Barcelona ¡®a la carta¡¯
Correos submarinos o zepelines ¡®bombardeando¡¯ sacas son algunas an¨¦cdotas sobre el servicio postal en la ciudad que recoge un libro
Proyectando la inmensa sombra de sus 236 metros, sobre las 14.30 horas del 16 de mayo, proveniente de Badalona, el majestuoso Graf Zeppelin, volando a poca altura, encar¨® --ante el regocijo de unos barceloneses ya sobreexcitados con todos los fastos de la Exposici¨®n Internacional de 1929-- la plaza de Catalu?a, remont¨® por el paseo de Gr¨¤cia y ah¨ª dej¨® caer una saca que, con 39 postales, aterriz¨® en la azotea del n¨²mero 27; un inquilino la llevo a la finca de al lado, cuyo portero trabajaba en Correos. Cerca de la plaza Espa?a, el dirigible lanz¨® una segunda, que esta vez, gui?os del azar, aterriz¨® en el n¨²mero 26 de la calle 26 de Enero. Un vecino la llev¨® al cuartelillo de la Guardia Urbana de Hostafranchs, desde donde fue reenviada a Correos.
Curiosidades alrededor de las misivas --sepultadas por los emails, que hoy solo usan los rom¨¢nticos o los que est¨¢n en prisi¨®n-- tiene otro saco lleno la capital catalana, como ilustra Cartes i carters. Una historia del correu postal a Barcelona (Albert¨ª Editors), que ha compilado el historiador y empleado de Correos Antonio Aguilar con generosidad de im¨¢genes (aunque en blanco y negro). Entre esos hitos, nueve a?os despu¨¦s del zeppelin, el del primer correo submarino del mundo, aunque ah¨ª con cierta tristeza. Necesitada de financiaci¨®n, la Rep¨²blica espa?ola decide emitir, en febrero de 1938, unos sellos conmemorativos. Como las autoridades intuyen amargamente, una emisi¨®n limitada de un gobierno que languidece ser¨¢ muy buscada y cotizada a nivel internacional. Se realizar¨¢n 8.000 series, por valor de 690.500 pesetas de la ¨¦poca, que se ponen a la venta seis meses antes del viaje inaugural, un Barcelona-Ma¨® que deb¨ªa eludir el bloqueo mar¨ªtimo fascista, que ya ocupaba Mallorca.
El 12 de agosto de 1938, el capit¨¢n sovi¨¦tico del submarino C-4, con 40 marineros, dio la orden de zarpar, con dos sacas con un centenar de postales, 300 certificados y unas 1.100 cartas ordinarias. Van tambi¨¦n en la nave un empleado de Correos y un periodista del The Saturdany Evening Post que acreditar¨¢ el viaje. De noche y en superficie (el submarino est¨¢ muy tocado) llegan a la isla en 13 horas. El regreso, bajo el agua, se cerrar¨¢ tras 22 horas: ¨¦xito propagand¨ªstico que contrarrestaba las haza?as que los fascistas tambi¨¦n difund¨ªan desde la filatelia y recaudaci¨®n de 11 millones de pesetas de la ¨¦poca.
Ten¨ªa un punto de l¨®gica que una iniciativa as¨ª se desarrollara en Barcelona, que a¨²n hoy puede presumir de uno de los edificios m¨¢s antiguos de Europa destinado a correos, la capilla de Marc¨²s (n¨²mero 2 de la calle Carders), sede de la cofrad¨ªa de los primeros hosteleros de correos medievales, a la manera de estafetas actuales. Los troters, como se les conoc¨ªa en la ciudad, s¨®lo actuaban bajo licencia municipal y luego real y su actividad estaba regulada hasta el extremo de que hab¨ªa penas de prisi¨®n ¡°en camisa e en bragues¡± si comet¨ªan fechor¨ªas en su labor. En 1390 habr¨ªan formado un gremio que se consolid¨® en 1417, el primero de la pen¨ªnsula y de los m¨¢s antiguos del continente.
La proliferaci¨®n y abuso provoc¨® que, a partir de 1444, los consejeros de Barcelona dictaminaran que s¨®lo habr¨ªa un hoste de correus, situaci¨®n que se mantendr¨¢ hasta la uni¨®n de la corona de Arag¨®n con Castilla, cuando se concedi¨® a la familia Tassis el cargo de correo mayor, con la consecuente extinci¨®n de los hostes en Catalu?a, Valencia y Arag¨®n, origen de un pleito de siglo y medio entre el clan agraciado y el gremio por la exclusividad. La dinast¨ªa borb¨®nica arras¨® con todo al pasar la gesti¨®n del servicio a la corona.
Las cartas de Castilla, ya en el XVIII, llegaban a la ciudad los mi¨¦rcoles por la tarde, como las de Italia los viernes por la noche: la gente, sin m¨¢s identificaci¨®n que dando su nombre, iba a recogerlas. Algunos tomaban las de se?ores ricos para llev¨¢rselas a sus casas y ganarse unos dineros. Porque la primera docena de carteros no lleg¨® hasta 1756. Las ordenanzas les obligaban a saber leer, escribir y a vivir en el barrio donde repart¨ªan el correo, debiendo confeccionar una lista con las calles y los vecinos de cada casa. Era un oficio que rozaba la ruina: su domicilio particular hac¨ªa las veces de estafeta y cobraban al destinatario. En realidad, no recibir¨ªan sueldo del Estado hasta 1931, de la misma manera que deb¨ªan pagarse el uniforme, obligado a aguantar al menos dos a?os y servir tanto para verano como para invierno: hasta casi dos siglos despu¨¦s, en 1943, no se lo facilit¨® el Gobierno. Sacrificados, lo ser¨¢n siempre: en 1870, en plena pandemia asesina de peste amarilla, un centenar decidieron no ser evacuados y quedarse en la ciudad cumpliendo su funci¨®n p¨²blica: tres lo pagaron con la vida.
En cualquier caso, en 1895 ya hab¨ªa en Barcelona 120 carteros, que repart¨ªan unos 23.000 objetos diarios. Mujeres, a pesar de que en 1648 se tiene una primera referencia de una ¡°correa¡± en Portugalete, hasta 1830 no ser¨¢n ¡°maestras de posta¡± y s¨®lo desde 1922 acceden a ser carteras, si bien sin salir a la calle porque son ¡°cuerpo auxiliar¡±, por lo se las destina s¨®lo a tareas administrativas y siempre que tengan el t¨ªtulo de maestras. En plena Guerra Civil ser¨¢n el 5% de la plantilla, unas 600, ninguna tan famosa como Rosario S¨¢nchez, La Dinamitera, que perdi¨® una mano manipulando una bomba, pero que sigui¨® en el frente llevando cartas a los soldados, como cant¨® el poeta Miguel Hern¨¢ndez. En 1939, el franquismo depur¨® un tercio de la plantilla. A ellas se debe en parte el logro de que los carteros cambiaran, en 1989, su inc¨®moda bandolera por un carrito, que inicialmente fue otra tortura: pesaba 7,5 kilos.
A pesar de que el leridano Tom¨¤s de Perpeny¨¤ escribi¨® en 1505 el primer manual de estilo en Catalu?a para escribir una carta (¡°letra de buen tama?o, hermosa, regular, clara, de f¨¢cil lectura¡±), de que en el XVI se pasara de escribir en horizontal a vertical, de que se adoptara la cuartilla (XVIII) y se extendiera la pr¨¢ctica de poner nombre y direcci¨®n (no sistem¨¢tico y operativo hasta mediados del XIX), entender la letra o que con casi nulas referencias llegaran las cartas a destino era gracias a los llamados ¡°sabios¡± de Correos, especialistas en descifrar aut¨¦nticos jerogl¨ªficos, que algunos hac¨ªan exprofeso cuando se puso de moda en el XIX. Aun as¨ª, entre 1861 y 1865 en Barcelona se tiraron al fuego 800.00 cartas porque destinatario o direcci¨®n eran ilegibles inclusos para esos sabios, el ¨²ltimo de los cuales se jubil¨® en 1996. El analfabetismo facilit¨® la existencia de los llamados memorialistas, escribientes de cartas que ten¨ªan en soldados y criadas su gran clientela. En 1859 hab¨ªa 20, en peque?os cub¨ªculos junto a La virreina, en La Rambla. La ¨²ltima fue una mujer, que se march¨® de all¨ª en 1991, tras un misterioso incendio de su puesto de trabajo.
El sello como nuevo y definitivo sistema de pago postal lleg¨® en 1850, con un barcelon¨¦s, Bartomeu Tom¨¤s, al frente de la F¨¢brica Nacional del Sello. Fue una serie de cinco (sin dentar, a pesar de que un irland¨¦s hab¨ªa patentado ese sistema para no cortarlos con tijeras tres a?os antes), con la efigie de la reina Isabel II, que orden¨® confeccionar matasellos que no le ensuciaran el rostro, si bien no pudo evitar que antimon¨¢rquicos la pegaran cabeza abajo. Un gran invento (del que hay un cer¨¢mico y desconocido homenaje en la fachada del 131 de la calle Balmes de Barcelona) que tuvo a su primer coleccionista en el barcelon¨¦s Santiago ?ngel Saura i Mascar¨®.
Barcelona, que s¨®lo tiene una calle dedicada a un cartero (Salvador Alloza, depurado en 1939 por anarquista) y un mural de unos vecinos en su edificio (Manso, 39), tambi¨¦n fue la que acogi¨® la primera tienda de sellos (1878), as¨ª como el primer cat¨¢logo editado en Espa?a (con 2.000 estampas de todo el mundo, en 1863), la primera asociaci¨®n de coleccionistas del Estado (la Sociedad Filat¨¦lica Barcelonesa, en 1888) y, claro, el primer museo, nacido de la colecci¨®n particular de Ramon Marull (65.380 ejemplares, casi todos los del mundo entre 1840 y 1940). El primer sello con un motivo barcelon¨¦s (un macero del consistorio, con una vista dela ciudad a sus pies) fue por la famosa Exposici¨®n de 1929; s¨ª, el mismo a?o que el bombardeo de las sacas del Graf Zeppelin.
¡®Leones¡¯, farolas y tranv¨ªas para poner buzones
Cajas de madera en las paredes de la Venecia del XVI para depositar en ellas denuncias an¨®nimas parecen ser el origen de los buzones (del italiano buco, boca), capitales para garantizar la integridad (f¨ªsica y de contenidos) de una correspondencia que sufr¨ªa de todo, hasta duchas de vinagre desde que empezaran a ser as¨ª desinfectadas en Barcelona durante la peste de 1348 (hasta 1953, las cartas se limpiaban en medio mundo). En el siglo XVII, en las calles de Francia hab¨ªa 1.500, mientras que en Viena o Dinamarca era buzones humanos: un se?or se las colgaba a la espalda.
En Barcelona, en 1857 s¨®lo hab¨ªa cinco buzones; hoy, pintados aun de amarillo desde 1977, quedan unos 800. Se hicieron de todo tipo y condici¨®n; mayormente, un agujero en paredes de oficinas enmarcados en una cabeza de le¨®n. Pero tambi¨¦n los hubo, como en el cruce de Arag¨®n con Pau Claris, que iban unidos a una farola, a imagen y semejanza de los que triunfaban en el Londres victoriano. En 1915, llevaban buzones hasta los tranv¨ªas, suced¨¢neos m¨¢s o menos ingeniosos hasta que no fueron obligatorios los buzones domiciliarios, en un muy cercano 1962 y s¨®lo para localidades de m¨¢s de 50.000 habitantes y en edificios de nueva construcci¨®n. Para os dem¨¢s, hubo margen hasta 1964.
La rapidez de recogida y de transporte a destino fue paralela a los avances tecnol¨®gicos: el cartero fue saltando siempre a lo m¨¢s veloz. Los troters medievales m¨¢s raudos alcanzaban los 30 ¨® 40 kil¨®metros al d¨ªa: cobraban en relaci¨®n inversa a los d¨ªas que tardaban. Las diligencias (s¨ª, a 15 km/h, m¨¢s lentas, pero con mayor carga) fueron aplastadas por el ferrocarril (dos toneladas de correspondencia, a 50 km/h). El coche (el primero, en 1899 en Navarra) acab¨® siendo el rey de la tierra: en 1920 ya hab¨ªa 13 rutas motorizadas en Catalu?a.
Pocos se acuerdan de que el Titanic tambi¨¦n llevaba oficina de correos, con 3.000 sacas y cinco empleados (no se salv¨® ninguno), porque el transporte mar¨ªtimo parec¨ªa imbatible entre continentes hasta la llegada del correo a¨¦reo, ya intuido en enero de 1785 con el primer transporte por aire entre Dover y Calais "par ballon mont¨¦": globo aerost¨¢tico. Barcelona algo supo del correo postal en avi¨®n entre diciembre de 1918 y marzo de 1919, cuando los franceses de Lat¨¦co¨¨re empezaron a probar paradas en su camino hacia Casablanca. Las dos primeras l¨ªneas postales por avi¨®n en Espa?a ser¨¢n las de Sevilla-Larache y la de Barcelona-Palma de Mallorca, en abril de 1922, que permit¨ªa en este ¨²ltimo caso contestar a vuelta de correo¡ el mismo d¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Fascismo
- Empresas p¨²blicas
- Armamento
- Dictadura
- Sector p¨²blico
- Defensa
- Historia contempor¨¢nea
- Transporte a¨¦reo
- Ideolog¨ªas
- Empresas
- Correos
- Historia
- Espa?a
- Econom¨ªa
- Transporte
- Administraci¨®n p¨²blica
- Comunicaciones
- Globos aerost¨¢ticos
- Submarinos
- Guerra civil espa?ola
- Mensajer¨ªa
- Barcelona
- Franquismo
- Catalu?a
- Transporte militar