Formentera negra
En un verano muy policiaco en la isla, descubrimiento de los cuentos del notario y de un inesperado criminal
En Formentera todo bien, gracias. O casi. Porque este verano la isla ha adquirido un tono negro, de negro policiaco, durante mis vacaciones. Hubo una oleada de robos, aparecieron en la playa, inexplicablemente, varios cad¨¢veres de morenas (peces), y encontr¨¦ un cormor¨¢n muerto, que ya es escena, sobre todo si el p¨¢jaro lleva d¨ªas fallecido y hace mucho calor. Incluso he tenido la ocasi¨®n de resolver personalmente unos cr¨ªmenes (sigan leyendo). Lo que me hace pensar que igual podr¨ªa convertirme en el detective protagonista de una serie, al estilo de los inspectores Kurt Wallander y Harry Hole, en menos torturado (aunque si le das al licor de hierbas te pones a su altura) y en un ambiente, es obvio, escasamente escandinavo.
En realidad, las cosas parec¨ªan muy tranquilas cuando llegu¨¦: hab¨ªa menos gente y m¨¢s lagartijas, una proporci¨®n estupenda. Pero empec¨¦ a recibir noticias inquietantes. Recog¨ª a Vincent, el atractivo belga profeta del pat¨ªn a vela, haciendo autoestop a la salida de la Savina. Iba descalzo y cojeaba. Hab¨ªa tenido un percance que no concret¨®, acaso un pisot¨®n de alguna italiana cuando ¨¦l le tom¨® inesperadamente el pie para masaje¨¢rselo como le vi hacer una vez en la Fonda Pepe en Sant Ferran, qu¨¦ t¨ªo, qu¨¦ forma de ligar. Se quej¨® amargamente, no del pie, ni de la escasez de italianas, sino de que le hab¨ªan robado elementos de sus embarcaciones, escotas, velas, poleas. .
M¨¢s tarde, ya con Joan, Pepita y Carme en la librer¨ªa Tur Ferrer, ese oasis de libros, conversaci¨®n y aire acondicionado, me enter¨¦ de que Vincent no era el ¨²nico al que hab¨ªan robado: se hab¨ªa producido una oleada de hurtos en casas de veraneo, la mayor¨ªa en Cala Saona y coincidiendo con la Flower Power, durante la que todos nos disfrazamos de hippies y, claro, bajamos la guardia. La polic¨ªa local y la Guardia Civil estaban en plena alerta. De hecho solo salir de San Francesc hacia mi cubil en Migjorn ya me pararon en un control los del instituto armado. Me identifiqu¨¦ como un ciudadano probo y con todo en regla para sorpresa de los agentes dada mi vestimenta que inclu¨ªa varios collares y lucir en la gorra una espectacular pluma arrancada al cormor¨¢n finado ¡ªconfi¨¦ que ello no me hiciera sospechoso de su muerte: en todo caso, me hicieron soplar¡ª.
En realidad, las cosas parec¨ªan muy tranquilas cuando llegu¨¦: hab¨ªa menos gente y m¨¢s lagartijas, una proporci¨®n estupenda.
Al d¨ªa siguiente temprano me vi envuelto en una redada, algo en verdad inesperado cuando vagas en bicicleta por el Cam¨ª Vell de la Mola observando cabras y p¨¢jaros (con la cantidad de cosas m¨¢s interesantes, me dir¨¢n, que hay para observar en Formentera). Al pasar junto a un campo vi varios coches de la polic¨ªa. Me acerqu¨¦ y de nuevo me identifiqu¨¦ como el ciudadano probo, etc¨¦tera, por si pod¨ªa echar una mano. El agente me agradeci¨® el gesto, no sin mirarme de arriba abajo arqueando una ceja. ?Alguna pareja haciendo camping libre o algo peor?, ?acaso una influencer pillada in fraganti? "No, no, unos ladrones, los hemos perseguido y atrapado". ?Diablos, operaci¨®n policial y detenciones en Formentera a lo Corrupci¨®n en Miami! Eso era mucho m¨¢s interesante que la repentina proliferaci¨®n del pez loro. ?Eran los cacos de Cala Saona? "No, estos pasaron anoche desde Ibiza, robaban en discotecas de Es Pujols, a saco. Se ha escapado uno, le seguimos la pista. Lo pillaremos". Me march¨¦ lamentando no poder ponerle las esposas a alguien, ni que fuera a una influencer, y con ganas de leer novela policiaca.
Mientras buscaba alg¨²n t¨ªtulo en San Francesc me tocaron en la espalda. Era el farmac¨¦utico, Joan Torres (no confundir con DJ Pharma, que pincha en el Flower Power). Hablamos de libros, como solemos ¡ªes un gran lector¡ª, y me pregunt¨® si hab¨ªa le¨ªdo 6 formas de morir en Formentera y Otras 6 formas de morir en Formentera (Casandra21, 2016 y 2018), los dos libros de cuentos del notario de la isla desde 2002, Javier Gonz¨¢lez Granado, gran amante del lugar y corredor de maratones. Le dije que no pero que me interesaban mucho visto adem¨¢s la que estaba cayendo. Insisti¨® en regal¨¢rmelos, y amablemente dedicados (farmac¨¦utico y notario son buenos amigos).
Los cuentos est¨¢n muy bien. Son muy negros (con alguna incursi¨®n en el relato fant¨¢stico). La colecci¨®n se abre con un asesinato muy sutil cometido durante la Media Marat¨®n de Formentera. Siguen otros sobre un caso de balconing y drogas en Els Pujols, un mehari que se despe?a cerca de Es Cap tras una persecuci¨®n, el hallazgo del jefe de Estupefacientes de Ibiza con la cara destrozada en el aparcamiento de un club tambi¨¦n en Els Pujols y el de un asesinato brutal en la zona industrial. Solo falta un atraco a mano armada en un restaurante de Illetes, pero eso se ve cada d¨ªa. Un plus que tienen las historias del notario es que te explican cosas de la isla, por ejemplo que Sa Sequi era el nombre del canal que se abri¨® hacia el mar para sanear el Estany Pudent, y tambi¨¦n que aparecen, claro, personajes y escenarios locales, incluido Can Rafalet y su pan con cosas.
Mi cuento favorito ¡ªaparte del que utiliza en la trama El mago de Fowles¡ª es el de los hippies de la Mola y su viejo laboratorio de LSD. En ¨¦l aparece la famosa especie de que Bob Dylan estuvo en Formentera. Gonzalo escribe que en realidad era un sosias, que en los a?os sesenta cantaba sus canciones en la Fonda Pepe. Pero yo no lo tengo tan claro. Le pregunt¨¦ al veterano Ricardo Corach¨¢n y me dijo que gente a la que ¨¦l otorga la mayor credibilidad le han contado que es verdad y que Dylan no solo vino sino que toc¨® en una cueva en Cala Saona y se enamor¨® aqu¨ª. Imagino que, de haber estado, ¨¦l tambi¨¦n llevar¨ªa como yo una pluma en el sombrero. Por si acaso voy a cantar por los caminos Mr. Tambourine man, por fomentar la leyenda.
Dec¨ªa al principio que he resuelto un crimen. Resulta que un excitado veraneante extranjero apareci¨® un d¨ªa en la librer¨ªa Tur Ferrer y explic¨® sobrecogido que no paraba de ver cad¨¢veres de animalitos empalados despiadadamente por alrededor de su casa. Insectos, lagartijas, pajarillos y hasta peque?os mam¨ªferos aparec¨ªan cada d¨ªa clavados en el alambre de espino, las p¨²as de los cactos, las espinas de los arbustos. Alguien, un psic¨®pata, sin duda, los torturaba con salvajismo. F¨¢cilmente esa mente perturbada, advirti¨®, pod¨ªa dar el salto a los seres humanos y encontrarnos con un asesino en serie en la isla. Me alegr¨® poder descifrar el enigma. El criminal, por supuesto, no era otro que un alcaud¨®n, un paseriforme, la avecilla depredadora que tras capturar a sus presas las enclava en cualquier pincho para almacenarlas y tambi¨¦n para despedazarlas (en cambio, son mon¨®gamos). No en balde se conoce tambi¨¦n al alcaud¨®n com¨²n (Lanius senator), que puede verse en Formentera en sus atalayas, como verdugo, botx¨ª. No me resisto a se?alar que al mort¨ªfero caza alem¨¢n Focke-Wulf 190 se lo apodaba W¨¹rger, alcaud¨®n. Curiosamente, la pista del crimen estaba en la portada del segundo libro del notario, en la que aparece una bonita lagartija pitiusa ensartada en un arbusto... Caso resuelto. Vacaciones, ?ay!, acabadas.
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