El Estado no se ha retirado de Catalu?a
Quien se ha desentendido de la pol¨ªtica catalana en los ¨²ltimos a?os ha sido fundamentalmente el PP
N¨²?ez Feijoo, como otros dirigentes del PP, ha encontrado la clave del problema, seg¨²n le cont¨® a Jordi ?vole en Salvados. No fueron el PP y sus gobiernos los que se retiraron de Catalu?a dejando un vac¨ªo que el independentismo ha utilizado para sus prop¨®sitos. Seg¨²n Feijoo, ha sido nada m¨¢s y nada menos que el Estado el que se ha marchado, abandon¨¢ndolo todo, salvo los correos, la agenda tributaria y la justicia.
Este argumento tiene una enorme ventaja para Rajoy y los suyos. Sirve para lavarse las manos, una vez m¨¢s, de los enormes desperfectos ocasionados por su actitud de desentendimiento ante Catalu?a al menos desde hace 12 a?os y probablemente desde hace 22. No cuenta la prohibici¨®n de Rajoy a Piqu¨¦ para que los populares catalanes no participaran en la reforma del estatuto. No cuenta la recogida de firmas contra el Estatuto (y contra Catalu?a, seg¨²n dec¨ªan muchos de los voluntarios) por toda Espa?a. No cuentan las presiones, obstaculizaciones y manipulaciones que sufri¨® el Tribunal Constitucional para evitar que su composici¨®n se acomodara a la mayor¨ªa socialista. Tampoco cuenta la sentencia contra el Estatuto. Ni naturalmente la nula respuesta pol¨ªtica al movimiento soberanista en cuanto se puso en marcha.
Es el argumento perfecto para justificar el inmovilismo y el desentendimiento practicados por Rajoy. Si hay alguna responsabilidad, este argumento la endosa tambi¨¦n al PSOE y, lo que es peor, a la estructura del Estado auton¨®mico, a los m¨¢s de 30 a?os de desarrollo estatutario que son los que han permitido esta supuesta retirada del Estado de Catalu?a. Ni siquiera cuenta, fij¨¦monos bien, los pactos del PP con Pujol por lo que se cedi¨® competencias en orden p¨²blico que permitieron el despliegue de los Mossos de Esquadra como polic¨ªa integral y hasta el 30 por ciento del IRPF a la hacienda catalana. O la inhibici¨®n abierta respecto a tres pilares del conflicto: la alta inspecci¨®n educativa, ya desde los tiempos de Aznar; la junta de seguridad, jam¨¢s convocada por Rajoy; y RTVE, con un mastod¨®ntico centro en Sant Cugat con el que jam¨¢s han sabido qu¨¦ hacer los populares.
La supuesta retirada del Estado de Catalu?a como argumento oculta la cuesti¨®n central para la Espa?a auton¨®mica que los dirigentes independentistas han olvidado, pero a lo que se ve, tambi¨¦n han olvidado Rajoy y los dirigentes de su partido. La Generalitat entera es Estado. Todas las instituciones auton¨®micas catalanas son Estado. Si alguien cree que el Estado se ha retirado es porque cree que los gobiernos auton¨®micos, todos, no son Estado, un error garrafal, este s¨ª, que puede perfectamente encontrarse en el origen de la actitud negligente e indolente del PP respecto a Catalu?a. O porque han permitido, sin una sola queja, que el nacionalismo pujolista se apropiara de la entera autonom¨ªa sin sentirse concernidos ni tan siquiera preocupados e incluso con la complicidad entre partidos que crean unos mismos h¨¢bitos corruptos.
Pero no es esto lo peor de este argumento. Detr¨¢s de esta explicaci¨®n hay una idea profundamente preocupante si es la que debe conducir la gesti¨®n futura del conflicto catal¨¢n. Que el Estado se haya retirado significa que es un error buena parte del Estado auton¨®mico, concebido como una mera concesi¨®n coyuntural necesaria para un momento hist¨®rico ya superado, de forma que ni los m¨¢s indiscutibles ¨¦xitos cosechados estos 40 a?os pueden ser anotados como ¨¦xitos de Espa?a, sino que son avances aprovechados por el independentismo que ahora hay que anular.
Tales argumentos conducen a la recentralizaci¨®n y al retroceso del autogobierno, al menos en Catalu?a. Quienes los defienden se disponen a hacer verdad los temores que ha esgrimido el independentismo para justificar su deriva radical de los ¨²ltimos seis a?os, aunque el efecto m¨¢s visible es que esconden la ¨²nica retirada que se ha producido en Catalu?a desde al menos 1996, que es la del PP, cuando Aznar puso el partido a disposici¨®n de Pujol para obtener su primera investidura.
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