Por tierra, mar y aire
Mientras el aviso de huelga llenaba horas de denuncia contra Ryanair, Vueling segu¨ªa con su silenciosa impuntualidad y su habitual respuesta de culpar a los dem¨¢s
La ¨²nica vez que tuve que abandonar un plat¨® de televisi¨®n protegido por agentes de seguridad fue tras intentar moderar un debate imposible sobre el sector del taxi. Fue hace a?os pero las escenas protagonizadas por algunos miembros del colectivo me han recordado la virulencia de miembros de supuestos sindicatos que entonces se multiplicaban por momentos. Hasta trece representantes reunidos en directo no consiguieron aclarar lo siempre confuso en torno al n¨²mero de licencias, su acceso y su traspaso. Su preocupaci¨®n de fondo era otra: la hegemon¨ªa de un servicio muy competitivo y en permanente pugna entre ellos mismos y los partidos pol¨ªticos que intentaban protegerles. Eran ¨¦pocas de timbas a cielo abierto en los alrededores del aeropuerto que provocaban, adem¨¢s de problemas est¨¦ticos, acciones propias de facinerosos.
La protesta actual ha sobrevolado sobre el mismo contencioso agravado ahora por la competencia de las compa?¨ªas nacidas al amparo de las nuevas tecnolog¨ªas y convertidas en excusa reivindicativa tan cierta como complementaria. Mientras, la entidad metropolitana responsable del sector ha demostrado nuevamente una ineficacia que tambi¨¦n explica la pasividad de las administraciones en desbloquear una ciudad tomada durante d¨ªas. En ese ¨®rgano administrativo est¨¢n representados todos los partidos de gobierno que siguen sin saber resolver y ni siquiera encauzar la imprescindible tranquilidad de unos profesionales que se enfrentan a diario a unas duras condiciones de trabajo pocas veces comprendido y casi siempre criticado. Motivos no faltan. Lo saben y lo asumen la mayor¨ªa de ellos avergonzados y perjudicados por la actitud de unos pocos, s¨ª, pero lo suficientemente activos como para amargar la vida a centenares de miles de ciudadanos a quienes, por cierto, el Ayuntamiento debe una disculpa.
Es tan obvio que nadie puede ponerle puertas al campo que los taxistas tradicionales saben que sus nuevos competidores han llegado para quedarse. Con las regulaciones que sean necesarias pero con la convicci¨®n de que ya nada volver¨¢ a ser igual para nadie por mucho que nos cueza la nostalgia. La realidad es tozuda. S¨®lo en Washington DC, por ejemplo, conviven con la oficial m¨¢s de 60 compa?¨ªas privadas de taxi. O la que por la v¨ªa del chiste y saltando a correos anuncia huelga de carteros por la competencia del e-mail.
El reto que nos ha propuesto la globalizaci¨®n a trav¨¦s de Internet y sus redes es enorme. Y estamos obligados ¡ª?qu¨¦ remedio!¡ª a adaptarnos a un paisaje tan rupturista en la forma como enriquecedor en el fondo. En la emergente econom¨ªa colaborativa tenemos la base para fomentar un futuro econ¨®mico m¨¢s brillante y una sociedad m¨¢s equitativa, como anuncia Ant¨®n Costas. Claro que para ello hacen falta m¨¢s divulgaci¨®n y menos resistencias. Y de momento son los tics reaccionarios los que dominan el escenario de la imagen negativa que da la vuelta al mundo en unos segundos. El fugaz tiempo necesario para hacer tambalear lo poco s¨®lido que nos queda empezando por las decisiones que materializan nuestros deseos.
Venir de vacaciones a una Barcelona donde la inseguridad es denuncia permanente, el incivismo norma de conducta y el turismo descontrolado motivo de abusos inaceptables tiene que ver tambi¨¦n con las facilidades para la nueva socializaci¨®n ofrecidas por las plataformas digitales. Ante ello se hace imprescindible una pol¨ªtica m¨¢s activa, ¨¢gil, menos resignada y mejor pensada que no haga peligrar ni el motor econ¨®mico en el que se ha convertido ni la esencia de la ciudad, su mejor reclamo. Los cruceros son la demostraci¨®n palpable.
Claro que para que la mayor¨ªa de sus pasajeros lleguen a tiempo de zarpar necesitan el compromiso y las facilidades de las compa?¨ªas a¨¦reas. Y aqu¨ª entramos en otra dimensi¨®n desconocida.
Mientras la advertencia de huelga y la anulaci¨®n de vuelos llenaban horas de informaci¨®n y denuncia contra Ryanair, Vueling segu¨ªa con su silenciosa tendencia a la impuntualidad, su excusa de impunidad y su habitual respuesta de culpar a los dem¨¢s. La visita del m¨¢ximo responsable de la compa?¨ªa al President de la Generalitat para justificar el descontrol que dirige, lejos de tranquilizar a los usuarios, deber¨ªa inquietarles. Son muchos veranos saturados como denuncian sus trabajadores y de cambio repentino de destino de sus tripulaciones como exponen sus comandantes para disculparse desde la cabina por el en¨¦simo retraso ante unos pacientes pasajeros curtidos en llegadas tard¨ªas, p¨¦rdidas de enlaces y maletas hu¨¦rfanas. A?os de anulaci¨®n de vuelos por causas nunca explicadas pero f¨¢cilmente sospechadas por sus clientes habituales condenados a no tener alternativas porque Vueling se ha hecho con el dominio de la mayor¨ªa de destinos espa?oles y europeos. Por eso es la empresa del ramo que acumula m¨¢s quejas y ayuda con ah¨ªnco a El Prat a liderar el ranking de retrasos. En esto se est¨¢ convirtiendo nuestro principal aeropuerto. En un centro de vuelos inciertos y viajeros perdidos. ?Era eso a lo que aspir¨¢bamos?
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