Sabina pone en pie el Sant Jordi
Serrat apareci¨® en el escenario y comparti¨® Paraules d'Amor con el 'cuate'
Una vez m¨¢s Joaqu¨ªn Sabina gan¨® su batalla barcelonesa antes de subir al escenario. El Sant Jordi colg¨® el agotadas las localidades y 15.590 personas llenaron el polideportivo ol¨ªmpico mientras se va llenando tambi¨¦n una segunda actuaci¨®n programada, debido al ¨¦xito de esta primera, para el 13 de septiembre. Eran las diez y cuarto de la noche cuando las luces se apagaron a ritmo de vals y los pitos previos de impaciencia se convirtieron en un tremendo clamor para acompa?ar la salida de los siete m¨²sicos de Joaqu¨ªn Sabina. Un retraso esta vez comprensible ya que en el exterior las colas para acceder al recinto eran mucho m¨¢s largas y lentas de lo habitual, sin duda propiciadas por las dificultades previas para llegar hasta la monta?a y, sobre todo, para encontrar aparcamiento.
Ya estaba lleno el polideportivo cuando Sabina irrumpi¨® en el entarimado a los sones de un arcaico Begin the Beguine y proyecciones en blanco y negro con algo de Chicago a?os veinte en las siete enormes pantallas de v¨ªdeo estrechas y alargadas al estilo de las pantallas de los m¨®viles. Si ya vemos la vida a trav¨¦s del m¨®vil, ahora parece ser que tambi¨¦n veremos los conciertos en ese formato aunque, no nos enga?emos por las modas, cualquier imagen se ve mucho mejor en una pantalla estilo cinematogr¨¢fico. Y, sin mediar palabra, Sabina, perilla mefistof¨¦lica y bomb¨ªn calado hasta las cejas, lo neg¨® todo sobre una sucesi¨®n de recortes de diario con cr¨ªticas de sus conciertos.
Joaqu¨ªn Sabina
Palu Sant Jordi, 28 de junio
Barcelona
A ese primer tema que da t¨ªtulo a su ¨²ltimo disco, Lo niego todo, el primero con composiciones nuevas en ocho a?os, siguieron otros seis de ese mismo pl¨¢stico. Canciones recibidas sin un exceso de calor. Es lo que suele suceder siempre con las canciones de los ¨²ltimos discos de todos los cantantes, tal vez por eso Sabina, perro viejo, las canta todas juntas al principio y, ya despojado de compromisos de actualidad, puede zambullirse en su memorable pasado para levantar al p¨²blico de sus asientos. As¨ª, despu¨¦s de un intermedio durante el que sus m¨²sicos pudieron mostrar sus aptitudes como solistas, Sabina regres¨®, esta vez con sombrero blanco, y La Magdalena encendi¨® el Sant Jordi. Mientras Mara Barros le daba la r¨¦plica al de ?beda se escucharon ya los primeros ecos de miles de voces cantando junto a ellos. Y ya no pararon de cantar y l¨¢stima de las sillas y de las estrictas medidas de vigilancia porque muchos tambi¨¦n hubieran bailado. Ganas no faltaron y todo el polideportivo en pie sigui¨® un recta final apote¨®sica que se balance¨® entre la copla, las rancheras, el rock de diversas tonalidades, toques cubanos o jamaicanos y la poes¨ªa directa y descarnada.
Por el bulevar de los sue?os rotos, 19 d¨ªas y 500 noches, Noches de boda, Y sin embargo, Peces de ciudad, Y nos dieron las diez, Princesa,¡ Sabina, que se defini¨® como ¡°andaluz, catal¨¢n y argentino¡± y dedic¨® una canci¨®n a Carme Ruscalleda, habl¨® de Javier Krahe y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, record¨® la carga de emotividad de su primer concierto grande en la Monumental de Barcelona coincidiendo con el atentado de Hipercor. Y, ?c¨®mo no?, comparti¨® un pedazo de escenario con su primo el Nano. Serrat, gorra calada y taburete de Boccaccio bajo el brazo, apareci¨® por sorpresa (aunque muchos ya se lo esperaban) y juntos cantaron, ellos dos y todo el p¨²blico enarbolando las luces de sus m¨®viles, Paraules d¡¯amor.
Joaqu¨ªn Sabina volvi¨® a arrasar en el Sant Jordi llenando de intimidad y colegueo el gigantesco recinto. Como si en la barra de un bar (de aquellos de antes que estaban llenos de humos) estuviera explicando historias. Sus historias de siempre pero que siguen sonando frescas en especial si las defiende con la vehemencia con que lo hizo en la noche del mi¨¦rcoles. Una pregunta final:?por qu¨¦ colocar sillas en la cancha cuando el p¨²blico se pasa la mayor parte del concierto de pie?
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