El rol de Ada Colau
En el encaje pa¨ªs-ciudad (capital, claro) est¨¢ la clave de lo que puede hacer la alcaldesa por el nombre de Barcelona
No debe extra?ar que vuelva a las Fiestas de la Merc¨¨, en medio de lo que estamos viviendo, para plantear algunas pocas cuestiones sobre el rol que Ada Colau busca tentativamente. La Merc¨¨, m¨¢s que otra cosa, nos ha dejado unas cuantas reflexiones. No hay que dejar la reflexi¨®n demasiado lejos del fragor cotidiano.
Empecemos por una previa: la descentralizaci¨®n. Cinco escenarios exitosos, sin duda, pero un error conceptual de bulto. Barcelona no necesita proclamar descentralizaciones porque no tiene periferia. Darle a Nou Barris esta categor¨ªa, reserv¨¢ndole la representaci¨®n econ¨®mica y de poder al centro, es una rutina mental que no tiene justificaci¨®n alguna. No hay un solo centro en Barcelona, ni siquiera en el ¡°centro¡± convencional, que ahora mismo no s¨¦ ad¨®nde nos lleva: ?Ciutat Vella? ?El Raval? ?El Eixample? ?Hablamos de peso espec¨ªfico o de geograf¨ªa? Porque si es geograf¨ªa, para un vecino de Nou Barris el centro es all¨¢ donde tiene los pies. En fin, que si estamos construyendo una ciudad m¨¢s igualitaria, tendremos que empezar por revisar la trama sobre la cual la posamos. Todas las Barcelonas son Barcelona.
La otra cuesti¨®n tiene m¨¢s enjundia. Sabr¨¢n que hubo una ligera pol¨¦mica con el cartel de Mariscal. El dise?ador valenciano recibi¨® el encargo porque representa los 25 a?os de los Juegos Ol¨ªmpicos y el maragallismo es uno de los legados que Colau reclama con m¨¢s fuerza. Otra carpeta que se tendr¨¢ que abrir alg¨²n d¨ªa. Dejando de lado el esp¨ªritu y la eficacia, que lo es casi todo para un alcalde, el maragallismo es una etapa cerrada que hace falta revisar cr¨ªticamente, porque ha sobrevivido mal a sus herederos. Hablar de maragallismo en tiempo presente es una debilidad, m¨¢s que un elemento a favor; una falta de proyecto.
Bien, presenta Mariscal su Merche frivolona y pija e inmediatamente se le rebota Nou Barris, precisamente, desde su posici¨®n de chica sana y de barrio. Pero es que Mariscal ha sido pijo en todos sus dise?os. No es una sorpresa. Eso s¨ª, Laura P¨¦rez, responsable de feminismos, dijo que no se sent¨ªa identificada con la ciudad del cartel, que estar¨ªa fuera de la perspectiva oficial de g¨¦nero. Peor a¨²n: que no volver¨ªa a pasar, ni siquiera col¨¢ndose estos matices sospechosos en la programaci¨®n. Huele a dirigismo flagrante. Todo Ayuntamiento tiene derecho a proyectar sus mensajes, pero hay un bien superior que es la libertad, sobre todo en el mundo cultural. Programar la fiesta mayor con el manual ideol¨®gico encima de la mesa es excesivo incluso para esa izquierda redentora que siempre tiene raz¨®n.
Imaginamos ahora que sumamos todas estas actitudes, las rutinarias y las intencionadas, y hemos de convenir que podemos estar prisioneros de una vor¨¢gine compleja de mensajes, pedagog¨ªa, manipulaci¨®n y lo que quieran sumar. Y llegamos a los hechos y las respuestas de estos d¨ªas. Lo que est¨¢ en la mesa no es un tema de ciudad, pero no se puede renunciar, y Ada Colau menos que nadie, a ocupar (o abrir) un espacio tan ¨²til como sea posible para asentar el principio de que nada puede resolverse al margen de la ciudad como factor de valores. No de gobernanza, sino de valores. Esto debe hacerse con tacto y sin prepotencia. La ciudad es un elemento demasiado importante en la gesti¨®n de los problemas y en la conciliaci¨®n de los contrarios como para no dar un paso hacia adelante. Nada sin la ciudad ser¨ªa la consigna m¨¢s actual. Nada.
El primer gesto de Ada Colau fue invitar a los c¨®nsules en Barcelona y podr¨ªa haber sido un gesto m¨¢s inteligente si hubiera sido hecho en colaboraci¨®n con otras instituciones. Nadie dice que la ciudad tenga que jugar en solitario, al contrario: el liderazgo empieza por compartir aquello que suma. Ahora mismo Ada Colau est¨¢ m¨¢s cerca de la ret¨®rica ¡ªapelaci¨®n al espacio de di¨¢logo¡ª que de la eficacia: el liderazgo debe tener alg¨²n fruto. Entre estos dos nodos est¨¢ la respuesta.
Ada Colau debe ocupar un sitio central en este extra?o proceso, donde no cuenta tanto la posici¨®n individual como la representaci¨®n. Con una salvedad: que las movilizaciones que han sacudido las calles ¡ªy las conciencias¡ª no han sido un tema de ciudad, sino de pa¨ªs. En el encaje pa¨ªs-ciudad (capital, claro) est¨¢ la clave de lo que puede hacer Ada Colau por el nombre de Barcelona. No es un tema que a la alcaldesa le sea especialmente f¨¢cil de gestionar.
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