Un tertuliano entre mujeres sabias
'Les dones s¨¤vies', un Moli¨¨re rabiosamente actual y divertido vuelve a, Mald¨¤
¡°Desde un punto de vista dial¨¦ctico, las voluntades de profundizar en este tema consolidan criterios absolutamente dispares¡±. ?Ah¨ª queda eso! Un argumento inapelable que, sin embargo, no es m¨¢s que una de las miles de combinaciones de un juego (5x10) que genera infalibles frases tertulianas para opinar absolutamente de todo y dictar sentencia. Nos las muestra el incombustible, elegant¨ªsimo, perfect¨ªsimo, admirabil¨ªsimo se?or Cunill, la personificaci¨®n de la hipocres¨ªa descarada e irritante que quer¨ªa denunciar Moli¨¨re en Las mujeres sabias en 1672 y que pervive hoy en d¨ªa. Les dones s¨¤vies, estrenada hace un a?o en el Mald¨¤, vuelve a la peque?a sala de la calle del Pi, en Barcelona, hasta el 25 de noviembre, despu¨¦s de un a?o de bolos por toda Catalu?a y de triunfar al festival de Almagro, en la versi¨®n en castellano.
Ricard Farr¨¦ y Enric Cambray son los padres (y madres) de esta apuesta arriesgada que dirigen e interpretan. Compa?eros de promoci¨®n en el Institut del Teatre, se propusieron jugar con la comedia cl¨¢sica francesa: "Era un reto", dice Farr¨¦. "Entre otras cosas, porque reducimos los 13 personajes a ocho y los actores, a nosotros dos". Y, entre otras cosas, tambi¨¦n, porque la obra respeta escrupulosamente el texto original (la adaptaci¨®n corri¨® a cargo de Llu¨ªs Hansen y J¨²lia Bonjoch) y la intenci¨®n cr¨ªtica del autor: primero la de la madre que quiere casar a una hija con alguien importante (?el se?or Cunill, ni m¨¢s ni menos!) y despu¨¦s la de las mujeres sabias (madre, cu?ada y primog¨¦nita) que se educan en un refinamiento y una erudici¨®n llevadas c¨®micamente al extremo. Estas estiradas se?oras son la representaci¨®n de toda una clase social que vive de las apariencias, de quedar bien, del qu¨¦ dir¨¢n y, por supuesto, del c¨®mo lo dir¨¢n
"Moli¨¨re recurre a dos fil¨®sofos y poetas pedantes, muy conocidos en su ¨¨poca, para distinguir al sabio del sabihondo", explica Ricard Farr¨¦. "Nosotros recurrimos a lo que creemos que ser¨ªa lo equivalente en la actualidad: los inefables tertulianos. Y, entre ellos, nos quedamos con la figura de este se?or Cunill, adoctrinador de tertulianos, l¨ªder de opini¨®n..." Culaquier parecido con la realidad no es pura coincidencia ("sabemos que el periodista Josep Cun¨ª quiere venir a ver la obra... y aqu¨ª lo esperamos, encantados"). ?l, adem¨¢s, es el escogido para casarse con la hija de la mujer sabia.
"Nuestra preocupaci¨®n m¨¢xima era que la historia se entendiese, que la gente no se perdiese", reconoce el actor. Para nada: el p¨²blico queda atrapado durante la vertiginosa hora y diez minutos que dura la obra. Lo han podido comprobar en las m¨¢s de 50 funciones que llevan por Catalunya y en su exitoso paso por el Festival de Almagro. "La versi¨®n en castellano es, incluso, un poco m¨¢s gamberra, porque ya sab¨ªamos a qu¨¦ jug¨¢bamos", dice Farr¨¦. Y el se?or Cunill, evidentemente, deja de ser el se?or Cunill para convertirse en... Pedrojete, famoso y pol¨¦mico periodista que estuvo casado con una famosa dise?adora de moda, por lo que viste una americana embadurnada de coloridos corazones. (Tambi¨¦n aqu¨ª, cualquier parecido con la realidad bla, bla, bla...) "Obviamente, tambi¨¦n cambian los personajes que aparecen en la obra: nuestro eminente Pompeu Fabra, por ejemplo, pasa a ser la distinguida Real Academia Espa?ola de la Lengua que limpia fija y da esplendor".
La interpretaci¨®n, adem¨¢s del lenguaje, es clave. Farr¨¦ y Cambray demuestran un dominio absoluto del g¨¦nero que les permite recitar en un idioma hiperacad¨¦mico y caracterizarse continuamente en cada personaje y, cuando no llegan, no tienen ning¨²n problema en hablar con una peluca, con una silla o con la cofia de la sirvienta. El juego esc¨¨nico es sencillo: un biombo multifuncional (desde donde puede aparecer cualquier cosa), una percha, un par de sillas, un vestuario reversible y mucho maquillaje dan color a una obra cr¨ªtica, osada y muy divertida.
Por cierto, ?qu¨¦ pensar¨ªan nuestras mujeres sabias de la pol¨¦mica eliminaci¨®n de algunos acentos diacr¨ªticos en el catal¨¢n? "?Dir¨ªan que no los toquen! Que la gram¨¢tica catalana no se puede alterar... Hasta que el se?or Cunill las convenciese de lo contrario, claro", responde Farr¨¦.
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