El gran trasvase
Los electores de derechas han abandonado en Catalu?a a un PP desfondado por la corrupci¨®n porque han visto que Ciudadanos garantizaba la continuidad
Pendientes todos de si los independentistas fracasan o triunfan en su intento de investir un presidente de la Generalitat y de formar un nuevo gobierno catal¨¢n, ha quedado en un segundo plano que el hundimiento electoral del PP en las elecciones catalanas del 21-D es probablemente un dato de la m¨¢xima relevancia para el futuro inmediato.
Esta clamorosa derrota solo en una m¨ªnima parte es atribuible a la agenda catalana, que es lo que en esta convocatoria se dirim¨ªa. Los votos perdidos por el PP no han ido a parar a partidos que propongan para Catalu?a una pol¨ªtica distinta a la aplicada por el Gobierno de Mariano Rajoy sino a uno, Ciudadanos, que la ha apoyado plenamente y, si acaso, preconiza una intensificaci¨®n de la misma receta. A reserva de lo que digan estudios postelectorales sobre el comportamiento de los votantes, el hundimiento del PP parece provenir m¨¢s bien de que, por fin, la corrupci¨®n s¨ª tiene castigo electoral.
En el momento en que los antiguos electores del PP han cre¨ªdo que exist¨ªa una alternativa viable dentro de su campo ideol¨®gico, han acudido a ella. Lo han hecho adem¨¢s, doblemente tranquilos. El partido de Albert Rivera ofrec¨ªa dos garant¨ªas de continuismo para este segmento del electorado. La primera: Ciudadanos es, desde su nacimiento, una fuerza totalmente opuesta al catalanismo, la m¨¢s reciente y ufana versi¨®n del espa?olismo de siempre. Por lo tanto, no hab¨ªa riesgo de que por ah¨ª se perdiera ni un solo voto en la confrontaci¨®n con el independentismo catal¨¢n. La segunda: el fin de la ambig¨¹edad ideol¨®gica de Ciudadanos. El partido de Albert Rivera ha dejado atr¨¢s su etapa inicial de h¨ªbrido a medio camino entre socialdemocracia y liberalismo, justo en un momento en que esto significa, sobre todo, neoliberalismo. Tampoco por ah¨ª exist¨ªa el riesgo de que el voto se perdiera para la derecha. Para muestra, un bot¨®n: la investidura de Mariano Rajoy en 2011.
Sobre este fondo ha operado la extendida percepci¨®n social de que el PP se ha enfangado irremisiblemente en un marasmo de corrupci¨®n del que no podr¨¢ salir sin una renovaci¨®n total que, de momento, no se anuncia ni en el vaporoso estadio de las buenas intenciones. A reserva de lo que digan las sentencias en su momento, lo que est¨¢ vi¨¦ndose estos d¨ªas en los juzgados de Madrid y Valencia ratifica la idea inicial de que por lo menos en las comunidades donde se hab¨ªa consolidado como el partido del poder, el PP se hab¨ªa convertido en un instrumento para delinquir, en provecho de la propia organizaci¨®n y/o de dirigentes decididos a aprovecharse de su posici¨®n pol¨ªtica.
Todo esto lleva mucho tiempo coci¨¦ndose en los juzgados y habr¨ªa sido realmente un milagro que no tuviera consecuencias en la credibilidad y el prestigio del partido de Rajoy. No es, desde luego, una buena credencial ni un augurio de futuro brillante. El batacazo electoral ha llegado en Catalu?a cuando los electores han cre¨ªdo que pod¨ªan obtener de otro partido lo mismo que les ofrec¨ªa el PP. Lo que distingue al PP de Ciudadanos es que Ciudadanos no est¨¢ acusado de corrupci¨®n. Esto es lo que ha marcado la diferencia entre ellos en las elecciones del 21-D. Todo lo dem¨¢s ser¨ªan, si acaso, matices.
Alzarse con el liderazgo del espa?olismo en Catalu?a era la parte m¨¢s asequible de los retos que enfrenta Ciudadanos. Es una buena base para partir a la conquista del mismo liderazgo en el resto de Espa?a. El PP es, en la pr¨¢ctica, un partido-Estado. Algo que recuerda al PRI mexicano. Una fuerza mimetizada con las estructuras del Estado en sus distintos niveles. No en su totalidad, claro, pero s¨ª en sus segmentos m¨¢s conservadores. Por esto el PP ha podido resistir tanto tiempo el desgaste provocado por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. La fortaleza le viene de ser el partido del poder, que en Espa?a es, en gran parte, el poder de la Administraci¨®n central, gran proveedora de oficios y beneficios de toda clase. Los cuadros de este tipo de estructuras pueden pasar f¨¢cilmente de un partido a otro. Ya lo han hecho otras veces. Estaban en el franquismo y pasaron a UCD. Estaban en UCD y pasaron al PP. Est¨¢n en el PP y pueden pasar a Ciudadanos.
Las garant¨ªas de continuidad en la derecha est¨¢n dadas.
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