Dej¨¦monos de miserabilismo
El nuevo centro puede convertirse en un gran motor de ilusi¨®n para la ciudad
La cuesti¨®n parece bastante sencilla. ?Queremos tener un nuevo museo en Barcelona, un museo que viene con las garant¨ªas de un marchamo de prestigio, el Hermitage, con una museograf¨ªa ideada por uno de nuestros grandes pensadores, Jorge Wagensberg, en un lugar, el puerto, que necesita un impulso (como toda la ciudad) y con un proyecto arquitect¨®nico de un gran nombre como es Toyoo Ito, un Pritzker? Con todos los respetos para los que piensen que no, esa actitud negativa, tan de moda, parece m¨¢s propia del Frente de Liberaci¨®n de Judea (FLJ) de La vida de Brian que de una visi¨®n l¨®gica. El FLJ de los Monty Python, record¨¦moslo, estaba por principio en contra de todo lo que viniera de fuera ¨Cen este caso de los romanos (acueductos, urbanismo, lat¨ªn, carreteras, ba?os p¨²blicos)- civilizaci¨®n incluida.
Algunas de las razones que se aducen para abominar del Hermitage barcelon¨¦s son tan peregrinas como las del recalcitrante grup¨²sculo de los c¨®micos brit¨¢nicos. Se habla de la mafia rusa, se dice que ¡°no hace falta¡± (?), se se?alan otras prioridades... Por supuesto siempre habr¨¢ prioridades: la comida, la vivienda, la ense?anza, la salud. Un museo no es un colegio, ni pisos sociales, ni un hospital. Pero ?quiere eso decir que no necesitamos museos? Otra l¨ªnea de argumentaci¨®n es que ya hay bastantes. A uno le parecer¨ªa que puede haber ya bastantes bares, gimnasios, coches, patinetes... pero ?museos? En realidad nunca hay bastantes museos. Bienvenidos sean todos y m¨¢s uno que, por mucho que se le busquen tres pies al gato, viene con pan debajo del brazo y con garant¨ªas. Parecen serlo que detr¨¢s est¨¦ uno de los mejores museos del mundo y que Wagensberg, nada menos que Wagensberg, haya cre¨ªdo en ¨¦l. Invito a cualquiera que vaya a Amsterdam a ver la sensacional sede que abri¨® all¨ª en 2009 el Hermitage. Una de las mejores exposiciones que he visto en mi vida la vi all¨ª, sobre Napole¨®n, Josefina y el zar Alejandro, una maravilla.
Probablemente en un clima semejante de peque?ismo cultural al que reina ahora en Barcelona no tendr¨ªamos hoy Cosmocaixa, que tambi¨¦n a algunos les pareci¨® una locura visionaria, excesiva e innecesaria (?un gran museo de la ciencia?, ?para qu¨¦?), ni Caixaforum, ni el CCCB, incluso ni el Macba. Dej¨¦monos de miserabilismo y hagamos realidad un museo que invita a so?ar, a moverse, que da nueva vida y esperanzas. Ya nos toca a los barceloneses tener alguna gran ilusi¨®n.
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