¡°Me apeo del ¡®hiperchurumbelismo¡¯¡±
Eva Millet, autora de 'Hiperni?os', pide a los padres "que se relajen" y subraya que la educaci¨®n "no es un marat¨®n"
Tengo sensaci¨®n de cierto alivio. La experta me dice que con tres hijos y un oficio como el de periodismo dif¨ªcilmente tengo tiempo de criar hijos perfectos o hiperni?os. A la m¨¢s peque?a le acabo de dar de merendar cruas¨¢n de chocolate y un helado, a la mayor le he dejado ver cuatro cap¨ªtulos seguidos de una serie americana, y su padre pierde muchas horas de su vida llevando al mediano al f¨²tbol en la otra punta de la ciudad. Todo eso me lo callo delante de la experta.
?Qu¨¦ es un hiperni?o? Contesta Eva Millet, autora de Hiperni?os (Plataforma Actual): ¡°Es el producto de una crianza intensiva, de una absoluta dedicaci¨®n de los padres al ni?o, pero una dedicaci¨®n m¨¢s enfocada a ver el hijo como un producto. Tienen de antemano un plan establecido para ese ni?o incluso antes de nacer. Es un modelo norteamericano. Este ni?o es el absoluto rey de la casa, el Luis XIV. Es el modelo altar, se le rinde culto, se le da todo, se le consulta todo pero, por otro lado, tiene una presi¨®n brutal para triunfar. Son ni?os hiperprotegidos, que gestionan mal la frustraci¨®n, que se muestran muy poco aut¨®nomos. Es un fen¨®meno del primer mundo¡±.
?Cu¨¢les son los s¨ªntomas? ¡°Cuando es incapaz de hacer algo que le tocar¨ªa hacer sin ayuda del adulto. El ejemplo son los deberes. Cada vez hay m¨¢s ni?os que no saben hacer los deberes sin sus padres, y cada vez m¨¢s padres que los hacen para subirles la nota. Otra caracter¨ªstica son los miedos, y uno cada vez m¨¢s com¨²n es el miedo a equivocarse, el miedo a fallar. Tambi¨¦n la ansiedad y el estr¨¦s, que son estados de los adultos, que cada vez se detectan m¨¢s incluso en ni?os. Se ve un poco la crianza de los hijos como un campo de entrenamiento, porque cada vez hay que llevarlos a m¨¢s sitios, son infancias muy estresadas¡±.
El ¨²ltimo informe del Estudio del Plan Nacional sobre Drogas en Espa?a, detalla Millet, ha detectado que uno de cada seis adolescentes calm¨® sus tensiones ante un examen o una ruptura tomando ansiol¨ªticos. Los tranquilizantes por primera vez superan al alcohol y al tabaco como droga de inicio.
Millet explica que los hiperpadres han entrado en la escuela y los colegios est¨¢n apabullados. Padres que se meten en el AMPA para cambiar el men¨², padres que montan grupos de WhatsApp para criticar al profesor¡ ¡°Me cuentan profesores que encuentran ni?os que escuchan la palabra NO por primera vez en la escuela, que llegan con muy pocos l¨ªmites, que no duermen, que se caen en el patio y se quedan inm¨®viles a la espera de que alguien los levante¡¡±.
Pregunto a Clara Blanchar, compa?era de EL PA?S, impulsora (como yo) del blog De Mamas and de Papas y tambi¨¦n madre: ¡°La mera descripci¨®n del hiperni?o estresa y angustia. Claro que queremos lo mejor para nuestros churumbeles, pero precisamente porque mis hijas (primer mundo, clase media) tienen de todo y f¨¢cilmente, considero importante poner en valor la capacidad de espabilarse y ser aut¨®nomas. Consultarles y tenerlas en cuenta, vale. Pero elegir¡ a veces s¨ª; y otras, te comes la verdura porque es lo que hay. Y recordarles que son unas privilegiadas; que comparadas con otras realidades, esto es Disneylandia. Hace tiempo que me he apeado de esta infinita competici¨®n por ¡®lo m¨¢s¡¯. Me cuesta, porque la presi¨®n (m¨ªa y ajena) es intensa y el sentimiento de culpabilidad por no hacer m¨¢s acecha, pero intento relajarme, consciente de que juego en otra liga (en la que tambi¨¦n hay buenas escuelas, extraescolares y campamentos). Y buscar espacios para que hagan lo que m¨¢s mola de ser ni?o: jugar y jugar y jugar, si puede ser al aire libre y con primos y amigos, mejor¡±. Blanchar piensa en su amiga Mariluz: ¡°Es la reina del mambo de apearse del hiperchurumbelismo. Ha pasado hasta del ingl¨¦s (?les ha borrao!) y el curso pasado, al ver el ritmo y el nivel de fiestas de cumple que llevaba su clase solo tres meses despu¨¦s de comenzar el curso, decidi¨® bajarse del tren y llevarse a cuatro amigas a dormir a casa. Yo hace a?os que lo hago y triunfo¡±.
Cuesta creer que la generaci¨®n que Millet llama del ni?o mueble sea ahora la que produzca hijos altar. No entiendo que aquellos ni?os que no tuvieron fiestas de cumplea?os en room escapes ni vacaciones de verano para ver tortugas en Costa Rica ahora se maten por buscar los campamentos m¨¢s especializados o elijan la guarder¨ªa que ense?a mandar¨ªn. Por el camino, y eso es cierto, los padres y las madres han perdido autoridad. ¡°Yo veo que es un fen¨®meno cada vez m¨¢s extendido. La media de hijos es 1,3 por pareja, los tenemos m¨¢s tarde y hemos pensado c¨®mo van a ser, adem¨¢s las madres contamos con experiencia laboral. Una cosa de la hiperpaternidad es que el hijo se gestiona y t¨² importas herramientas del trabajo para educar; tenemos m¨¢s recursos y adem¨¢s existe la competencia entre familias. Hay un terror a que tu hijo se crea que va detr¨¢s porque este modelo est¨¢ basado en la precocidad. Al final ejercer de padre o de madre es un marat¨®n. Un fen¨®meno muy curioso es hablar en plural: ¡°hemos aprobado, hemos suspendido, nos hemos enamorado¡¡±, explica Millet, que muestra una imagen que se repite: el ni?o que baja del bus y entrega a su madre/padre la mochila para que la cargue o el que persigue a su hijo bocadillo en mano por el parque para que lo mordisquee.
El alivio se transforma progresivamente en agobio conforme avanza la conversaci¨®n. ?Tan mal lo estamos haciendo? ¡°Hay miedo a poner l¨ªmites porque seremos unos fachas. Afecto y l¨ªmites son los pilares de la educaci¨®n. Lo que tenemos que hacer es relajarnos. Nos hemos complicado la vida de forma innecesaria. Hay que pensar que la educaci¨®n es a largo plazo y que t¨² no eres enteramente responsable de lo que le va a pasar a tu hijo. Abogo por confiar en nosotros, pero tambi¨¦n en los hijos¡±.
Fin de la conversaci¨®n. Dos mensajes me quedan claros: no pienso llevarle la mochila a mis hijos nunca m¨¢s y voy a poner l¨ªmites. Aunque hoy vuelvo a equivocarme. La merienda vuelve a ser chocolate.
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