El ombliguismo no derrota al terrorismo
No politizar el dolor no significa que los dirigentes, que tienen en sus manos la pol¨ªtica antiterrorista, no dijeran ni una sola palabra
Hemos conmemorado el primer aniversario de los atentados terroristas cometidos en Catalu?a el 17 de agosto de 2017. Esta fecha, como el 11 de marzo de 2004 y muchas otras, no se borrar¨¢n de nuestra memoria. Mucho menos del recuerdo de cada una de las v¨ªctimas, de sus familiares y amigos que los sufrieron directamente. Son aquellas las ¨²nicas que pueden apropiarse, porque desgraciadamente es suyo, del dolor de estos ataques brutales a sus vidas. Los dem¨¢s no podemos erigirnos en portavoces o representantes. Porque las v¨ªctimas son reflejo de la ciudadan¨ªa. Las v¨ªctimas son plurales y diversas.
Se han celebrado varios actos conmemorando aquellos acontecimientos, pero solo uno ha sido formalmente un acto de recuerdo de sus v¨ªctimas. Los dem¨¢s han sido actos de parte, de apropiaci¨®n del dolor e, incluso, de la condici¨®n de v¨ªctima. En Alcanar, el acto de reconocimiento estuvo presidido por un enorme lazo amarillo. En el acto de Barcelona, todos los consejeros vest¨ªan su lazo amarillo.
Asimismo, al margen del drama que la familia del exconsejero Forn est¨¦ viviendo (eso es innegable), ?en calidad de qu¨¦ estaba su esposa en la comitiva oficial? Me temo que en un intento de reivindicaci¨®n de su condici¨®n de v¨ªctima. Aunque creo que es m¨¢s bien una perjudicada de un proceso penal en curso, el d¨ªa 17 intent¨¢bamos recordar a las v¨ªctimas de los terroristas yihadistas.
Quer¨ªamos solidarizarnos con todas aquellas personas que, en todo el mundo, han sido atacadas, de una forma u otra, por el fanatismo de Estado Isl¨¢mico. Cientos de miles de personas que han perdido sus vidas, que han visto amputados sus cuerpos, que han perdido a sus seres queridos, que viven para siempre marcadas por el dolor y aterrorizadas por el horror. Era a todas ellas a las que homenaje¨¢bamos. No era momento para otras reclamaciones.
Despu¨¦s de semanas temiendo por c¨®mo se desarrollar¨ªa el acto de Barcelona, se lleg¨® a un acuerdo: todas las instituciones implicadas, tambi¨¦n el Jefe del Estado y el Presidente del Gobierno, participaron, pero se impidi¨® que los responsables pol¨ªticos de Espa?a y Catalu?a se dirigieran a las v¨ªctimas y al mundo entero.
Se perdi¨® la oportunidad de dar un mensaje de Estado, en que sus diferentes niveles de poder act¨²an sin fisuras frente al terrorismo. No politizar el dolor no significa que nuestros dirigentes ¡ªlos que tienen en sus manos decidir sobre la pol¨ªtica antiterrorista, el cuidado de las v¨ªctimas y las pol¨ªticas de integraci¨®n¡ª no dijeran ni una sola palabra.
La pancarta con un Rey al rev¨¦s, los lazos de los dirigentes catalanes, algunas banderas espa?olas entre el p¨²blico y alg¨²n silbido al Cant dels Ocells fueron los ¨²nicos que dijeron algo, a deshora, eso s¨ª. Quiz¨¢ para los terroristas la divisi¨®n que genera el conflicto en Catalu?a con el Estado no sea un elemento determinante; me inclino a pensar que s¨ª porque nos desestabiliza y debilita. Estoy segura, en cambio, de que muestra a un Gobierno de la Generalitat de pol¨ªticos ombliguistas, que intentan, siempre, llamar la atenci¨®n y no perder nunca el protagonismo. Lo que s¨ª pierden es la oportunidad de mostrar la potencialidad de las instituciones propias y a la vez Estado, que, en cooperaci¨®n con las dem¨¢s, son muy capaces de combatir a un terrorismo que tiene un campo de batalla global. El Govern nos hace peque?os a los ojos de la comunidad internacional porque arrastra a Catalu?a entera, y tambi¨¦n a Barcelona, ciudad global y cosmopolita por excelencia.
Estas ansias de protagonismo se dejaron ver en el acto de Lledoners, donde el president Torra s¨ª dio su discurso, para ¡°sus v¨ªctimas¡±; un discurso en el que, adem¨¢s, hizo una llamada directa al ataque al Estado. La irresponsabilidad de estas palabras es infinita. Tambi¨¦n su hipocres¨ªa.
Como explica Laura Tedesco en Agenda P¨²blica, la llegada de l¨ªderes populistas e iliberales a las instituciones, que niegan o tergiversan los valores democr¨¢ticos sobre los que nuestras sociedades se asientan y por los que generaciones de personas han dado sus vidas (activistas, pol¨ªticas, incluso vidas en sentido literal) ha supuesto para muchos la liberaci¨®n de su verdadera identidad pol¨ªtica, rompiendo con lo malintencionadamente denominado ¡°pol¨ªticamente correcto¡±.
Sin embargo, debemos recordar que la democracia, siempre en peligro como demuestra nuestro entorno, debe ser defendida en todo momento. Pero debe serlo desde sus bases y principios. No desde la tergiversaci¨®n de conceptos, la manipulaci¨®n de datos, o la utilizaci¨®n aplastante de medias mentiras o mentiras enteras.
Argelia Queralt es doctora en Derecho y profesora agregada de la UB.
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