S¨ª, el emperador va desnudo
Las mentiras alimentan la creaci¨®n de la Crida Nacional y permiten que Puigdemont se haya apropiado de Converg¨¨ncia
Lo que quedaba de Converg¨¨ncia ha muerto. En el congreso del PDeCAT han ganado los leales a Puigdemont, unidos por seguir proclamando un proyecto y una hoja de ruta que se han demostrado fallidos. Aquel partido de centro-derecha, nacionalista pero no independentista ha ido perdiendo en los ¨²ltimos a?os su centralidad pol¨ªtica, su capacidad de impacto, para convertirse en el partido de un expresidente huido de la justicia espa?ola, que no cesa de poner en jaque a la pol¨ªtica catalana y a su ciudadan¨ªa.
Cabe considerar que el magistrado Llarena se ha equivocado en su imputaci¨®n por rebeli¨®n porque, como muchos defendemos, no se produjo la violencia que exige el C¨®digo Penal. Pero, aunque la eco-c¨¢mara puigdemontista pretenda obviarlo, el Tribunal de Schleswig-Holstein otorgaba la euroorden porque s¨ª existe base f¨¢ctica suficiente para considerar que Puigdemont pueda ser juzgado por malversaci¨®n de fondos p¨²blicos, un delito menor para el independentismo, pero que supone una conducta grav¨ªsima en un representante p¨²blico, m¨¢s si es el presidente de un gobierno.
Llarena ha decidido no aceptar la entrega de Puigdemont solo por malversaci¨®n, seguramente para respetar la igualdad de trato respecto del resto de imputados. Ahora bien, si la decisi¨®n del Tribunal de Schleswig-Holstein genera un clamor tan cerrado respecto de la rebeli¨®n, ?en qu¨¦ se va a apoyar ahora Puigdemont para seguir justificando su huida de Espa?a si en Alemania ya han dicho por dos veces que no hay persecuci¨®n pol¨ªtica? Esto es, en Alemania, Puigdemont no podr¨ªa ser juzgado por rebeli¨®n con la base f¨¢ctica referida por Llarena, pero de ah¨ª no se extrae que Alemania crea que Puigdemont es inocente ni que sea un perseguido pol¨ªtico. M¨¢s bien al contrario: en Espa?a se cumplen las garant¨ªas exigibles a todo Estado democr¨¢tico miembro de la Uni¨®n Europea y, por tanto, no hay motivaci¨®n pol¨ªtica que justifique su discurso. No es un exiliado, sino un pr¨®fugo.
La causa de Puigdemont tiene cada vez menos adeptos en Europa. Este fin de semana, en la reuni¨®n anual de la SIPE (Societas Iuris Publici Europaei) en Hamburgo, he podido constatar que los juristas europeos, incluso aquellos que en alg¨²n momento sintieron simpat¨ªas por la causa independentista, reaccionan y observan con estupor que aquello que cre¨ªan una revoluci¨®n de pueblo, del poble, no es m¨¢s que el ejercicio de fuerza de los representantes pol¨ªticos de, como mucho, la mitad de dicho pueblo. Que, por tanto, no existe una voluntad un¨¢nime o cuasi un¨¢nime de querer romper con Espa?a, ni de creer que Espa?a es un estado autoritario. Tampoco de querer romper unilateralmente el ordenamiento constitucional, marco del ejercicio de los derechos democr¨¢ticos. Los juristas sabemos que la democracia sin Estado de derecho, sin reglas de juego, no es m¨¢s que el ejercicio de la ley del m¨¢s fuerte.
El lunes pasado, el president Torra hac¨ªa un tuit, en respuesta a unas declaraciones del ministro Borrell, en que insist¨ªa en que Catalu?a (ente soberano inexistente) es titular del derecho de autodeterminaci¨®n porque as¨ª lo manifiestan (cito literalmente) ¡°declaraci¨®n de la ONU, tratados internacionales, Escocia y Quebec, decisi¨®n del TIJ (Tribunal Internacional de Justicia), derechos hist¨®ricos de Catalu?a, porque los ciudadanos no somos s¨²bditos, sino ciudadanos libres que nos autodeterminamos y nuestro parlamento declar¨® pol¨ªticamente la independencia¡±. En un tuit la econom¨ªa del lenguaje es determinante. Sin embargo, esa econom¨ªa no justifica que ninguna de las referencias del mensaje sean ciertas: Catalu?a no cumple con los requisitos del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Pol¨ªticos de 1966, ni con ninguna de las resoluciones (interpretativas) aprobadas posteriormente por la Asamblea de Naciones Unidas; a saber, que un pueblo est¨¦ siendo reprimido por un Estado de democr¨¢tico. En caso contrario, dichos textos internacionales exigen que la secesi¨®n sea pactada con el Estado. Comparar la situaci¨®n de Kosovo con Catalu?a solo entra en la cabeza de alguien que dice que estamos viviendo una crisis humanitaria. Ni en Escocia ni en Quebec se ejerci¨® el derecho de autodeterminaci¨®n, sino que se lleg¨® un acuerdo entre dos entes de poder para dar respuesta una reclamaci¨®n pol¨ªtica sostenida en el tiempo.
Estas mentiras son las que alimentan la creaci¨®n de un movimiento supuestamente horizontal, la Crida Nacional, y permitir que Puigdemont y sus leales se hayan apropiado, tambi¨¦n, de la antigua Converg¨¨ncia. Ahora bien, las mentiras, medias verdades y esl¨®ganes vacuos son f¨¢ciles, cada vez m¨¢s, de desmontar. Al final, solo quedar¨¢ reconocer que, como en el cuento del dan¨¦s Andersen, el emperador va desnudo.
Argelia Queralt es profesora de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.