa, pero muy convincente.

Dos notables sopranos, la italiana Carmela Remigio, debutante en el Liceo, y la sueca Miah Persson, dieron vida con buenos recursos vocales a Donna Anna y Donna Elvira, respectivamente. No siempre salieron airosas de las dif¨ªciles agilidades, pero acertaron en la intensidad l¨ªrica, respaldadas por la flexible y equilibrada direcci¨®n de Pons, rica en delicados matices orquestales y con la oportuna tensi¨®n dram¨¢tica.

El tenor ruso Dmitry Korchak fue muy aplaudido como l¨ªrico y musical Don Ottavio, igual que el bajo menorqu¨ªn Sim¨®n Orfila, magn¨ªfico en un Leporello bien perfilado como depredador en ciernes, en el que luci¨® sus generosos medios. Completaron el reparto dos voces con muchas tablas, el bajo estadounidense Eric Halfvarson y el bajo-bar¨ªtono colombiano Valeriano Lanchas, que dieron empaque, respectivamente, a un rotundo Commendatore y un rudo Masetto.