El territorio de la palabra
En Catalu?a, la voz de los Comunes desde fuera del espacio de las adhesiones incondicionales no ha encontrado eco.
En pol¨ªtica, como en casi todos los ¨®rdenes de la vida, la importancia de lo que se dice es funci¨®n de lo que es audible en cada momento. No basta con lanzar un mensaje para que sea escuchado. Su ¨¦xito depender¨¢ de la oportunidad, de que entre dentro el marco de lo que la gente est¨¢ dispuesta a escuchar, o de que tenga potencia para romper las barreras de lo silenciado. De las din¨¢micas del poder surge la configuraci¨®n del espacio de la palabra: lo que es susceptible de ser escuchado y lo que queda a beneficio de inventario.
As¨ª en Catalu?a como en Espa?a, a medida que la situaci¨®n se iba enconando, el marco mental identitario se impon¨ªa sobre cualquier otro referente. Y adem¨¢s lo hac¨ªa sobre la debilidad de dos identidades en precario: una catalana irredenta, anclada en un sentimiento de falta por la incapacidad de pasar de potencia (naci¨®n) a acto (Estado); y una espa?ola a la que su realizaci¨®n como Estado no evita una cierta falta de autoestima, por las resistencias permanentes en la periferia a reconocer su plenitud. En los ¨²ltimos tiempos, todo lo que no pasaba por el eje identitario ha sido inaudible. Y la situaci¨®n se agrav¨® cuando ambas partes optaron por la huido hacia adelante y el ruido se multiplic¨®. Cuando el gobierno espa?ol constat¨® que era una fantas¨ªa creer que, con el tiempo, el independentismo se agotar¨ªa y se hundir¨ªa solo y Rajoy qued¨® en falta, por inacci¨®n pol¨ªtica, un error que ahora se lo est¨¢ llevando por delante. Y cuando el bloque independentista no quiso aceptar que sus fuerzas hab¨ªan tocado techo, e intent¨® mantener el envite m¨¢s all¨¢ de lo razonable, y ahora lo est¨¢ pagando con creces.
La inmersi¨®n total en el marco identitario, con la polarizaci¨®n nacionalismo espa?ol/nacionalismo catal¨¢n, excluyendo cualquier otro tema del debate p¨²blico, ha tenido efectos significativos en ambas partes. Porque es iluso creer que el resto de Espa?a puede salir indemne de lo que ocurra en Catalu?a, como se est¨¢ demostrando. Y en uno y otro lado, la perspectiva de izquierdas ha quedado inaudible, anulada por la obligaci¨®n de asentir a los rituales fundamentalistas de la pertenencia. De modo que el conflicto catal¨¢n ha alimentado la ¨²ltima moda, ni de derechas ni de izquierdas, patriotas.
En Catalu?a, la voz de los Comunes desde fuera del espacio de las adhesiones incondicionales no ha encontrado eco. No han querido caer en la trampa identitaria, pero no han conseguido hacerse o¨ªr m¨¢s all¨¢ de sus incondicionales. Y as¨ª, se ha constatado la impotencia de la izquierda para recuperar sus hist¨®ricos caladeros de votos. Los Comunes han sido incapaces de ocupar el territorio de las periferias urbanas en que el PSC lleva ya tiempo siendo menguante. El ruido de las patrias, ha sido impenetrable por una izquierda que se encontr¨® que como efecto de los t¨¦rminos del choque la ciudadan¨ªa no atendiera a otras razones. Los Comunes llegaron tarde. No hab¨ªan tenido tiempo ni estrategia para trabajar estos sectores. Y ahora s¨®lo cab¨ªa un tema: Catalu?a o Espa?a. Y la polarizaci¨®n tuvo un efecto que el soberanismo, instalado desde hacia tiempo en una autosuficiencia ingenua, quiz¨¢s no hab¨ªa calculado. Perdi¨® el monopolio del discurso identitario. El espa?olismo, m¨¢s o menos latente, irrumpi¨® y encontr¨® el caldo de cultivo adecuado para hacerse escuchar: la confrontaci¨®n patri¨®tica. Alcanzando un nivel de decibelios inusual. Sustancial efecto no deseado del proceso independentista.
Paralelamente, en el conjunto de Espa?a, se reproduc¨ªa y multiplicaba la din¨¢mica identitaria: todos en defensa de la patria (del Estado dicen los m¨¢s p¨²dicos). Y efectivamente quien buscaba alguna disonancia quedaba en terreno de nadie. Con la izquierda socialista haciendo pi?a con las banderas, cualquier otro problema desaparec¨ªa del espacio p¨²blico, a mayor gloria de los defensores del ¡°No hay alternativa¡±. Ni siquiera el ruidoso desfile judicial de la corrupci¨®n del PP era atendido.
El resultado es un deterioro considerable de la democracia. Mientras la batalla por la hegemon¨ªa en la derecha espa?ola redobla tambores de guerra, a la izquierda se le acumulan las responsabilidades. Romper la barrera de las adhesiones incondicionales. Reconstruir alianzas en Catalu?a. Y recuperar la raz¨®n cr¨ªtica. La deriva autoritaria del r¨¦gimen es manifiesta. ?Alguien en la izquierda espa?ola piensa en defender la democracia y construir una agenda alternativa a la derecha?
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