Rosas amarillas en el Palau
Miles de personas visitan la sede de la Generalitat para mostrar su solidaridad con el Govern destituido y los pol¨ªticos en prisi¨®n y en el extranjero
Una triple barrera de vallas, en zig-zag, proteg¨ªa ayer el Palau de la Generalitat, engalanado para celebrar la Diada de Sant Jordi con una senyera y un tapiz que pend¨ªa del balc¨®n de la fachada principal. La valla pronto se convirti¨® en una tupida manta de rosas amarillas, salpicadas con algunas rojas, y muchas de ellas con el envoltorio de ?mnium en el que se le¨ªa la frase: ¡°Que la libertad deje de ser una leyenda¡±. Sheila, una paradista de la plaza de Sant Jaume, agot¨® sus 150 rosas amarillas a las pocas horas.
Fue la Diada de Sant Jordi m¨¢s extra?a de las que se recuerdan. Por primera vez, no hubo ni bendici¨®n de las flores ni misa en la capilla ni paseo del president por la plaza para echar un vistazo a las paradas de libros. Hubo un whatsApp que corri¨® como la p¨®lvora en el que alertaba que el Gobierno de Rajoy, que controla la Generalitat, no quer¨ªa hacer publicidad de que el Palau, como cada a?o, celebraba una jornada de puertas abiertas. No era verdad porque la convocatoria institucional figuraba a toda p¨¢gina ayer en los peri¨®dicos. Pero el mensaje llamada se extendi¨® a la velocidad de la luz. El resultado fue que miles de personas visitaron las solitarias estancias en solidaridad con el Govern y los nueve l¨ªderes pol¨ªticos en prisi¨®n y los cinco del extranjero. La cola, a las 18.00, rodeaba casi el per¨ªmetro del Palau.
¡°Con todo lo que est¨¢ pasando, ten¨ªamos que venir¡±, afirman dos amigas
Sin pol¨ªticos, el Palau parec¨ªa m¨¢s que nunca de museo. Luciendo en su mayor¨ªa el lazo reivindicativo o con rosas amarillas en la solapa, los visitantes quisieron mostrar as¨ª su repulsa por la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155. El circuito de visita, gratuita, pas¨® por la sala Antoni Clav¨¦ y la de prensa, cerrada desde el 17 de octubre, en la que alguien dej¨® dos rosas en el atril. Anna Llanos, de 62 a?os, y Montse S¨¢nchez, de 63, amigas desde que fueron al colegio, acudieron por primera vez al Palau. ¡°Con todo lo que est¨¢ pasando, ten¨ªamos que venir¡±, dicen mientras se hacen una foto junto al cuadro Volem l'Estatut.
Por primera vez, no hubo bendici¨®n de flores ni misa en la capilla de Sant Jordi
Y, en la segunda planta, el cortejo, silencioso, desfil¨® por la Sala Torres Garc¨ªa; la Sala Tarradellas, donde se re¨²ne el Govern, y el Pati dels Tarongers cuya fuente coronada por el santo estaba llena de flores amarillas. ¡°Lo que m¨¢s me ha impresionado es ver el Pati vac¨ªo y esas flores. Son un s¨ªntoma de derrota. Prefiero mirar las g¨¢rgolas¡±, dijo Paula. En el Sal¨® Sant Jordi, muchos ciudadanos, adem¨¢s de hacer fotos, aprovecharon para dejar un mensaje en los libros de recordatorio. La mayor¨ªa dej¨® escrita frases de solidaridad con esta idea: ¡°Us volem a casa¡±. Hubo quien, pese a todo, no perdi¨® el humor y se plant¨® ante un atril, junto a una estelada y una rosa, y se grab¨® un video emulando al president y deseando un buen Sant Jordi a todos.
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