Hacer amigos desde el cielo
Luis Javier P¨¦rez es piloto de aviones de publicidad y se ha acostumbrado a no hacer vacaciones en agosto
Se levantan de pronto, corren hacia la orilla y saludan con los brazos en alto. La avioneta amarilla se aproxima desde el suroeste a 500 pies (150 metros) sobre el Mediterr¨¢neo. Cuando ¡°alcanza¡± a las abuelas balancea sus alas, antes de alejarse con la pancarta publicitaria al viento.
Trece mil horas de vuelo dan para mil y una historias. Luis Javier P¨¦rez vive para contarlas, porque sobrevivi¨® a un accidente de bimotor en Cuatro Vientos (Madrid) en 1982. All¨ª falleci¨® su compa?ero. ?l permanece cinco d¨ªas en coma, 28 m¨¢s en la UVI y casi dos a?os de baja. Tres d¨¦cadas despu¨¦s sigue sin recordar nada. ¡°Me veo el d¨ªa antes tomando un Kas de lim¨®n. Luego, en el hospital con el gotero. Durante la recuperaci¨®n lo ¨²nico que me preocupa es si podr¨¦ seguir volando¡±. Lo hace con m¨¢s gusanillo que antes. All¨¢ arriba se siente como un p¨¢jaro. ¡°La culpa es de este Piper PA18 m¨¢s antiguo que yo¡±, a?ade, se?alando la avioneta amarilla (y letras rojas) con la que sobrevuela Catalu?a ¡°y la pen¨ªnsula¡± para la empresa de publicidad y fotograf¨ªa a¨¦rea Tavisa desde 1988.
Una historia curiosa: ser el ¨²nico avi¨®n sobre la Sagrada Familia cuando Benedicto XVI consagraba la bas¨ªlica. ¡°Sobrevolar Barcelona con el espacio a¨¦reo cerrado es una sensaci¨®n indescriptible, porque vuelo con el Papa, debajo, dando misa. Y soy ateo¡±, se sincera.
"El verano huele a gasolina"
1)?D¨®nde ir¨ªa de vacaciones? A mi Asturias natal. La recorrer¨ªa de pueblo en pueblo.
2)?Qu¨¦ quiere ser de mayor? Piloto, mientras pueda y me dejen. Sue?o con cualquier avi¨®n caza de la II Guerra Mundial o un P51, como el de la pel¨ªcula 'El Imperio del sol', de Spielberg.
3)?A qu¨¦ huele el verano? ?A gasolina!
4)?Es m¨¢s de tinto de verano o de gin-tonic? Nunca he bebido ni fumado, prefiero un buen vino para comer.
¡°Catalu?a desde el aire es preciosa¡±, dice ante la dificultad de elegir un ¨²nico lugar de un paisaje que ha surcado en incontables ocasiones, aunque reconoce cierta debilidad por la costa sur en verano. ¡°La gente es simp¨¢tica. Si me saludan, me emociono porque recuerdo mi infancia¡±. Cuando les dice a sus padres que quiere ser como los pilotos de playa. Tiene ocho a?os.
Ese ni?o ya es mayor, pero cuando despega, goza como la primera vez a los 17 a?os. Ha cumplido su sue?o: convertir su pasi¨®n en trabajo. ¡°Es dif¨ªcil encontrar un empleo que garantice un sueldo. La mayor¨ªa termina en una aerol¨ªnea, pero yo tengo la suerte de recabar aqu¨ª, porque el avi¨®n peque?o es infinitamente mejor para disfrutar del vuelo¡±.
¡°Sobrevolar Barcelona con el espacio a¨¦reo cerrado es algo indescriptible¡±
Casado y sin hijos, trabaja cuando la mayor¨ªa descansa. ¡°No tengo un horario fijo y vacaciones en agosto. Vuelo el fin de semana y descanso el lunes. Para mi volar es disfrutar, me lo paso en grande¡±. Lo ¨²nico que teme es la p¨¦rdida de control del aparato. Y recuerda una parada de motor en plena faena. ¡°Intento arrancar, pero la h¨¦lice est¨¢ clavada. Suelto la pancarta y con la Piper, que planea hasta el infinito, consigo llegar a un campo de algarrobos en Roda de Ber¨¤. Esquivo ¨¢rboles hasta que se detiene. Salgo corriendo, el avi¨®n va lleno de combustible y puede arder en segundos¡±. Al poco acude un andorrano en su 4x4. A¨²n asustado ¡ªel avi¨®n casi se cuela en el sal¨®n de su casa¡ª no da cr¨¦dito a que ese hombre impasible con pantal¨®n corto y camiseta sea este piloto asturiano de 58 a?os, que tambi¨¦n disfruta recorriendo en motocicleta las zonas sobrevoladas para conocer a sus gentes. ¡°He hecho grandes amigos en tierra desde el avi¨®n en el cielo¡±, asegura.
D¨ªa tras d¨ªa, un hombre le observa con un catalejo desde un balc¨®n en el cabo de Salou. Le pica la curiosidad y se presenta en el edificio. Resulta que est¨¢ muy enfermo. Por entonces Luis Javier opera desde Reus y consigue llevarlo al aeropuerto y subirlo a la avioneta ¡°con la ayuda de seis soldados¡± y salir volando. A medio camino, le observa: ¡°Llora y dice ¡®gracias, ahora ya me puedo morir¡¯. Me emociono mucho. A¨²n mantengo el contacto con su familia¡±.
¡°El avi¨®n peque?o es infinitamente mejor para disfrutar del vuelo¡±
Las abuelas le saludan desde hace a?os. Empezaron con sus maridos, la mayor¨ªa ya fallecidos. Luis Javier se lo agradece con un balanceo de alas. Y, de vez en cuando, con un viraje de 360 grados antes de alejarse con la pancarta al viento.
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