Tabarnia como nuevo sujeto pol¨ªtico
Todas las presuntas obviedades del secesionismo operan a favor de esa propuesta
Poco antes de las anteriores elecciones auton¨®micas, en septiembre de 2015, asist¨ª a uno de esos ¡°desayunos informativos¡±, ofrecidos principalmente a medios de comunicaci¨®n y sectores sociales influyentes, en los que los candidatos de las diversas fuerzas pol¨ªticas suelen presentar su programa para a continuaci¨®n exponerse a las preguntas de los asistentes. El protagonista era en aquella ocasi¨®n Llu¨ªs Rabell, cabeza de lista entonces de la candidatura de Catalunya S¨ª Que Es Pot, quien en su intervenci¨®n plante¨® las conocidas tesis de su formaci¨®n seg¨²n las cuales Catalu?a es un sujeto pol¨ªtico y, en cuanto tal, le asiste el derecho a decidir acerca de su futuro, derecho del que se desprend¨ªa que la ¨²nica forma de resolver el famoso problema del encaje en Espa?a pasa por la convocatoria de un referendum vinculante de autodeterminaci¨®n.
Al llegar el turno de preguntas, le formul¨¦ por escrito, como era preceptivo, una. En ella le planteaba, simplemente, que, incluso aceptando de manera provisional y por razones metodol¨®gicas que Catalu?a fuera un sujeto pol¨ªtico, y asumidas las consecuencias que de ese supuesto hecho derivaba Rabell, la siguiente cuesti¨®n a determinar de modo ineludible era la de cu¨¢ntos sujetos pol¨ªticos entend¨ªa ¨¦l que existen en Espa?a. ?Tantos como comunidades aut¨®nomas?, ?o la relaci¨®n se ha de hacer con otros criterios? La respuesta del invitado he de reconocer que fue clara, aunque no por ello clarificadora: ¡°tantos cuantos lo reclamen¡±.
Como el formato del evento no contemplaba el derecho de r¨¦plica, me tuve que quedar con las ganas de repreguntarle si dispon¨ªa de alg¨²n criterio complementario para diferenciar entre el primer ¡°?viva Cartagena!¡± que a cualquiera se le pudiera ocurrir y las reivindicaciones de dicha condici¨®n de sujeto m¨¢s s¨®lidas tanto desde el punto de vista hist¨®rico como social y pol¨ªtico. Pero, as¨ª como las olas terminan por devolver a la playa los cuerpos arrebatados por el mar en el pasado, as¨ª tambi¨¦n el tiempo ha tra¨ªdo de nuevo a las orillas del presente la cuesti¨®n que Rabell zanjaba hace algo m¨¢s de dos a?os de manera tan poco satisfactoria. Porque, en el fondo, tal vez lo que m¨¢s importe del debate abierto por la propuesta de constituci¨®n de una comunidad aut¨®noma diferenciada del resto de Catalu?a llamada Tabarnia sea precisamente que plantea bajo otra luz la discusi¨®n acerca de qu¨¦ debemos entender por sujeto pol¨ªtico, dejando en evidencia las inconsistencias de la forma en que el independentismo, e incluso el soberanismo no expresamente independentista, ha abordado dicha discusi¨®n.
No voy a referirme con detalle a los contraargumentos que el independentismo ha empezado a utilizar para rechazar incluso la posibilidad misma de que pueda ser discutida la cuesti¨®n tabarnesa, entre otras razones porque ya ha habido quien, como Tr¨ªas de Bes, ha destacado que tales contraargumentos son rigurosamente aplicables a su vez al independentismo. Me importa destacar un detalle sin duda menor, pero que parece estar obrando como una aut¨¦ntica broma pesada que el destino ha decidido hacerle al independentismo.
Porque estar¨ªa sucediendo, en el caso de que la propuesta de la nueva comunidad aut¨®noma prosperara, que su hipot¨¦tico ¨¦xito se deber¨ªa en gran medida a un discurso que le habr¨ªan elaborado sus m¨¢s recalcitrantes adversarios. Todas las presuntas obviedades que estos han estado utilizando profusamente para intentar legitimar su prop¨®sito secesionista (ya saben: queremos votar, tenemos derecho a decidir nuestro futuro, esto va de democracia, la legalidad no puede estar por encima de la voluntad popular, etc.), hasta conseguir crear en la opini¨®n p¨²blica catalana una disposici¨®n bastante generalizada en lo que se refiere a los asuntos relacionados con lo territorial e identitario, ahora operan a favor de la propuesta de Tabarnia.
Ignoro el futuro que le aguarda a esta, aunque debo decir que no me agradar¨ªa que se materializara, entre otras cosas porque estar¨ªa certificando el rotundo fracaso de la sociedad catalana para articular un proyecto pol¨ªtico de convivencia en el que cupieran todos sus ciudadanos. Pero si prosperara ser¨ªa muy probablemente porque sus partidarios habr¨ªan actuado como avezados yudocas capaces de revertir en provecho propio el impulso del adversario. O, con otras palabras, que la eficacia del relato independentista, consagrado como hegem¨®nico durante los a?os del proc¨¦s, habr¨ªa terminado, en una de esas paradojas que de vez en cuando tiene la historia, por jugarle a ese mismo independentismo la peor de las malas pasadas.
Manel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la UB y portavoz del PSOE en la Comisi¨®n de Educaci¨®n del Congreso.
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