Vecinos malditos
Albert¨ª orquesta con aires de thriller un potente retrato de una sociedad en 'Temps salvatge'
Quienes piensan que Xavier Albert¨ª es mejor director cuando hace espect¨¢culos de peque?o formato que de gran formato, deben correr al TNC para ver su magistral montaje de Temps salvatge, nueva y magn¨ªfica obra de Josep Maria Mir¨® que mantiene la tensi¨®n sin desmayo durante dos horas y media. El elenco de actores es formidable, como lo es la cruda y realista escenograf¨ªa en la que, sin miedo a las monumentales dimensiones de la Sala Gran, Albert¨ª orquesta con aires de thriller un potente retrato de una sociedad ahogada en su propia mierda que prefiere se?alar a los inmigrantes como culpables de todo sus males.
Como en los dramas de Tennessee Williams -y en tantas pel¨ªculas que denuncian el racismo sure?o-, el asfixiante calor espolea en Temps salvatge los conflictos que alteran la convivencia de las parejas que habitan en cuatro pisos alrededor de una zona comunitaria, con cesped gastado y piscina, en una urbanizaci¨®n pr¨®xima a un pabell¨®n deportivo. En esa cargada atm¨®sfera, pre?ada de malos presagios, Mir¨® pone en pie un relato coral tejido con historias paralelas de un grupo de vecinos atrapados en una espiral de miedos, amarguras y violencia.
Desde su cinematogr¨¢fico arranque, con los faros de una furgoneta en el fondo del escenario y el encuentro violento de dos personajes en un bosque, el clima opresivo domina la escena; los vecinos hablan de pintadas y culpan de la inseguridad que les inquieta a los inmigrantes asentados en las afueras de la urbanizaci¨®n. La tensi¨®n crece, realzada por la m¨²sica del propio Albert¨ª, que juega con los angustiosos contrastes de un cuarteto de cuerda que suena tan hiriente como el Bernard Herrmann de Psicosis.
Temps salvatge
Temps salvatge, de Josep Maria Mir¨®. Carme Elias, Laia Manzanares, M¨ªrim Iscla, Eduard Farelo, Sara Espigul, Borja Espinosa, Marina Gatell, Manel Barcel¨®, Alicia Gonz¨¢lez La¨¢, Malcolm McCarthy. Direcci¨®n: Xavier Albert¨ª. Sala Gran, TNC. Barcelona, 10 de mayo.
La escenograf¨ªa de Lluc Castells -una obra maestra en su arquitectura visual- nos permite ver lo que pasa en cada piso y en las zonas comunes, en un juego de escenas y di¨¢logos que se solapan, alimentando una trama llena de inc¨®gnitas que estallan en un giro final que ser¨ªa un crimen desvelar. Basta decir que te deja clavado en la butaca.
Hay que quitarse el sombrero ante el portentoso trabajo de Laia Manzanares en el crucial papel de Ivana, la joven de 17 a?os, rebelde, procaz y en guerra contra sus propios fantasmas, que llega al vecindario disparando a todos la misma pregunta: ?Este es un lugar bonito para vivir? Y es ella, con el germen del odio larvado en un pasado familiar de abusos y alcoholismo, quien marca la pauta de un relato que encadena situaciones y di¨¢logos perturbadores. Si por una t¨ªmida interpretaci¨®n el personaje falla, el drama se viene abajo. No es el caso, al contrario, esta joven actriz est¨¢ colosal.
Me quedo con la valent¨ªa y la decencia en la denuncia de los prejuicios de la profesora Raquel -admirable en su sobriedad y fuerza interior M¨ªriam Iscla-, y la violencia que acecha en el interior de su colega Santi -magn¨ªfico Eduard Farelo-, pero no son los ¨²nicos; desde la imponente Carme Elias a la solvencia de Manel Barcel¨®, pasando por las notables caracterizaciones de Alicia Gonz¨¢lez La¨¢, Sara Espigul, Marina Gatell, Borja Espinosa y Malcolm McCarthy - el acierto en la elecci¨®n del reparto es total.?
Quiz¨¢ sobra, o deber¨ªa ser m¨¢s corto, el ep¨ªlogo final, con tintes de previsible moraleja: lo que nos cuenta Mir¨® pone el foco en los peligros de una sociedad perturbada por una transformaci¨®n que derriba los modelos que pens¨¢bamos que funcionar¨ªan siempre, pero que amenazan ruina sino aprendemos a construir nuevos espacios de convivencia. Moraleja acompa?ada por la lluvia que mitiga el calor y rebaja las tensiones mientras cae el tel¨®n. Gran funci¨®n, gran ¨¦xito.
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