Pol¨ªtica para mientras tanto
Es incomprensible que unos dirigentes tan expansivos a la hora de lanzar consignas hayan sido tan cortos en palabras para responder a los retos sociales que se plantean
¡°?Qu¨¦ es posible hacer mientras tanto?¡±. En el marco del encuentro Catalu?a-Espa?a, ?qu¨¦ nos ha pasado?, organizado por la Escola Europea d¡¯Humanitats, Josep Maria Vall¨¨s formul¨® esta pregunta ante la imposibilidad de visibilizar a corto plazo una salida del llamado conflicto catal¨¢n. Mientras tanto es una expresi¨®n adverbial para se?alar una simultaneidad de acciones. Las inercias estructurales, pol¨ªticas y sociales van en una direcci¨®n de bloqueo, de estancamiento. ?Es posible, mientras tanto, ir creando las condiciones para que una salida razonable, que hoy pueda parecer ingenua o imposible, llegue a ser factible? En este punto estamos, por lo menos los que nos negamos a aceptar la l¨®gica primitiva de la victoria y la derrota, inscrita en el discurso del imperio de la ley que pretende negar lo m¨¢s elemental: que cualquier salida razonable pasa por la pol¨ªtica.
El per¨ªodo mientras tanto, que es una f¨®rmula din¨¢mica de sustituir la est¨¢tica idea de bloqueo, puede ser de larga duraci¨®n. Como se?alaba el propio Vall¨¨s, en toda situaci¨®n siempre hay algo que se mueve, en el agua estancada tambi¨¦n hay movimiento. Por tanto, hay que estar atentos a los indicios y a las se?ales de cambio para responder adecuadamente. Gramsci ten¨ªa raz¨®n de advertir que a veces ¡°en los claroscuros aparecen los monstruos¡±.
La ¨²ltima semana el mientras tanto se ha vitalizado. Por un lado, la ciudadan¨ªa ha hecho sentir su voz desde diferentes frentes sociales para recordar a los dirigentes pol¨ªticos que no s¨®lo del proceso viven los catalanes. Y que la recurrente apelaci¨®n a la Rep¨²blica, que sigue siendo s¨®lo una entelequia, no autoriza a descuidar las obligaciones derivadas del poder real del que se dispone: la autonom¨ªa. El gobierno catal¨¢n ha hecho completa dejadez en su discurso de los problemas del d¨ªa a d¨ªa. Olvidando que estos se atienden con los hechos y con las palabras, absolutamente necesarias para que las cosas existan socialmente. Y la sensaci¨®n de desatenci¨®n por parte de una ciudadan¨ªa, que todav¨ªa arrastra los efectos del per¨ªodo 2010-2012 en que Artur Mas luchaba por el t¨ªtulo de campe¨®n mundial de la austeridad, es creciente. La irradiaci¨®n republicana, convertida en sonsonete para salir de cualquier apuro, no puede ser coartada permanente para cubrir las responsabilidades de los que mandan. Y es incomprensible que unos dirigentes tan expansivos a la hora de lanzar consignas hayan sido tan cortos en palabras para responder a los retos sociales que se plantean. Incluso alguno ha ca¨ªdo en la ignominia de despreciar las reivindicaciones sociales como maniobras para distraer la atenci¨®n de lo ¨²nico importante. Que la calle se mueva, y no precisamente por la v¨ªa de las peleas identitarias, puede introducir la cuota de realidad necesaria para que los gobernantes aterricen.
Otro factor de incidencia sobre las aguas estancadas es el inicio de un ciclo electoral que dar¨¢ la medida de las relaciones de fuerzas en cada lugar. Pintan bastos. La radicalizaci¨®n de la derecha espa?ola, cada vez m¨¢s cerca del monstruo, no augura nada bueno. Y cuando su mentor Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar reduce el espacio constitucional a Vox, PP y Ciudadanos, uno siente el peso del Estado aplastando al pa¨ªs. En este momento, no hay en la derecha espa?ola la m¨¢s m¨ªnima se?al de dar el primer paso imprescindible para una salida pol¨ªtica: el reconocimiento al independentismo. Es capital que el ciclo electoral la debilite.
Por el camino, estar¨¢ el juicio, d¨®nde se verificar¨¢ hasta qu¨¦ punto la justicia espa?ola est¨¢ dispuesta a jugarse su reputaci¨®n internacional. Ser¨¢ un espect¨¢culo de irradiaci¨®n fuera del pa¨ªs y de gran impacto dentro. Y es obvio que de su desarrollo depender¨¢ en gran parte la continuaci¨®n de esta historia. En unos meses estaremos en una situaci¨®n sensiblemente distinta a la actual. Pero nada puede servir de coartada para el inmovilismo y para la desatenci¨®n de la gobernanza cotidiana. Con promesas, consignas y alegatos no basta.
Hay que gobernar con lo que se tenga y trabajar para tener m¨¢s (negociando presupuestos, por ejemplo). Si en la sociedad se impone la sensaci¨®n de fatiga triunfar¨¢ la indiferencia. Nadie sabe cu¨¢nto durar¨¢ el mientras tanto. Pero hay que extender a toda Espa?a la idea de que tarde o temprano el punto de encuentro estar¨¢ en un refer¨¦ndum pactado. Y las instituciones espa?olas deber¨ªan darse cuenta a tiempo que si la justicia comete un desatino y todo acaba en Estrasburgo el estropicio ser¨¢ de a¨²pa.
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