¡®L¡¯elisir¡¯ de Mario Gas mantiene la frescura en su ¡®regreso¡¯ al Liceo

El montaje de L¡¯elisir d¡¯amore que Mario Gas ambienta en la Italia de los primeros a?os del fascismo es ya un cl¨¢sico que mantiene su frescura en cada reposici¨®n. Se vio por ¨²ltima vez en 2013 y sigue funcionando porque Gas respira con la m¨²sica de Gaetano Donizetti dejando a la emoci¨®n del canto todo el protagonismo. Vuelve al Liceo esta bien amortizada producci¨®n para empezar el 2018 con buenos resultados en taquilla, y lo hace sin divos en el reparto, con la pirotecnia vocal de la soprano australiana Jessica Pratt como mejor baza de una funci¨®n que cautiv¨® ante todo por su incombustible encanto teatral.

Como el vino de Burdeos que Dulcamara vende a Nemorino para conquistar el amor de Adina, el montaje de Gas mejora con el paso del tiempo. La idea de trasladar la acci¨®n de esta joya belcantista de finales del siglo XVIII a principios de la d¨¦cada de 1930 ya mostr¨® su potencial en un montaje estrenado en el Festival Grec en 1983. Diez a?os despu¨¦s, retom¨® la idea para un nueva producci¨®n en Peralada y volvi¨® a ella para el montaje que el Liceo, en plena reconstrucci¨®n, estren¨® en 1998 en el teatro Vict¨°ria. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, depurado en cada reposici¨®n, y con algunos nuevos gags, sigue conquistando al p¨²blico.

Tiene algo especial este montaje que en su inspirada escenograf¨ªa y vestuario respira aires del cine neorrealista italiano y transmite una sensaci¨®n de felicidad porque, aunque cambia la ¨¦poca y el contexto, no distorsiona la esencia de esta comedia rom¨¢ntica. De hecho, el espect¨¢culo convence aunque, como sucede en esta ocasi¨®n, se echan en falta voces de mayor fuste y una direcci¨®n musical con menos desajustes en el foso y m¨¢s brillo que la ofrecida por el director valenciano Ram¨®n Tebar.

El tenor eslovaco Pavol Breslik mostr¨® un fraseo elegante y una voz atractiva, pero demasiado ligera para Nemorino, papel de lucimiento de grandes tenores. Subi¨® el list¨®n con una expresiva y entregada interpretaci¨®n de Una furtiva lagrima, pero no dejar¨¢ huella en un teatro que ha visto en acci¨®n a grand¨ªsimos divos en este emblem¨¢tico papel.

Brillante en la coloratura, con ornamentaciones en la mejor tradici¨®n belcantista ligera y agudos bien proyectados, Jessica Pratt triunf¨® como Adina, luciendo sus m¨¢s espectaculares medios en el segundo acto. Como actriz result¨® m¨¢s bien discreta, justo lo contrario que el bar¨ªtono italiano Paolo Bordogna, quien, tras un comienzo muy irregular, dio vida al vanidoso sargento Belcore con m¨¢s gracia teatral que vocal.

El s¨®lido y bien cantado Dulcamara del bar¨ªtono italiano Roberto de Candia, la estupenda Gianetta de la soprano argentina Mercedes Gancedo y la gracia y soltura del coro, que conoce a fondo el montaje y no pierde oportunidad de lucimiento bajo la direcci¨®n de Conxita Garc¨ªa, fueron notables bazas en una funci¨®n que empez¨® con preocupante grisura y fue a m¨¢s hasta acabar en un ambiente festivo.