Yo tambi¨¦n soy fluorescente
La apoteosis de lo pol¨ªticamente correcto en Catalu?a, celebrado como transgresi¨®n, atrae todo tipo de causas revoltosas, de Assange al nacionalismo andaluz
En la apoteosis de esteladas de la Diada, la bandera coyuntural del momento, ha desaparecido la senyera, que es como si te conformaras con lo que hay. No la ha colgado ni El Corte Ingl¨¦s, que siempre pon¨ªa una, porque nadie quiere pasar por rarito o que no se entera o, mucho peor, que piensa otra cosa. Pero es que en esta gran batalla de s¨ªmbolos y marketing?ya ha aparecido otra, una negra con una estrella y una cruz, la de Santa Eulalia. Ayer se ve¨ªan algunas, preguntabas y mucha gente no ten¨ªa ni idea. Acaba de salir por lo visto. El se?or de un puesto (est¨¢ a 15 euros) explica que es una reinterpretaci¨®n moderna de la bandera del siglo XIV, ¡°contraria a la blanca de rendici¨®n¡±, reza el prospecto. ?O sea, que m¨¢s o menos se la han inventado? Pero es un verbo muy desafortunado, causa aspavientos: ¡°No, no, la bandera negra existi¨®, este es un proyecto de recuperaci¨®n hist¨®rica¡±, responde negando con la cabeza.
Donde se ven m¨¢s banderas curiosas es en la zona de invitados del acto de plaza de Catalunya. Es una alegre ensalada de pueblos oprimidos y causas m¨¢s o menos perdidas, que en la fiesta del independentismo se sienten en su casa. De Quebec a Galicia y por supuesto el Tibet. Aqu¨ª todo eso es mainstream, no marginal. La paradoja de la manifestaci¨®n masiva de ayer es que era una celebraci¨®n de lo pol¨ªticamente correcto en Catalu?a, pero con un aura de transgresi¨®n y victimismo que atrae como un im¨¢n a todo tipo de rebeldes. Julian Assange lo ha consagrado con su ¡°Pancho S¨¢nchez¡±. Y todo de forma muy familiar, algo sociol¨®gicamente an¨®malo, donde aparentemente los padres piensan igual que los hijos, porque ser independiente tambi¨¦n es tendencia juvenil. La bandera mola, los adolescentes se la ponen en los selfis. ¡°Yo tambi¨¦n soy fluorescente¡±, se le¨ªa en camisetas amarillo fosforito, el color oficial de la movilizaci¨®n. De eso va la cosa, de sentir un brillo especial, algo sentimental en el aire que hace abrazarse a las familias y hacerse caranto?as a los novios.
Ya ha salido una nueva bandera que reinterpreta una negra del siglo XIV
A eso de las 16.20 en la megafon¨ªa de plaza de Catalunya se oy¨® la voz de Arnaldo Otegi, que muy fluorescente no es, pero basta arrimarse aqu¨ª para participar del fulgor. En una entrevista radiof¨®nica llamaba a ¡°recuperar la dignidad¡±. Pregunta el periodista: ?Esto se puede frenar? ¡°Yo creo que no¡±, respondi¨®. Entre las ikurri?as destacaba, por el calor que estaban pasando en el bochorno, un grupo de Vitoria, Judimendiko Momotxorroak, disfrazado con pieles de oveja, cuernos y cencerros gigantes, el traje tradicional de carnaval en Navarra.
Flandes y el esperanto
Pasaba una fila de extranjeros con banderas amarillas y un le¨®n negro y la gente aplaud¨ªa para luego preguntarles qui¨¦nes eran. ¡°Somos de Flandes, all¨ª tenemos una situaci¨®n parecida¡±, dice Jeroen, 38 a?os, de Antwerp. ¡°Ser¨ªa B¨¦lgica¡±, explica a una se?ora qu¨¦ no sabe bien d¨®nde es. Lo mismo argumenta Guillem Nicol¨¢s, 55 a?os, que sostiene una bandera de Montenegro que le trajo su hermana, que fue all¨ª de vacaciones. ¡°All¨ª estaban igual que nosotros: pero tuvieron refer¨¦ndum¡±. Tiene otra rara, verde: ¡°Es la del esperanto¡±. Sergi, 20 a?os, enarbola una de la Seren¨ªsima Rep¨²blica de Venecia. Lo mismo: ¡°Est¨¢n en la misma situaci¨®n que nosotros¡±. Hamadi, un adolescente saharaui, que estudia aqu¨ª desde hace dos a?os, lleva la bandera de su pueblo. Lo mismo: ¡°Porque Catalu?a est¨¢ como nosotros¡±. Tambi¨¦n se ve¨ªan pancartas antitaurinas, porque el toro bravo y otros animales est¨¢n como Catalu?a, fatal. ¡°Ellos tampoco tienen derecho a decidir¡±, clamaba un cartel.
Al margen de un anciano de aspecto venerable que cerca de la plaza de Catalunya advert¨ªa de la inminencia del Anticristo y su derrota (Mateo 24.14, dec¨ªa), el encuentro m¨¢s inesperado fue con una bandera de la URSS. La llevaban dos chicos, que al preguntarles qu¨¦ significaba se pusieron tensos: ¡°Si has le¨ªdo el Manifiesto Comunista no s¨¦ a qu¨¦ viene la pregunta. No es por el pa¨ªs, es la idea¡±. ¡°Es la bandera de todos los pueblos a favor de la autodeterminaci¨®n de los pueblos¡±, explicaba su compa?ero. Invita a leer a Lenin para saber m¨¢s, salvo que uno sea marxista, que entonces no.
Por Tartesos hacia la independencia
Entre las banderas llamativas que salpicaban ayer la multitud en la plaza de Catalunya, frente al escenario, donde ten¨ªan sitio reservado los invitados, ondeaba una muy extra?a. Dos franjas verdes y una blanca, con una especie de rueda en medio, parecer¨ªa la de India. Al preguntar al se?or que la sostiene si habla espa?ol responde: ¡°Perfectamente: soy espa?ol¡±. Ah. Es del Partido Nacionalista Andaluz, se llama Salvador Garc¨ªa, 60 a?os, pertenece a la comisi¨®n de garant¨ªas del partido y explica que es la bandera andaluza con el s¨ªmbolo de la estrella tart¨¦sica, un pictograma que eligi¨® como emblema el califato de C¨®rdoba cuando se independiz¨® del de Damasco, y as¨ª hasta hoy.
Se emociona al hablar de Tartesos, la primera civilizaci¨®n ib¨¦rica, nada menos. ?Ustedes quieren la independencia de Andaluc¨ªa? ¡°Por supuesto¡±. Y la de Catalu?a, claro. ¡°Claro, por eso estamos aqu¨ª¡±. Es el segundo a?o que vienen, invitados por la ANC. ?Cu¨¢ntos han venido? Se lo piensa y hace n¨²meros: ¡°Mmmm¡ cuatro¡±.
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