Miente que algo queda
En Catalu?a hay medios privados, apoyados con grandes contribuciones p¨²blicas y absolutamente rendidos a la causa independentista que mienten en sus informaciones
Estos d¨ªas he vivido una situaci¨®n que, m¨¢s all¨¢ de lo desagradable que pueda haber sido para m¨ª y m¨ª entorno m¨¢s directo, pone de manifiesto hasta qu¨¦ punto algunos sectores, en este caso, del independentismo han hecho suya la m¨¢xima ¡°todo vale¡±. La sociedad catalana vive inmersa desde hace meses en una vor¨¢gine de polarizaci¨®n, de enfrentamiento dial¨¦ctico que nunca hab¨ªamos experimentado. Algunos l¨ªderes independentistas han radicalizado su discurso, lo que no significa hacer un defensa m¨¢s profunda y constructiva de sus argumentos; m¨¢s bien todo lo contrario: como la verdad se impone, cada vez es m¨¢s sencillo el exabrupto, las faltas de respeto, el insulto y la mentira. Al que piensa diferente, al que discrepa desde los argumentos, hay que callarlo.
El domingo vimos unas im¨¢genes de un coche que, sin control, se abalanzaba sobre la plantada de cruces amarillas que ocupan la plaza Major de Vic. Este hecho, censurable, ha provocado una nueva muestra de lo hip¨¦rbole en la que viven los procesistas. Sin saber a¨²n qu¨¦ hab¨ªa pasado realmente, sin saber si hab¨ªa una motivaci¨®n ideol¨®gica, las redes sociales, los medios afines, y los responsables pol¨ªticos se han lanzado a un persecuci¨®n del conductor. La alcaldesa de Vic dijo, de entrada, que interpondr¨ªa una querella por delito de odio, ?ni m¨¢s ni menos! Sorprende que ante las reiteradas quejas contra el Estado por hacer interpretaciones excesivamente restrictivas de la libertad de expresi¨®n, en sentido amplio, y por una aplicaci¨®n f¨¢cil del C¨®digo Penal, la primera reacci¨®n haya sido pedir que se aplique todo el peso de la ley sobre el conductor. Es cierto que el coche se abalanz¨® sobre la plaza, en la que hab¨ªa gente caminando, aunque las ¨²nicas damnificadas fueran las cruces amarillas que ocupaban este espacio p¨²blico. He manifestado en diversas ocasiones como la presencia omnipresente de cruces, lazos, y carteles es un ejercicio abusivo de la libertad de expresi¨®n, en tanto que se promueve y ejerce desde las instituciones p¨²blicas (que debe recordarse no son titulares de derechos fundamentales). Se trata, m¨¢s bien, de la apropiaci¨®n de espacios p¨²blicos y comunes por una parte de la sociedad amparada por las instituciones de todos.
Esta hip¨¦rbole, como dec¨ªa, se traslada a tertulias, a diarios y a las redes. En Catalu?a hay medios privados, convertidos en referentes informativos, apoyados con grandes contribuciones p¨²blicas y absolutamente rendidos a la causa que mienten en sus informaciones, y lo hacen sin rubor alguno. Hacer trampas con datos que son p¨²blicos es muy complicado porque una contrastaci¨®n b¨¢sica sirve para poder desmontarlas. Pero esto no les impide seguir en su labor paraperiod¨ªstica, contribuyendo a mantener la burbuja procesista. Adem¨¢s, existen medios online, que con el pretexto de la defensa de la Rep¨²blica (s¨ª, aquella que no existi¨® nunca) crean noticias ¡ªo sea, las inventan¡ª con el objetivo de emponzo?ar el debate y de falsear la realidad. Algunos dir¨¢n, tambi¨¦n hay medios ¡°espa?oles¡± que hacen lo mismo. Sin duda. Y son igual de da?inos. Lo que ocurre es que un movimiento que dice ser democr¨¢tico, m¨¢s que cualquiera, que defiende los derechos y libertades fundamentales, no puede pretenderlo solo para los suyos. La estrategia de desprestigiar al disidente o presentar como veraces realidades que no lo son es un ejercicio muy viejo y al orden del d¨ªa, que practican, por ejemplo, Trump, Orban o Salvini. Si nadie diera credibilidad a estos medios, nada pasar¨ªa, morir¨ªan de inanici¨®n. Sin embargo, algunos l¨ªderes intelectuales independentistas los jalea y los utiliza como instrumentos para se?alar a los que, ejerciendo nuestra libertad de expresi¨®n, intentamos explicar que somos muchos catalanes los que no nos identificamos con ese ¡°poble¡± excluyente, con aires de superioridad, que mira al resto, propios y extra?os, por encima del hombro. La virulencia es creciente porque, ante la falta de argumentos (nadie ha reconocido que Catalu?a tenga derecho a la autodeterminaci¨®n, que en Espa?a haya presos pol¨ªticos, o que Espa?a reprima a su ciudadan¨ªa), optan por: ¡°miente que algo queda¡±. La independencia es un proyecto leg¨ªtimo, amparado por la Constituci¨®n; el procesismo es una estrategia pol¨ªtica legitimada por ciertas ¨¦lites pol¨ªticas que ha quebrado los pactos de convivencia.
La que escribe estas l¨ªneas siempre se hab¨ªa sentido orgullosa de ser catalana: una sociedad abierta, mestiza, plural, tolerante y europea. La sociedad que los sectores m¨¢s rancios del independentismo quieren construir s¨ª o s¨ª no casa con estos valores. Afortunadamente somos muchos de uno y otro espectro ideol¨®gico los que hemos reaccionado. Porque ning¨²n proyecto pol¨ªtico todo lo vale: el respeto y la convivencia deben preservarse.
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