¡°Me preguntaban si era un friki¡±
La profesionalizaci¨®n de las competiciones de videojuegos ha creado un nuevo segmento de jugador que se gana la vida con el mando y que incluso se ha erigido en un ¨ªdolo para el resto de jugadores
Las normas en casa de ?scar Ca?ellas eran claras. A las 12 de la noche se apaga el ordenador. Daba igual si el chico estaba en la ronda definitiva de una competici¨®n internacional de Counter Strike con su equipo a trav¨¦s de Internet. Las normas eran las normas. Por lo que sus padres se llevaron aquel d¨ªa a medianoche el router de la habitaci¨®n e Internet qued¨® cortado. Como la partida y su escuadra, que se qued¨® con uno menos. Para los padres de Ca?ellas, el futuro del joven ten¨ªa que pasar por los estudios y no por una pantalla. ¡°Entiendo su punto de vista. Era algo generacional¡±, reconoce el catal¨¢n (Girona, 1995), bautizado como Mixwel cuando compite como profesional del equipo de eSports de Movistar Riders.
Ca?ellas iba para futbolista cuando a¨²n era un ni?o. Pero cuando volv¨ªa de entrenar se pasaba el rato sentado en la cama de su hermano, vi¨¦ndole jugar online en el ordenador. ¡°Escuchaba todo lo que dec¨ªa con sus amigos por los auriculares, y era como un vestuario antes de un partido. Aunque parec¨ªa mucho m¨¢s dif¨ªcil: en el f¨²tbol no hablas tanto¡±. Pero ?scar ten¨ªa un problema. Era el hermano peque?o. ¡°Y mi hermano no me dejaba jugar¡±, admite. La soluci¨®n fue sencilla: conocer la clave de acceso al equipo y esperar a que su hermano se fuera de casa algunas noches. A grandes males, grandes remedios. ¡°Entraba a escondidas y jugaba con su perfil, pero ten¨ªa que asegurarme de no aparecer online para que sus amigos no me vieran conectado¡±. ?Y cuando volv¨ªa su hermano? ¡°O¨ªa sus llaves y apagaba el ordenador r¨¢pidamente¡±. Y all¨ª no hab¨ªa pasado nada.
Los videojuegos le engancharon. Ca?ellas dej¨® el f¨²tbol cuando se mud¨® a Canonge y empez¨® a destacar en los eSports. ¡°Quer¨ªa vivir de esto¡±, admite. Su pretensi¨®n rozaba lo absurdo cuando en Espa?a no exist¨ªan las grandes competiciones, y mucho menos los contratos profesionales. ¡°A los 12 a?os ya jugaba en un equipo espa?ol y a los 13 o 14 formaba parte de la selecci¨®n espa?ola¡±, explica. Comenzaba la historia de Mixwel, uno de los mayores talentos nacionales del juego Counter Strike, que a pesar de su juventud lamenta no haber disfrutado antes del auge de los eSports. ¡°En mi ¨¦poca no era tan normal competir; era m¨¢s solitario. Actualmente todo el mundo juega¡±.
Las ¡®Academy¡¯, una fuente de jugadores
La profesionalizaci¨®n de los eSports llega tambi¨¦n hasta la formaci¨®n. Los equipos pretenden preparar a los j¨®venes para minimizar el salto hasta la competici¨®n. "Recibimos solicitudes para entrar en nuestra Academy, y las filtramos a partir de unos par¨¢metros", explica ?lvaro R. T¨¢vora, director formativo del equipo X6tence. Los chicos seleccionados realizan ejercicios y rutinas con el resto de j¨®venes promesas desde su casa, conectados a Internet, y reciben instrucciones de los formadores. "Lo primero que preguntan los padres es si somos una empresa. Tienen desconocimiento, y les explicamos que somos un equipo profesional".
El conjunto Movistar Riders recibi¨® 11.000 solicitudes para entrar en su Academy. "Seleccionaremos finalmente a 20 para que trabajen con los c¨®digos de un equipo", razona Fernando Piquer, director del equipo. "Hasta ahora, los j¨®venes saltaban de su habitaci¨®n hasta el primer equipo. Y esto, en un equipo profesional, no ocurre. La intenci¨®n es minimizar la brecha entre su casa y la competici¨®n".
Los recelos de su familia a los videojuegos desaparecieron cuando un equipo norteamericano fue a buscarle con un contrato bajo el brazo. ¡°Viv¨ª dos a?os en Chicago. Fue inolvidable pero duro: viv¨ªa solo, lejos de la familia y los amigos¡±. All¨ª se convirti¨® en el primer espa?ol en participar en un major, uno de los torneos con m¨¢s reputaci¨®n del circuito, y con premios de 250.000 euros. Su popularidad llev¨® a tres chicas a esperarle a las puertas de su habitaci¨®n de un hotel para pedirle aut¨®grafos y lo que hiciera falta. ¡°Dijeron en recepci¨®n que me tra¨ªan pizzas y me aguardaron hasta que llegu¨¦. Aquello fue heavy porque ya invadieron mi intimidad¡±.
Antonio Rivas tambi¨¦n tuvo que acostumbrarse a perder el anonimato. ¡°?T¨² eres Flipin, verdad?¡±, le preguntan a menudo, siempre j¨®venes y ni?os. El mote tiene su historia. ¡°Cuando jugaba a f¨²tbol era un poco flipado. Y cuando tuve que introducir un sobrenombre de jugador me sali¨® Flipin¡±. Rivas tiene 31 a?os y es uno de los veteranos del circuito. Ha vivido la evoluci¨®n del sector como pocos. ¡°Cuando yo empec¨¦ todo esto era campo¡±, ilustra a modo de met¨¢fora, ¡°me pagaba los viajes de mi bolsillo. No hab¨ªa ni redes sociales ni whatsapp. Todo ha cambiado mucho¡±.
Sus inicios avanzaron con la precariedad de la ¨¦poca. La fibra ¨®ptica era una invenci¨®n del futuro y la banda ancha, una quimera. ¡°Jug¨¢bamos en el cibercaf¨¦ de debajo de casa y, cuando alguien abr¨ªa una p¨¢gina web, se ca¨ªa la partida. La conexi¨®n era mal¨ªsima¡±, recuerda Rivas.
Invertir horas en una pantalla del c¨ªber, sin embargo, generaba una concepci¨®n social concreta. ¡°Me preguntaban si era un friki. Los videojuegos se asociaban a alguien bajito, con gafas, granos en la cara y poca vida social. Te lo tomabas con humor¡±, r¨ªe.
El camino de Rivas hacia el profesionalismo, al contrario del de Ca?ellas, fue largo. La ¨²nica recompensa eran los premios de los torneos, generalmente modestos. Y los n¨²meros no sal¨ªan. Para ganarse la vida renunci¨® a los videojuegos y se incorpor¨® al mundo laboral. Empez¨® de operador en una empresa telef¨®nica y deriv¨® a formador. ¡°Pero lleg¨® la crisis y fue muy duro¡±, lamenta. Pero en la crisis lleg¨® su oportunidad. Volvi¨® a andar sobre sus pasos, compiti¨® de nuevo, y triunf¨®. ¡°Cobr¨¦ mi primer sueldo hace cuatro a?os. Ahora tengo la suerte de ganarme bien la vida¡±. Los mejores jugadores del mundo de su modalidad pueden cobrar m¨¢s de 40.000 euros al mes. ¡°En Espa?a la media debe ser de m¨¢s de 1.000 euros¡±, calcula Rivas.
Exigencia en la ¨¦lite
Para mantenerse en la ¨¦lite, sin embargo, ya no vale ser solamente un buen jugador. Los equipos intentan desayunar juntos para fomentar la cohesi¨®n y garantizar una buena alimentaci¨®n. ¡°Por la ma?ana miramos la base t¨¢ctica. Analizamos qui¨¦n lanza una granada y en qu¨¦ segundo podemos entrar en un espacio. Somos un comando y es como si tenemos que asaltar una casa. Y por la tarde ponemos en pr¨¢ctica lo ensayado¡±, ilustra Rivas.
Los mejores equipos cuentan con un completo equipo de tecnificaci¨®n: preparadores f¨ªsicos, nutricionistas, analistas y entrenadores. ¡°Cuando al principio de temporada no sal¨ªan los resultados, el psic¨®logo nos ayud¨® mucho a gestionar la frustraci¨®n¡±, reconoce Christian Garc¨ªa, compa?ero de equipo de Ca?ellas. ¡°Y nos recomend¨® hacer una siesta de exactamente 23 minutos para despertarnos descansados pero activos¡±. Garc¨ªa y Ca?ellas participan actualmente en un bootcamp, una especie de concentraci¨®n de equipo. ¡°Podemos analizar las zonas d¨¦biles de los rivales y estudiar a los adversarios¡±, explica Garc¨ªa, de 22 a?os.
Los actuales jugadores de eSports coinciden en las cuestiones extradeportivas. Las tareas no acaban cuando terminan las competiciones. ¡°Somos influencers¡±, reconoce Ca?ellas. Coincide Rivas: ¡°La diferencia entre vivir bien o muy bien es cuidar tu imagen, las redes sociales y a los aficionados¡±. Los patrocinadores buscan acercarse a los j¨®venes a trav¨¦s de ellos. ¡°Cuanto m¨¢s impacto social tienes, m¨¢s importante eres y mejores contratos puedes conseguir. Debemos ser mod¨¦licos¡±, resume Ca?ellas. En su casa, desde hace un tiempo, nadie corta Internet a medianoche.
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