De Alejo a Alejandro
Como Vidal-Quadras, Fern¨¢ndez es un admirador de Margaret Thatcher y se define de derechas, algo ins¨®lito en un pa¨ªs en que se estila definirse de centro y negarse a condenar el franquismo
En 1988, un diputado se estren¨® en el Parlament de Catalunya con una ingeniosa intervenci¨®n en que citaba una escena de Casablanca. Usaba el personaje de Rick (Humphrey Bogart) para acusar a Jordi Pujol de pasar ol¨ªmpicamente de la C¨¢mara. El diputado se llamaba Alejo Vidal Quadras, y en poco tiempo se hizo con el mando del PP catal¨¢n, con el apoyo de Aznar. Vidal Quadras representaba el sector radical del partido ¡ªhasta ah¨ª, con la perspectiva que dan el tiempo y el carnetde Vox, ninguna sorpresa¡ª, y se enfrentaba al moderado, que era ¡ªahora s¨ª, ag¨¢rrense¡ª Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, el obstetra de la Ley Mordaza y cat¨®lico vocalista del d¨²o La fiscal¨ªa te lo afina.
Han pasado 30 a?os, casi d¨ªa por d¨ªa, ya no est¨¢ Alejo. Ahora est¨¢ Alejandro. Alejandro Fern¨¢ndez, el nuevo l¨ªder del PP en Catalunya, que tiene hoy casi la misma edad que ten¨ªa Vidal Quadras entonces, y naci¨® en mayo, como ¨¦l. Fern¨¢ndez es un admirador de Margaret Thatcher, como Vidal Quadras, y no se le caen los anillos por definirse de derechas, algo bastante ins¨®lito en un pa¨ªs en que se estila definirse de centro y, acto seguido, negarse a condenar el franquismo. Ese r¨¦gimen centrista.
Dir¨¦ m¨¢s: si Aznar auspici¨® a Alejo hace 30 a?os, el valedor de Alejandro es Pablo Casado, a quien solo falta que Aznar haga de Rey Mago para convertirse definitivamente en su hijo. El nuevo jefe del PP catal¨¢n comparte con todos ellos el nacionalismo espa?ol sin reparos ¡ªen el octubre fat¨ªdico del 2017, mientras se coc¨ªan el 155 y la querella, proclam¨® que Espa?a es s¨ªmbolo de concordia y no de enfrentamiento: a varios diputados de Junts Pel S¨ª hubo que atenderlos de un s¨ªncope¡ª, y con Vidal Quadras comparte la iron¨ªa: en su estreno parlamentario como l¨ªder pepero ha ofrecido un remake ingenioso del v¨¢yase, se?or Gonz¨¢lez. Ah¨ª van unas perlas: ¡°A usted [Quim Torra], esto de la pol¨ªtica no le va, y se le nota. se le percibe melanc¨®lico y taciturno por los despachos y pasillos; vuelva usted a las pancartas, al activismo, a sus actividades de divulgaci¨®n literaria, en eso es usted muy bueno, nadie se lo discute, pero, como gobernante, es una calamidad, una aut¨¦ntica cat¨¢strofe. Dimita. Usted volver¨¢ a ser feliz y el resto de catalanes ya ni le cuento¡±. A m¨ª, me lo venden as¨ª e igual dimito.
O sea, que el PP est¨¢ como Proust, a la busca del tiempo perdido, tratando de acortar distancias con Ciudadanos. ?stos, en cambio, siguen con su particular Roast Battle con el Govern (Nota: el Roast Battle es un programa de Comedy Central en el que dos c¨®micos se insultan mutuamente. Ellos, con gracia). A Torra, esa batalla le gusta, est¨¢ c¨®modo d¨¢ndole, ir¨®nico, la bienvenida a Catalunya a In¨¦s Arrimadas despu¨¦s de su periplo de campa?a en Andaluc¨ªa (una manera algo m¨¢s sutil que la de N¨²ria de Gispert de discutirle a la l¨ªder de C's el carnet de catalana com cal). Tan c¨®modo se siente, que cuando en plena Batlte le preguntan por algo concreto, por ejemplo, las medidas anticorrupci¨®n, se aturulla un poco, mira unos papeles en su esca?o, dice que nosaltres seguim avan?ant en¡", y se interrumpe antes de detallar nada, porque se le ha acabado el tiempo de respuesta. Y se sienta, aliviado.
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