Del ¨¢rbol ca¨ªdo
Pretender pactar un nuevo Estatuto con un partido que es declaradamente independentista es como m¨ªnimo arriesgado, como m¨¢ximo letal
La crisis catalana ofrece cada d¨ªa noticias nuevas, distintas y, casi siempre, sorprendentes. La ¨²ltima ¡ªo pen¨²ltima¡ª- es la pat¨¦tica busca de compa?eros de viaje por parte del PDCat, sin que nadie quiera ser su acompa?ante. Sic transit gloria mundi. En este mundo la gloria es pasajera.
Lo dice la canci¨®n: ¡°y t¨² que te cre¨ªas el rey de todo el mundo, y t¨² que nunca fuiste capaz de perdonar, y cruel y despiadado de todos te re¨ªas, hoy imploras cari?o aunque sea por piedad¡¡±. No, no ha habido piedad con la antigua Converg¨¨ncia, nadie le ha dado cari?o, as¨ª de dura es la vida, as¨ª de injusta. Ya no sirven aquellos latiguillos que antes hac¨ªan furor: ¡°ara conv¨¦ una llista de pa¨ªs¡±. La pronunciaba Jordi Pujol y todos, en el templo, asent¨ªan religiosamente: "s¨ª, a Catalunya li conv¨¦ una llista de pa¨ªs. Ora pro nobis". Ahora ya no convencen a nadie. Fallaste, coraz¨®n.
Eran tiempos en que Converg¨¨ncia era Catalu?a y Catalu?a era Jordi Pujol. Ibas a Madrid y te dec¨ªan: "?Qu¨¦ gran hombre de Estado es Pujol, qu¨¦ suerte ten¨¦is!". Yo siempre apostillaba: "?Qu¨¦ gran destructor del Estado, querr¨¢s decir!". No me entend¨ªan. Desde 1980, y especialmente desde 1984, hasta 1996, Pujol ofici¨® de Padre Superior con una autoridad indudable.
El establishment catal¨¢n, eso que tambi¨¦n suele llamarse sociedad civil, ese entramado de viejas clases altas en decadencia, junto a nuevos empresarios din¨¢micos, personajes de la cultura local, socialistas hist¨®ricos, gente del Liceo y del Palau, caciques comarcales, editores y periodistas, hasta los sindicatos¡ todos obedec¨ªan los mandatos del jefe. Con una mirada, un gesto, Pujol los pon¨ªa firmes. El primero que le desafi¨® fue Vidal-Quadras y result¨® fulminado. Por Madrid, es m¨¢s, por Aznar¡ El patr¨®n no perdonaba, ni siquiera olvidaba. Tambi¨¦n mandaba en Madrid. Era grande aquella Converg¨¨ncia.
A partir de 1996, cuando el PP le necesit¨® para gobernar, sus fuerzas empezaron a flaquear. Una cosa era tener paciencia hasta llegar a la independencia, otra pactar con el enemigo mortal: faltaba poco para que se cumplieran 300 a?os de sometimiento a Espa?a, esa angustia insoportable. Los votos empezaron a deslizarse lentamente hacia ERC. Para algunos impacientes, Carod Rovira - ?le recuerdan? - inspiraba m¨¢s confianza.
Maragall quiso aprovecharse de la situaci¨®n y logr¨® pactar con Carod para desplazar a Converg¨¨ncia, entonces dirigida por el sucesor, Artur Mas, buen chico. Y ah¨ª empez¨® la pugna: qui¨¦n es m¨¢s nacionalista ?Converg¨¨ncia o Esquerra? D¨ªmelo, espejito m¨¢gico. Estamos, m¨¢s o menos, en 2003. En una jugada maquiav¨¦lica de los republicanos, por ah¨ª andaba tambi¨¦n Puigcerc¨®s pactando con Iceta, inesperadamente se forma el primer gobierno tripartito con un solo objetivo: aprobar un nuevo estatuto.
Con ERC se pod¨ªan pactar muchas cosas, por ejemplo, pol¨ªticas de sanidad, de vivienda, de obras p¨²blicas¡ pero pretender pactar un nuevo Estatuto con un partido que es declaradamente independentista, partidario de una Constituci¨®n catalana porque, como se ha visto al final, considera que la soberan¨ªa reside en el pueblo de Catalu?a y no en el de Espa?a, es como m¨ªnimo arriesgado, como m¨¢ximo letal. Para el PSC ha sido lo segundo.
Pero tambi¨¦n lo ha sido para Converg¨¨ncia, que si bien volvi¨® al gobierno a fines de 2010, comprobada ya la ineficacia del tripartito, tuvo que rendirse en 2012 a la sutil estrategia republicana del espejito m¨¢gico, ahora con la pregunta: qui¨¦n es m¨¢s independentista ?Converg¨¨ncia o Esquerra? Mas cay¨® de nuevo en la trampa y no s¨®lo en la trampa sino tambi¨¦n en sus brazos, en los de Junqueras. En estos ¨²ltimos cinco a?os, y a partir de 2015 con la ayuda de la CUP, Esquerra ha pasado a convertirse en el centro, en el pal de paller, y se ha zampado a Converg¨¨ncia. Literalmente.
De Pujol a Puigdemont: tambi¨¦n la calidad importa. ?Imaginan a Jordi Pujol deambulando tristemente por Bruselas, con la sola compa?¨ªa de algunos de sus antiguos consellers, sin ninguna autoridad que les reciba, ni de B¨¦lgica ni de la Uni¨®n Europea, excepto un juez que le manda declarar para ver en qu¨¦ momento decide extraditarlo a Espa?a, no a Catalu?a sino a Espa?a? Pues bien, este catal¨¢n errante, abandonado, parece que ser¨¢ el candidato del PDeCat a la Presidencia Catalu?a. Del ¨¢rbol ca¨ªdo todos hacen le?a.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.
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