Los dilemas de seguridad
La incertidumbre da?a la confianza institucional y altera din¨¢micas econ¨®micas. Pero, claro, a esto se le llama discurso del miedo
La Generalitat que preside Carles Puigdemont parece haberse inhibido en el ejercicio de la autoridad leg¨ªtima, dada la servidumbre debida a la CUP o a grupos de choque como son la ANC o ?mnium Cultural. Por eso puede suponerse que la sociedad catalana ya tiene un problema de orden p¨²blico que se va a prolongar por lo menos hasta el 1 de octubre. Dif¨ªcilmente dispone de autoridad un presidente de la Generalitat que act¨²a como un hackerpara burlar las regulaciones del Estado. Esa actitud ten¨ªa a los Mossos entre la espada y la pared, como polic¨ªa auton¨®mica y judicial. Si la seguridad del ciudadano es la primera de las obligaciones de todo Gobierno, ?no ser¨ªa perentorio distinguir entre manifestantes pac¨ªficos y activistas de la violencia callejera? No es lo mismo expresar la aspiraci¨®n secesionista en la calle que destruir coches de la Guardia Civil. Tampoco est¨¢ claro que quienes ¡ªpol¨ªticos, funcionarios¡ª propugnan la no participaci¨®n en un proceso ilegal puedan sentirse seguros. El hecho es que la autoridad institucional de la Generalitat fue inmolada por Puigdemont el d¨ªa en que la sojuzg¨® a la CUP. Desde entonces, estuviera prevista o no la capacidad reactiva del Estado, pisamos territorio desconocido e imprevisible.
El confusionismo del proceso de desconexi¨®n act¨²a como si Barcelona pudiese haber olvidado el atentado de La Rambla. En realidad, la dial¨¦ctica secesionista raramente entra en cuestiones de seguridad, tal vez porque ya por s¨ª misma implica inseguridad o porque asume que una Rep¨²blica catalana independiente ser¨ªa m¨¢s segura que la Catalu?a de ahora. Es un perfil arcaicamente particularista si tenemos en cuenta hasta qu¨¦ punto toda Europa est¨¢ en el dilema entre seguridad y libertad. D¨ªa y noche, las fuerzas de seguridad en Catalu?a est¨¢n trabajando para garantizar la seguridad de los ciudadanos, especialmente con respecto a un terrorismo yihadista poco mencionado por Carles Puigdemont, como si por no nombrarlo dejase de existir. Pero, por desgracia, Barcelona sigue siendo un objetivo del terrorismo islamista, como Par¨ªs o Londres. Sin embargo, los estrategas secesionistas no explican c¨®mo ser¨ªa la seguridad p¨²blica en el caso hipot¨¦tico de una ruptura con Espa?a. Ahora que parece incontrovertible que una Catalu?a independiente quedar¨ªa fuera de la Uni¨®n Europea, ?qu¨¦ peso tendr¨ªa la reivindicaci¨®n de un canal informativo entre los Mossos y Europol? Estos d¨ªas, los manifestantes m¨¢s agresivos han coreado un ¡°fora Europa¡± que intranquiliza. Y si hablamos del atentado de La Rambla, habr¨¢ quien ya pregunte: ?qu¨¦ atentado? Del ¡°no tinc por¡± al terrorismo al ¡°no tinc por¡± al Estado, la duraci¨®n fue la de un nanosegundo, quiz¨¢s porque el choque emocional del atentado ten¨ªa que dejar espacio al nuevo estallido emocional de la ¨¦pica independentista.
Desacatar al Tribunal Constitucional y a la vez presentar recursos tiene un toque de entelequia y de improvisaci¨®n que por un lado deja perplejos a parte de los catalanes y por la otra satisface a los partidarios de la separaci¨®n a cualquier precio. El 1 de octubre llegaremos a una situaci¨®n l¨ªmite. ?Qu¨¦ seguridad legal es sostenible? En general, es un refer¨¦ndum sin urnas, sin papeletas, sin mesas debidamente constituidas, sin ley, sin colegios electorales, sin difusi¨®n postal, sin junta electoral, sin recuento con garant¨ªas, inasequible a los requisitos de la Comisi¨®n de Venecia. Es una inseguridad tampoco mencionada por la ¨¦pica de los alcaldes con vara, como si fuera un argumento perverso, porque genera miedo. En realidad, exponer los dilemas de seguridad es una caracter¨ªstica del pluralismo necesario. Por eso tampoco se habla de los pros y contras de los flujos inmigratorios como si una Catalu?a independiente tuviera ¡ªaunque no se diga cu¨¢l¡ª una soluci¨®n m¨¢gica para un problema que inquieta a toda Europa.
A pesar de los informes de la banca internacional sobre los riesgos econ¨®micos de la secesi¨®n o las calificaciones negativas de la deuda p¨²blica catalana, el independentismo sostiene que el nivel de vida mejorar¨ªa con la independencia. Pero los analistas de la Banca Berenberg ¡ªpor ejemplo¡ª dicen que la secesi¨®n es ¡°virtualmente imposible¡± y, al mismo tiempo, inversores extranjeros piden, por si acaso, cla¨²sulas ¡°antiproc¨¦s¡± en los contratos firmados en Catalu?a. No es una an¨¦cdota que la inseguridad contractual contravenga toda la historia comercial e industrial de Catalu?a. La incertidumbre da?a la confianza institucional y altera din¨¢micas econ¨®micas. Pero, claro, a esto se le llama discurso del miedo.
Valent¨ª Puig es escritor.
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