Derecha y heterodoxia nacionalista
Lo del nacionalismo catal¨¢n ha sido siempre la caza menor en comparaci¨®n con la gran monter¨ªa de la derecha espa?ola
El 21-D ha dado a Junts Per Catalunya la victoria dentro del campo independentista. La llista del presidentse ha presentado ante sus electores como una fuerza difusamente progresista, a la que la fe en la independencia le ha permitido obtener indulgencia plenaria. Aunque el expresidente de la Generalitat lanzara su candidatura desde Bruselas con la etiqueta de proyecto de ¡°centro liberal¡±, la desobediencia y las movilizaciones en Catalu?a han creado un trampantojo progresista. Hist¨®ricamente, aspirar a una legalidad nueva y verbalizar incomodidad con la vigente es una pr¨¢ctica del nacionalismo moderado o conservador. Ha habido, eso s¨ª, gradaciones desde su primigenia encarnaci¨®n pujolista. El nacionalismo ha sido la gran heterodoxia de la derecha catalana que le ha permitido desdibujar su posici¨®n en las coordenadas derecha-izquierda.
Junts per Catalunya no ha cumplido uno de los axiomas del conservadurismo consistentes en ser discretos al decidir ignorar o transgredir las leyes. Esa es una de las grandes virtudes pol¨ªticas de la derecha: simular una cosa y hacer exactamente la contraria, sin que se note el cuidado. El Partido Popular, por ejemplo, ejerci¨® entre 2009 y 2013 nada menos que la acusaci¨®n popular en el caso G¨¹rtel. La Audiencia Nacional acab¨® expulsando a la formaci¨®n de Mariano Rajoy del sumario del caso al considerar que exist¨ªa fraude procesal, pues el PP m¨¢s bien actuaba como parte coadyuvante en la defensa de los imputados y militantes del partido.
Las cosas van all¨¢. La fiscal¨ªa, que goza de tanta autonom¨ªa cuando de los pol¨ªticos del proc¨¦s se trata, se opuso a sentar en el banquillo de los acusados al PP (el partido propiamente dicho) y a tres imputados por la concienzuda destrucci¨®n de los ordenadores de Luis B¨¢rcenas. Conceptos como ministerio p¨²blico y acusaci¨®n popular cobran una laxitud insospechada cuando la derecha los maneja con ese donaire que le es cong¨¦nito. El guion exige, eso s¨ª, que cada decisi¨®n de estas caracter¨ªsticas vaya acompa?ada de una declaraci¨®n en la que se asegura acatar y respetar leyes y decisiones judiciales. La derecha espa?ola est¨¢ acostumbrada a moverse por las dependencias del Estado como por su casa y le molesta ser contrariada. De vez en cuando, cuando las urnas lo hacen ineludible, lo arrienda temporalmente a la izquierda, pero siempre dejando claro qui¨¦n es el propietario.
En Catalu?a, en menor escala, ha sucedido hist¨®ricamente otro tanto con la derecha nacional. La vieja Converg¨¨ncia se confund¨ªa con la Generalitat. Cuando el tripartito de izquierdas acab¨® en 2003 con 23 a?os de hegemon¨ªa pujolista era como ¡°si te entran en casa y te revuelven los armarios¡±, en expresi¨®n de la ex primera dama Marta Ferrusola. La normalidad catalana consist¨ªa en tener un Gobierno nacionalista conservador, capaz de infidelidades con el PP o el PSOE pero siempre guardi¨¢n de las esencias de la ortodoxia de la catalanidad. Y todo ello a pesar de la testarudez de los hechos. Se intentaron componendas con el poder judicial: ah¨ª est¨¢ el juez prevaricador Luis Pascual Estevill, elevado a los altares del poder judicial a propuesta de Converg¨¨ncia y luego condenado por soborno, extorsi¨®n, detenci¨®n ilegal y prevaricaci¨®n.
Pero la derecha catalana no pas¨® nunca de ser el inquilino amable y buen pagador de un peque?o piso del edificio del Estado. Lo del nacionalismo catal¨¢n ha sido siempre la caza menor en comparaci¨®n con la gran monter¨ªa de la derecha espa?ola. Y sucedi¨® lo que muchos no creyeron nunca que pasar¨ªa: ver a los herederos de gentes catalanas de orden desobedeciendo abiertamente las leyes con el proc¨¦s. Ah¨ª est¨¢ Puigdemont en B¨¦lgica desafiando al Estado, montando una plataforma que ha obtenido 34 diputados ¡ªsegunda fuerza pol¨ªtica¡ª de los que solo alrededor de una quincena militan en el PDeCAT. El partido se ha quedado en la cuneta en beneficio del movimiento, en la mejor tradici¨®n presidencialista de Jordi Pujol. Ni la vicepresidenta del PDeCAT, Neus Munt¨¦, ni la coordinadora general de la formaci¨®n, Marta Pascal, participaron en los principales actos de campa?a.
La operaci¨®n ha sido magistral. ERC ha perdido su gran oportunidad de hacerse con la hegemon¨ªa soberanista y se ha sido eclipsada por ese centro-derecha que parec¨ªa muerto por el 3%. La revoluci¨® dels somriures va a la aventura independentista con seny. Y es que en logro de indulgencias, la derecha catalana le saca muchos cuerpos de ventaja a la espa?ola. Ni corrupci¨®n, ni recortes en gasto social le han pasado factura. La independencia y la desobediencia han redimido a los herederos de Converg¨¨ncia de todos sus pecados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.