Las multitudes de Josep Maria Blanco invaden Barcelona
?ltimo de los hist¨®ricos del m¨ªtico ¡®TBO¡¯, el dibujante recrea 41 escenarios de la capital catalana, que abarrota con sus personajes
¡°Es una locura¡±, dice Josep Maria Blanco, 91 a?os, ¨²ltimo de la gran vieja guardia del m¨ªtico TBO, la de Opisso, Urda, Donaz, Munta?ola, Sabat¨¦s o Coll, durante 15 a?os an¨®nimo autor de La familia Ulises cuando ya su creador, Benejam, por problemas f¨ªsicos, no pod¨ªa completarlos. A fe que lo que dice el que fue Gran Premio del Sal¨® del C¨®mic 2016 tiene toda la raz¨®n: est¨¢ hojeando las p¨¢ginas de su ¨¢lbum Barcelona de Blanco (Ediciones B), 28 l¨¢minas con otros tantos escenarios de la capital catalana que publicara en 1993 y a las que ahora ha a?adido 13 de in¨¦ditas (¡°sitios t¨ªpicos de la ciudad que me quedaron por hacer: Barcelona es tan grande¡¡±). Nada especial, si se quiere, fuera de la maestr¨ªa y del detallismo con que reproduce la Sagrada Familia o el anillo Ol¨ªmpico de Montju?c, La Rambla, la Fira de Santa Ll¨²cia, la plaza de Catalu?a o El Molino, si no fuera porque en cada una de esas postales hay, al menos, un centenar de personajes, sutilmente relacionados entre s¨ª y protagonistas directos de un chiste por su acci¨®n... o la omisi¨®n de ella. Multitudes poblando una vi?eta. Eso, una locura.
Esas 41 postales est¨¢n muy lejos de la labor que Blanco (Barcelona, 1926) desarroll¨® en el TBO, donde estuvo de 1951 a 1981. Nada hac¨ªa presagiar que acabar¨ªa all¨ª. De peque?o, admite, no se le daba mal el dibujo: ¡°Era feliz cuando nos pon¨ªan como deberes: ¡®Dibujad donde hay¨¢is ido este domingo; y si no, el comedor de casa¡¯¡±, recuerda. Autodidacta, pues, y tras pasar por aprendiz de pastelero (oficio de su padre) y administrativo en una notar¨ªa, aterriz¨® en el Banco Hispano Americano, done acab¨® de jefe de contabilidad; fue all¨ª donde conoci¨® al dibujante Manuel Urda, que le anim¨®, junto a Coll, a mostrar sus trabajos al TBO. ¡°En la cartera llevaba desastres: imitaba lo que se publicaba, b¨¢sicamente cosas de Pulgarcito o del propio TBO; yo buscaba cosas raras: gente con la narizota grande¡¡±. Puli¨® todo aquello con el cepillo del humor blanco, inocente y bajo un trazo de l¨ªnea clara, todo marca de la casa...
Recuerda hoy que, de la redacci¨®n, quien se interes¨® por sus dibujos fue Benejam. ¡°Fue el ¨²nico, en verdad, hab¨ªa algunos engre¨ªdos¡ Le cog¨ª afecto¡±. Y quiz¨¢ eso explique que Blanco nunca firmara las 537 historietas y 7.936 vi?etas que hizo de La Familia Ulises durante los 13 a?os que, entre 1968 y 1981, supli¨® a un Benejam que ya no pod¨ªa con ellas. ¡°Iba a su casa a rectificarle las p¨¢ginas y los dibujos, ya no le sal¨ªan ni a l¨¢piz ni a pluma¡ En el TBO no hab¨ªa especialistas, todo lo arregl¨¢bamos entre nosotros y yo tuve la habilidad de ser muy fiel al original, pero no lo firmaba por respeto y porque pensaba que no se le pod¨ªa quitar algo as¨ª de golpe¡¡±.
Fuera de la serie sobre unos ind¨ªgenas africanos, Los Kakikus, que cre¨® en 1963 y que fue la que le dio m¨¢s popularidad (¡°todo el mundo tocaba temas de colonialismo; para desmarcarme, los hice m¨¢s listos que los blancos, trat¨¦ de humanizarlos¡±, resume hoy), Blanco no ten¨ªa personajes fijos en el TBO, donde ¡°pagaban un duro por vi?eta; hab¨ªa que ser pr¨¢ctico y esos traen mucho trabajo¡±, constata. Por eso hizo pocas con multitudes.
Lo dej¨® para cuando ya estaba jubilado. La broma empez¨® en marzo de 1987, cuando aflor¨® el ascendente paterno que no sali¨® con lo de la pasteler¨ªa. ¡°A mi padre le gustaban mucho los dibujos de Opisso en general y esas estampas suyas cargadas de gente [en la revista L¡¯Esquella de la Torratxa]; colocar esas masas se acab¨® convirtiendo en un desaf¨ªo y algo muy distinto a esas vi?etas de un solo movimiento que hac¨ªa hasta concretar 32 con una conclusi¨®n; pens¨¦ que har¨ªa al rev¨¦s de toda la vida: en una sola vi?eta, muchas historias¡±. Y as¨ª, pertrechado con una c¨¢mara fotogr¨¢fica y un tablero de dibujo, fue buscando ubicaciones. ¡°Encontrado el escenario, me imagino las situaciones; pero lo importante es buscar los detalles y ah¨ª empieza la locura¡±. Y recita: postales, fotos y libros¡ Y entre estos ¨²ltimos cita el Barcelona a vol d¡¯ocell, de Montserrat Roig. ?Desde el cielo? ¡°S¨ª, necesito todas las perspectivas para saber c¨®mo hacer la composici¨®n¡±. El detallismo obsesivo llega a su c¨¦nit en la l¨¢mina 30, que realiz¨® en 1995, del Muelle de Pescadores: para poder completar la panor¨¢mica, en ese caso en picado, Blanco hizo una maqueta, con cart¨®n, de los edificios octogonales del mercado del pescado de la Barceloneta¡, que reproduce con la famosa Torre del Rellotge.
Una vez cogida la perspectiva, ¡°le voy a?adiendo personajes y situaciones hasta que me canso¡±, dice Blanco. Por eso los borradores son impagables: ¡°hay cosas enganchadas, otras recortadas¡ sol¨ªa hacer dos o tres simult¨¢neamente y a veces me llevaba una idea de uno a otro¡±, confiesa. Y all¨ª se queda, lo que explica que las l¨¢minas originales tengan medidas grandes, pero siempre distintas: 76x60 cent¨ªmetros, 79,5x 69,5¡ Por eso, claro, cabe de todo y ese todo, adem¨¢s, invisible y laboriosamente cosido entre s¨ª, a veces con un imposible deje del gran M.C. Escher. Un perro puede zigzaguear por media vi?eta o un cable de una c¨¢mara de televisi¨®n puede salir de un extremo hasta legar a media ilustraci¨®n; o un ni?o puede orinar en pleno Park G¨¹ell y un visitante asombrarse de que la sala hip¨®stila tenga goteras¡
Tambi¨¦n hay pie para los cameos: un Jordi Pujol de espaldas (inconfundible su pose con el brazo atr¨¢s de la espalda) va a entrar al Teatre Nacional de Catalunya, mientras un altivo personaje con coleta (Josep Maria Flotats) se acerca por un lateral. Pujol repite en el balc¨®n de la Generalitat, desde cuyo otro lado de la plaza de Sant Jaume le contempla Pasqual Maragall, en plena picabaralla cuando los Juegos de 1992, como muestra una pelea de se?ales de humo con los aros ol¨ªmpicos¡ ¡°El alcalde me pidi¨® dos copias porque una se la quer¨ªa regalar al President¡±, recuerda blanco.
En la nueva Barcelona que Blanco pinta entre 1995 y 2000 est¨¢ el Puerto Ol¨ªmpico (a¨²n con el restaurante Planet Hollywood), el Marem¨¢gnum, o el Aeropuerto (de 84x67 cm.). ¡°Tengo la sensaci¨®n de que los escenarios de la primera Barcelona, la de antes, eran m¨¢s populares, eran sitios m¨¢s vividos, la vida ya la ten¨ªan y me la facilitaban; en los nuevos, yo he tenido que a?adirles vida¡±, reflexiona. Tambi¨¦n es consciente de que sus dibujos ¡°m¨¢s que mirarlos, has de leerlos, porque se pueden perder muchos detalles¡±. O sea, incompatible con las inquietos ni?os de hoy? ¡°Claro, es m¨¢s para gente mayor, que conoce la historia. Mis nietos no han abierto ni uno solo de mis tomos encuadernados del TBO¡±.
Potencial Ni?o de la Guerra republicano (ten¨ªa asignada una beca para ir a perfeccionar dibujo en Rusia) y potencial jugador profesional del Bar?a de la ¨¦poca de Ramallets (que dej¨® por insistencia de quien ser¨ªa su mujer), el juguet¨®n Blanco (que a¨²n hoy garabatea: "En 2017 hice 160 vi?etas") a?ade siempre un gui?o extra a sus l¨¢minas: se cuela en ellas, dibuj¨¢ndose generalmente sentado en un taburete y con una gran tabl¨®n, l¨¢piz en ristre. Encontrarle es un reto al estilo ?D¨®nde est¨¢ Wally? En principio est¨¢ en todas, pero cuesta hallarle en una abarrotada grader¨ªa del Camp Nou, de las cinco que dedica a la catedral blaugrana (vive cerca de ella). Mira y no se ve. ¡°Igual me olvid¨¦¡±, deja ir. Dif¨ªcil para un meticuloso contable, que seg¨²n sus n¨²meros hizo, La familia Ulises aparte, 3.155 historietas y 31.762 vi?etas para TBO. Otra locura.
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